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Trotacarceles


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2012  •  11.677 Palabras (47 Páginas)  •  253 Visitas

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HISTORIAS DE UN TROTA-CARCELES POR EL MUNDO

JAN DE COCK

Talca, septiembre 2002

jandecock@hotmail.com

Saludos:

Intentaré compartir con ustedes la experiencia de amor que ha significado toda esta aventura. Y para empezar, Guido, a ti te quiero dar las gracias. Todos, aquí presentes, saben la ayuda de Guido en mi experiencia talquina y también en todo lo que ha sido este viaje a través de las cárceles, o más bien a través de los internos, por que son ellos (y felizmente lo he escuchado de parte de varios alcaides), son ellos los más importantes del sistema carcelario.

Estoy aquí con muchas emociones, no solamente por estar de vuelta en casa, sino por todo lo que ha significado este año. Algunos internos me han pedido de ser su vocero, de ser embajador, y no me siento con esa capacidad. Entonces intentaré dejar aflorar lo que siente mi corazón.

Al armar algunas cosas, de este encuentro, me di cuenta que es imposible compartir con ustedes, en una hora, lo que ha sido esta gran cantidad de kilómetros, pero lo intentaré:

Para mí, es muy grato compartir lo vivido en Talca, porque creo que es la primera vez al concluir mi viaje, y es como el vino de Caná; cuando están hablando de Talca como última etapa, tal vez he dejado el mejor vino para el final, ¿no es cierto?

Quiero agradecer también al Señor, porque si estoy aquí sano y salvo, seguro que es su mano, con su ejército de ángeles, responsable de esto. A través de la historia ustedes se darán cuenta que antes de viajar tenía varios objetivos, y ayer cuando abrí mi e-mail había un mensaje de un interno y, tal vez, él relativizó todos los otros objetivos. Tenía el sueño del libro, de compartir con gentes como ustedes. Y él sencillamente me dijo: “Ya cumpliste, así es que no te preocupes por lo que va a pasar ahora, porque por primera vez en 15 años, alguien me fue a ver y me dejaste una palabra de aliento”. No es mérito mío, porque no he hecho grandes cosas, sino simplemente pasar y estar, agradecer también con ellos; pero, cuando él me lo dijo, me invadió una paz y una tranquilidad... Yo ya no tengo que hacer nada, sino decirles simplemente: Alentémonos los unos a los otros e invitémonos a seguir amando y queriendo. Con eso voy a empezar, y con esto voy a terminar.

El origen del proyecto:

Bueno, pero antes de eso tenía un sueño de cumplir con algunos objetivos: Yo, en estos casi 15 años (más o menos) de estar vinculado con el mundo carcelario, sentía muy luego que uno de los grandes obstáculos es el juzgar de la sociedad frente a todo lo que es el mundo carcelario y el interno como persona. Yo me dije: ‘sí quiero dar testimonio de esto debería identificarme un poquito más con el interno. Algunos de ustedes ya saben como esto empezó. Aquí en Talca, poco antes de regresar a Bélgica, yo me acerque al alcaide de aquel entonces para solicitarle si podía quedarme un momento más prolongado en la cárcel, uno o dos meses, y el me dijo “déjeme averiguar eso con mis autoridades en Santiago porque en 25 años de carrera nadie me había pedido una cosa semejante”. Pocos días después, me dijo “Hermano Juan, tengo un serio problema, debo justificar que cada persona que este detrás de las rejas haya cometido un delito: tal vez tenemos que llegar a un acuerdo”. “¿Cuál será?” “¿Por qué no comete un pequeño delito? Por ejemplo: usted podría robar una gallina”.

Yo pregunto: “¿Cuánto me van a dar por eso?”. Y el contesta: “Lo mínimo: no más de 5 años”. Y como me quedaban solo unos meses en Chile, tenía que seguir soñando.

Cuando en 1997 llegué a Bélgica, muy luego el capellán de una de las cárceles más grandes y más famosas en Bélgica, la de Lovaina, me pidió que visitara a los latinos y españoles en la cárcel. Como yo vivía muy cerca, yo pasaba 3 a 4 veces a la semana para visitar a los amigos pasando por sus celdas, tomando tecito. Visita que después se extendió a la comunidad extranjera de rusos, polacos, y gente del mundo entero. Poco a poco iba surgiendo de nuevo este sueño de identificarme más con el detenido. Yo ya estaba muy agradecido porque podía quedarme hasta las 08:00 de la noche. Aquí a las 05:00 comenzaban a encerrar a los amigos; en Bélgica por lo menos podía quedarme hasta más tarde, pero no sabía lo que era pasar una noche adentro, compartir su comida. Y aunque nunca, nunca (a no ser que cometa algo grave) podré entender la angustia, la vida en desesperanza, el abandono del interno, por lo menos creía que se podía hacer el esfuerzo de acercarnos un poco más. La primera idea era de encerrarme por un año en una o dos cárceles, y describir la vida desde adentro. Como algunas personas me habían animado a escribir un libro, dije ‘ya’, pero después el ruso me decía que es muy distinta una cárcel en Rusia que una en África. Y el amigo de Singapur dijo: “¿Y no ha visto las cosas de nuestro país?”. Y, poco a poco, cambiamos la idea que sería: ‘Si pudiera recorrer el mundo y conocer muchas realidades carcelarias’. Y empecé a escribir a más de 200 embajadas para palpar también que pensarían las autoridades de una locura de ese estilo y según las reacciones de las embajadas y de personas individuales -amigos que yo había hecho durante años-, fui seleccionando los países y armando la ruta, el itinerario.

Dejé Bélgica en octubre del año pasado (2001) y me fui inmediatamente a Kenia: pasé la frontera, Uganda, Ruanda, después Lesotho, África del Sur, pasé a la isla de Madagascar, después Namibia; cuatro países en África del Oeste y de allá, a fines de enero, subí a Rusia. Llegué por tierra, pasando por Lituana, Polonia, Eslovenia, Rumania: pasando las fronteras con Turquía a Dubai, a los Emiratos Árabes; después a Pakistán. De sur a norte, pasando la frontera con la India, Delhi, Calcuta, después Singapur, el triángulo Tailandia, Camboya, Vietnam, Laos, después la China, Japón, Indonesia - aquí sobre todo enfocando lo que son las minorías, los indígenas -en Australia, Nueva Zelanda, después el día más largo de mi vida: 48 horas, porque, cuando llegamos aquí, tenía que empezar el día de nuevo: de Los Ángeles iba subiendo hasta llegar a Alaska (tres cárceles); después Chicago, Nueva York: Canadá. Después me fui a Texas, justamente por los condenados a muerte. Luego me fui a México, Centro América, Guatemala, Nicaragua, Salvador, Costa Rica, algunos países del Caribe, Lima, La Paz, Brasil (Sao Paulo, Bahía, Salvador), Buenos Aires y, bueno, aquí estamos en Chile.

Bueno, entonces después de esos 15 años, igual este viaje me

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