Trabajo Don Quijote
Enviado por tania_627 • 16 de Noviembre de 2015 • Informe • 3.146 Palabras (13 Páginas) • 202 Visitas
CAPITULO 1
En este capítulo se nos presenta a Alonso Quijana como un hombre no excesivamente rico, incluso se podría decir que era mas bien pobre.
También no describe la edad de este peculiar personaje "50 años" y de su peculiar ama de llaves que pasaba de los 40.
Este buen hombre tenía era de complexión recia, madrugador y gran aficionado a la caza.
Este peculiar personaje era gran amante de las novelas de caballería y tenía como escritor favorito a Feliciano de Silva. Tal fue la obsesión por estos libros de caballería que decidió convertirse en caballero. Para llevar a cabo esta extraña aventura tubo que coger y limpiar las armas de sus bisabuelos, las cuales tubo que preparar para su uso.
Para poder convertirse en un buen caballero necesitaba las siguientes cosas:
- Un nombre para él mismo: pues todo caballero que se precie tenia un nombre apropiado para tal faena. Decidió ponerse como nombre Don Quijote de la Mancha, idea que sacó de Amadís de Gaula.
- Un nombre para su caballo: Al cual puso como nombre Rocinante, ya que el pobre caballo no se encontraba en su mejor momento.
- Una mujer a la cual dedicarle todos sus triunfos y glorias, ya que en aquellos tiempos un caballero no podía comportarse como tal si no tenía una mujer a la que dedicarle sus triunfos.
CAPITULO 2
En este capitulo se nos narra como Don Quijote a medida emprende su primera salida antes del amanecer.
Por el camino se iba haciendo preguntas sobre él mismo y sobre su futuro como caballero y llego a la conclusión de que en realidad no era un caballero pues no llevaba armas blancas como cualquier los caballeros de sus novelas, pero después de mucho pensar pudo mas su locura que su cordura pues siguió pensando que era un perfecto caballero. A medida que cabalgaba iba imaginándose que sería un caballero famoso y que aparecería en los libros de caballería por sus grandes hazañas.
Comenzó a anochecer y Don Quijote se introdujo en una venta para pasar la noche. Allí encontró a dos mujeres a las cuales comenzó a elogiar y alabar, las dos mujeres comenzaron a reírse de su forma de hablar y de que no se daban por aludidas de tales piropos. Don Quijote comenzaba a enojarse, pero en ese momento apareció el ventero que le ofreció comida, un lugar para dejar el caballo y un buen lugar para dormir.
CAPITULO 3
En este capitulo Don Quijote se arma caballero. Para que este nombramiento fuese valido Don Quijote le pidió al ventero que le nombrara caballero, dándole sus razones de porque este nombramiento.
El ventero acepto a este extraño nombramiento pensando que Don Quijote estaba loco y que él a su vez ganaría un buen dinero. Para que este nombramiento fuese valido las armas del caballero deberían poner las armas a velar en la capilla, pero como allí no había capilla, ya que supuestamente se estaba construyendo, pusieron a velar las armas en el patio y de esta manera Don Quijote permanecería vigilándolas durante todo el día para que no se las robaran. Don Quijote se tubo que enfrentar con dos hombres que pretendían robárselas hasta que apareció el ventero y puso paz. Al final Don Quijote fue nombrado caballero a la vieja usanza, dando dos toques con la espada en los hombros del caballero. Una vez acabado el nombramiento las dos mujeres se quedaron sorprendidas y le dijeron a Don Quijote que le servirían de por vida, entonces Don Quijote pregunto sus nombres y dijo que desde entonces se llamarían por Doñas. Al final todo quedo en nada y Don Quijote se marcho al amanecer.
PERSONAJES
INICIO DE DON QUIJOTE
Don quijote
Niño
Madre
Padre
Madre
Hermana
Amigo1
Amigo2
Amigo 3
Amigo 4
Amigo 5
Narrador
Narrador: El escenario es una habitación infantil, al fondo la cama, en la parte delantera izquierda una mesa de estudio y una silla, la entrada es por la derecha. (Se abre el telón y se ve a un niño leyendo un libro con música muy suave de fondo).
Niño: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor… Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino, que vendió muchos acres de tierra para comprar libros de caballería… Se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio. Se le lleno la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de batallas, desafíos, heridas, amores, tormentas y disparates imposibles; y se le grabó de tal modo en la imaginación que terminó creyendo que era verdad…
Narrador: (Esto lo lee de un libro, mientras se mueve por su habitación moviendo los brazos y haciendo los gestos para representar el texto).
Madre: (Entrando enfadada y quitándole el libro de las manos)¡Sancho! ¿Qué haces?... Leyendo, claro… ¡Como siempre! (Abre el libro y lee) Del mucho leer, se le secó el celebro de manera que vino a perder el juicio. (Cerrando el libro de golpe y dejándolo sobre la cama) ¡Eso es lo que te pasará a ti como no dejes los libros! Anda, ponte a hacer los deberes de una vez y déjate de aventuras… (Se marcha).
Niño: (Coge el libro de encima de la cama y sigue leyendo mientras se sienta en la mesa) Así quiso, como buen caballero llamarse «don Quijote de la Mancha», con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre de ésta… (Se queda dormido encima del libro, poco a poco resbala y cae el libro al suelo, al agacharse para recogerlo, se asusta, echa la silla hacia atrás y de debajo de la mesa de estudio sale Don Quijote) - ¿Pero…? ¿Tú de dónde sales? (Pregunta agitado, alejándose del personaje rápidamente).
Don Quijote: ¡Oh tú, quienquiera que seas! ¡Mostradme algo más de respeto!
Niño: ¿Pero qué dices?
Don Quijote: Soy Don Quijote… Don Quijote de la mancha. Valiente caballero andante…
Narrador: (El niño se queda perplejo y de repente entra su madre)
Madre: ¡Por dios! ¿Pero éste quién es?
DonQuijote: (Dándose aires de grandeza y poniéndose en el centro del escenario) No teman vuestras mercedes desaguisado alguno, a la orden de caballería que profeso no toca ni atañe dañar a nadie, cuanto más a tan altas doncellas como vuestras presencias demuestran…
Madre: (Se pone a reír a lo bestia) ¡Pero que estás diciendo viejo loco!
Niño: ¡Mamá! A ver si va a ser peligroso… (Escondiéndose detrás de su madre).
Don Quijote: Bien parece la mesura en las hermosas, y es mucha sandez además la risa que de leve causa procede… No vengo ha hacer el mal, sino, a postrarme a los sus pies mi señora…
Madre: Si vuestra merced, señor caballero, busca posada, sea bienvenido. (Hace una burlona reverencia) Menos la cama, todo lo demás se hallará en ella en mucha abundancia… (Mirando de arriba abajo al caballero y sonriendo pícaramente) -¡Vaya amigos te buscas hijo! (Y se marcha).
Don Quijote: (Se agacha a los pies del niño) No me levantaré hasta que me concedáis lo que pido…
Niño: Dígame señor…
Don Quijote: Me habéis de armar caballero, y mañana, podré ir por todas partes buscando aventuras, como hacen los caballeros andantes.
Niño: ¡Ah! Sólo es eso… Pues nada, a ver (se sube a la silla) –Yo te nombro caballero andante… (Entra el padre rápidamente e interrumpiendo, y coge la lanza y a su hijo del brazo para bajarlo de la silla).
Don Quijote: ¡Oh tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada. ! Mira lo que haces, y no las toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento.
Padre: ¡Déjate de tanta monserga! Soy el padre de éste chico.
Niño: No pasa nada, es buena gente…
Padre: ¿Pero de donde es? ¿Qué quiere?
Niño: Es el caballero Don Quijote, acabo de nombrarlo caballero ¡yo mismo!
Padre: Hijo...
Don Quijote: Entonces, vos debéis ser el alcalde de esta fortaleza… (Entra la hermana).
Hermana: A ver, mamá dice que si se ha de quedar a cenar tu amigo que la aviséis…
Don Quijote: ¡Oh señora de la hermosura y del debilitado corazón mío! Ahora es tiempo que vuelvas los ojos de tu grandeza a este tu cautivo caballero.
Hermana: ¿Y a éste que le pasa?
Niño: Creo que le gustas…
Hermana: (Burlándose De Don Quijote) Dondequiera que me encuentre le serviré y le tendré por señor. (Se marcha riéndose).
Padre: (Cogiendo por el hombro a su hija) Vamos abajo…
Don Quijote: Descortés caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede.
Padre: ¿Pero qué mal? ¿Ni qué mal?...
Niño: Mi señor, éste hombre no pretende hacer daño a la dama, es mi padre.
Padre: Si eso, tú síguele el juego.
Don Quijote: Mi fiel, pero despistado escudero… (Levantando la lanza) ¡Miente! Delante de mí ruin villano. Por el sol que nos alumbra, que estoy por pasaros de parte a parte con esta lanza.
Niño: ¿Escudero yo? (sonríe y continua) ¡No! Mi señor, por favor… Bajad la lanza.
Hermana: (llevándose la mano al corazón) ¡Oh que caballero…!
Padre: Haré muestra de mi gallardearía… (Bajando la lanza de Don Quijote y arreándole unas cuantas collejas) Te voy a dar yo caballero… (Lo empuja fuera de escena y detrás sale el niño).
Niño: Basta papá, basta!... (Entra la madre, el padre y la hermana)
Madre: Vamos a recoger todos estos libros... (Mientras coge los libros que hay desperdigados)
Hermana: Deberíamos quemarlos… (Cogiendo también libros)
Padre: Ya os avisé, tanta lectura, tanta lectura… ¡Seguro que no le haría ningún bien tanto libro! (Cogiendo libros también)
Hermana: (Leyendo de un libro) Mirad que pone en éste: Con cien cañones por banda, ciento en popa a toda vela…
Madre: (la corta quitándole el libro) Con un tarado ya hay bastante…
Padre: Vamos antes de que vuelvan… (Se marchan y se escucha detrás del decorado a Don Quijote)
Don Quijote: ¿Dónde estás, señora mía, que no te duele mi mal? O no lo sabes, señora, o eres falsa y desleal ¡Oh noble marqués de Mantua, mi tío y señor carnal (Entra el niño y detrás Don Quijote que se deja caer sobre una rodilla).
Niño: ¿Pero qué le pasa? ¿Cuál es su mal?
Don Quijote: (sentándose en la cama) Sepa vuestra merced, señor don Rodrigo de Narváez, que esta hermosa Jarifa que he dicho es ahora la linda Dulcinea del Toboso, por quien yo he hecho, hago y haré los más famosos hechos de caballerías que se han visto, vean ni verán en el mundo.
Padre: (Entra el padre acompañado por unas/os amigos/as del niño) Sancho, han venido más amigos a verte… Estos no son tan raritos… (Entran sus amigos, en las manos llevan unos carteles con unas letras)
Amigo 1: ¡Hola Sancho!
Amigo 2: Hola (levantando la manos para enseñarle los carteles) Mira que chulos son…
Amigo 3: Son para el partido…
Don Quijote: La ventura va guiando nuestros pasos amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más gigantes, con quien pienso hacer batalla.
Niño: ¿Qué gigantes?
Amigos 1,2, y 3: ¿Gigantes? (Todos miran hacia todos los lados de la habitación).
Niño: ¡Yo qué sé…! (Mirando a sus amigos) Si se refiere usted a estos, son mis amigos del colegio solamente.
Don Quijote: Bien parece que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí.
Narrador: (Sin pensárselo dos veces, levanta su lanza y ataca a los amigos del niño, éstos salen corriendo por la habitación).
Don Quijote: No huyáis, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete…
Amigo 2: Éste tío está loco (saltando por la habitación)
Amigo 1: ¡Y qué lo digas! (escapando como puede)
Amigo 3: ¡¡Pero haz algo Pancho!!
Niño: ¡Mi señor! Ya basta…
Don Quijote: Juro por mi amada Dulcinea que os venceré… (Levantando la lanza y el escudo hacia el cielo).
Narrador: (En ese momento los tres amigos aprovechan y se lanzan encima de Don Quijote, lo hacen caer y lo despojan de sus armas).
Amigo 1: Ya te vale ¡eh! (Cruzándose de brazos enfadado)
Amigo 3: Yo me largo, sólo quería enseñarte los carteles… (Y los mueve delante del niño).
Amigo 2: (Lo mira, recoge sus carteles y luego se marcha con los demás).
Narrador: (Cuando se marchan, Don Quijote está en el suelo mal herido y el niño se sienta a su lado).
Niño: ¿Qué voy a hacer con vos…? ¿No le dije yo a vuestra merced que no eran molinos de viento?
Don Quijote: Calla, amigo Sancho, que las cosas de la guerra más que otras están sujetas a continua mudanza...
Narrador: (Entra el padre con una bandeja de fruta en la mano y una gorra amarilla).
Padre: Os traigo un poco de fruta, a ver si así os bajan los pájaros de la cabeza…
Don Quijote: Dime, ¿no ves aquel caballero que hacia nosotros viene, sobre un caballo rucio rodado, que trae puesto en la cabeza un yelmo de oro?
Niño: ¿Qué es un yelmo? (mira a Don Quijote y luego a su padre)
Don Quijote: Apártate a una parte y déjame con él a solas…
Niño: Pero, esta es mi habitación…
Don Quijote: ¡Defiéndete, cautiva criatura, o entrégame de tu voluntad lo que con tanta razón se me debe (atacando al padre).
Padre: (dejando caer la bandeja con la fruta) Ya pensaba dársela hombre… No hay pata tanto…
Don Quijote: El yelmo de oro que lleváis puesto sobre la cabeza, mío es.
Padre: ¿La gorra? ¿Eso quieres? (se la saca y se la tira a los pies) Tómala también… (Se va).
Narrador: (Don Quijote recoge la gorra y se la pone, pero le queda grande).
Niño: Le va grande ¿no? Es que mi padre es algo cabezón…
Don Quijote: ¿Sabes qué imagino, Sancho? Que esta famosa pieza de este encantado yelmo por algún extraño accidente debió de venir a manos de quien no supo conocer su valor y, viéndola de oro purísimo, debió de fundir la mitad para venderla.
Narrador: (Entran la madre, el padre, amigos 4 y 5, y la hermana) (Los amigos llevan unas cuerdas de saltar a la comba en las manos).
Don Quijote: ¿Por qué lleváis atada a esa gente mal hombre?
Padre: ¿Atada?
Hermana: Esta es cadena de galeotes, gente forzada del rey, que va a las galeras. (Y se tira sobre la cama riendo).
Madre: ¡Estás loca! No digas eso, que lo alteras más… (Riendo a la hija).
Don Quijote: ¿Cómo gente forzada? ¿Es posible que el rey haga fuerza a ninguna gente?
Padre: ¡¡Claro!! (Poniéndose interesante) Fíjate bien… Éste (cogiendo a uno de los amigos por la nuca) Irá a galeras por enamorado.
Don Quijote: ¿Enamorado?
Padre: No es amor del que usted piensa… (Rodeándole mientras habla) Enamorado de lo ajeno… Y éste otro (cogiendo al otro niño) Por músico y cantor…
Don Quijote: ¿También se va a galeras por cantar?
Padre: A este pecador le dieron tormento y confesó su delito, que era ser cuatrero, que es ser ladrón de bestias, y por haber confesado le condenaron por seis años a galeras.
Madre: ¡¡Bueno ya está bien de tonterías!!
Narrador: (Los dos amigos se sientan en la cama)
Hermana: (muy dulcemente) Gentil caballero… ¿Haréis honor a mi familia y cenareis aquí?
Madre: ¡Niña!
Hermana: ¿Qué he hecho?
Madre: (cogiéndola del brazo y zarandeándola se la lleva)
Narrador: (Sale el padre detrás de ellas)
Niño: Gracias por venir… Tenéis que ayudarme…
Amigos 4 y 5: ¿A qué?
Niño: (A Don Quijote) Usted siéntese aquí… (Indicando el escritorio) (Don Quijote se pone a escribir) (El niño y sus amigos hacen una piña y se dicen un secreto).
Amigo 5: ¡Vale!
Amigo 4: Vamos a buscarlo (se marchan de escena corriendo)
Don Quijote: He escrito una carta para Dulcinea. Sancho Panza… (le da una hoja con el poema) Irás al Toboso, donde dirás a la incomparable señora mía Dulcinea que su cautivo caballero murió por acometer cosas que le hiciesen digno de poder llamarse suyo.
Niño: lee en voz alta y gesticulando o con una voz en off con fondo musical suave) Árboles, yerbas y plantas que en aquel este sitio estáis, tan altos, verdes y tantas, si de mí mal no os holgáis, escuchad mis quejas santas. Mi dolor no os alborote, aunque más terrible sea, pues por pagaros escote aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso. Es aquí el lugar adonde el amador más leal de su señora se esconde, y ha venido a tanto malsín saber cómo o por dónde. Tráele amor al estricote, que es de muy mala ralea; y, así, hasta henchir un pipote, aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso. Buscando las aventuras por entre las duras peñas, maldiciendo entrañas duras, que entre riscos y entre breñas halla el triste desventuras, hirió le amor con su azote, no con su blanda correa, y en tocándole el cogote aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso. -Se la llevaré dentro de un rato, ahora debéis acostaros aquí a descansar… Tanta aventura os tendrá exhausto.
Don Quijote: ¿Soy yo por ventura de aquellos caballeros que toman reposo en los peligros?…
Narrador: (Don Quijote Se acuesta en la cama)
Don Quijote: Yo soy aquel para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos. (y se duerme)
Narrador: (Entran sus 5 amigos de nuevo con un paquete mediano)
Amigo 1: Nos hemos encontrado a estos y nos han puesto al corriente de todo…
Amigo 3: Todo se solucionará…
Amigo 2: Vamos a ello…
Narrador: (Los niños sacan del paquete unas cuerdas u telas y envuelven a Don Quijote).
Niño: ¡Papá! ¡Mamá! ¡Ya está! (Suben todos y entre todos levantan a Don Quijote).
Don Quijote: (Gritando y mirando hacia el cielo) Hermano demonio, que no es posible que dejes de serlo, pues has tenido valor y fuerzas para sujetar las mías, te ruego que hagamos treguas, no más de por una hora, porque el doloroso son de aquella trompeta que a nuestros oídos llega me parece que a alguna nueva aventura me llama.
Padre: Pongámoslo en el coche, lo llevaremos de regreso al manicomio…
Narrador: (Mientras cargan con él la madre y la hermana).
Madre: ¿Tú crees que se habrá escapado?
Padre: Puedes estar segura de ello…
Hermana: Daos prisa, que este pesa mucho…
Narrador: (Los amigos se asoman por la puerta y alzan la voz como si hablasen a alguien muy lejano).
Amigo3: No le hagan daño…
Niño: ¡No es peligroso!
Amigo 2: Sólo es fruto de una aventura literaria…
Niño: Hay miles de libros interesantes, ¿os gustaría conocer más historias?
Amigo 4 y 5: ¡¡Sí!!
Amigo 1: ¿Cómo? Te han quitado todos los libros.
Narrador: los amigo 4 y 5 miran por la cama, el suelo, la silla…
Niño: Todos no…
Narrador: (Levanta el colchón, se pone en pie sobre la cama, abre el libro y empieza a leer de nuevo).
Niño: Pues, sepa vuestra merced ante todas cosas, que a mí me llaman Lázaro de Tormes. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por eso tomé el sobrenombre. Mi padre, que Dios perdone… (Se cierra el telón).
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