Todos Los Futbolistas Se Van Al Cielo

por nadie más que Sócrates, pues este hace el papel de un narrador en primera persona, sin embargo, su narración se ve interrumpida en ciertas ocasiones, ya que en algunos momentos aparece un narrador en segunda persona, que sin duda alguna es de gran importancia. Es en este punto donde se da una verdadera conexión entre la obra y el lector, por el simple hecho de que al establecerse este tipo de narración, donde Sócrates establece un dialogo con el narrador o el lector, los lectores se ven en la obligación de hacer parte de la novela ya que se encuentran dentro de una encrucijada de preguntas que lo obligan a respondérselas para si mismos.

Tomando en cuenta lo anterior, es prescindible aclarar que la posibilidad de poderse sentir conectado con una obra eleva las expectativas tanto del lector como autor, pues el lector siempre va a querer más, y el lector va a querer que le pidan más. Con respecto a lo anterior es importante que se entienda como algo de bastante importancia, pues es de ese modo como un lector y autor pueden entenderse inclusive si son de generaciones distintas. Entonces, es por todo lo anterior que el giro que toma este relato hacia el género de cuento infantil o cuento educativo no es una simple niñería, sino una herramienta que conecta inclusive dos mundos distintos, pues dentro de su obra, Badrán se adentra y relata de manera muy corta, contundente y con cierto grado de informalidad la historia de Sócrates en su paso por el equipo de fútbol del barrio. Ahora bien, es posible afirmar que la novela goza de un estilo informal, pues en su mayoría, los diálogos que se dan dentro de la obra son bastante básicos e inclusive incultos. Así pues, es también importante mencionar que lo que en “Todos los Futbolistas van al Cielo” se narra, es con el fin de dejar una moraleja al lector como ya se había mencionado con anterioridad, pues esta corta pero cautivadora historia va dirigida a un joven que posiblemente esta en un proceso de desarrollo

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