Turismo De Sol Y Playa Y Promoción Inmobiliaria.
Enviado por AntonioHerreros • 14 de Enero de 2014 • 4.076 Palabras (17 Páginas) • 294 Visitas
Turismo de Sol y Playa.
Se entiende como tal al turismo de borde de agua, con sus actividades asociadas, que se desarrolla en espacios litorales. Es una modalidad de turismo pasivo y de esparcimiento.
Íntimamente ligada a este hay otra modalidad que está adquiriendo gran importancia en las últimas décadas, es el turismo residencial.
Turismo residencial
Es una modalidad relacionada con la construcción de viviendas en zonas turísticas para su venta a clientes nacionales y/o extranjeros, como segunda residencia, casa habitual o apartamento para destinar a alquiler. El turismo residencial está relacionado con operaciones inmobiliarias en régimen de propiedad, alquiler o “time-sharing”.
La importancia del turismo residencial radica en su doble concepto, como producto turístico e inmobiliario, ya que tiene una gran capacidad de generación de actividad económica y de empleo, tanto en el sector servicios como en el de la construcción.
El mercado del turismo residencial está aumentando su peso específico en el sector inmobiliario como consecuencia de la gran demanda de compradores extranjeros que quieren comprar una vivienda en España (segunda residencia o vivienda habitual) y de grupos inversores que desean desarrollar grandes proyectos urbanísticos.
El desarrollo del sector turístico y del inmobiliario, debe tener en cuenta los requerimientos del turismo residencial que van a condicionar el modelo de ciudad.
La costa española se está consolidando como el primer mercado mundial en el sector de las segundas residencias, por las especiales condiciones de vida que se ofrecen, la excelente climatología, la buena relación calidad-precio, el entorno natural y medioambiental existente, y el alto nivel de infraestructuras y comunicaciones existente.
En España hay 1.200.000 viviendas turísticas, existiendo en la Costa Blanca más de 240.000 propiedad de extranjeros, según datos del año 2004 del INE Alicante y Málaga absorben el 44% de la demanda inmobiliaria. Fundamentalmente concentrada en la Costa del Sol, la Costa Blanca, Baleares y la Costa catalana.
El turismo de litoral o de “sol y playa” tiene sus inicios a mediados del siglo XVIII, cuando el turismo de balneario comienza a desplazarse hacia el litoral por el carácter curativo de sus aguas. Sin embargo es tras la Segunda Guerra Mundial, como consecuencia del proceso de industrialización cuando se produce su mayor expansión. Los grandes cambios socioeconómicos, el avance del transporte, el incremento del nivel de vida, la extensión de las vacaciones pagadas, la existencia de mayor tiempo libre, etc. Condicionaron el acceso al turismo de la mayor parte de la población, ya no sólo las élites, conformando lo que se ha llamado turismo masivo, industrial, fordista… Esos grandes volúmenes de turistas implicaron la homogeneización de los servicios, la creación de los “paquetes turísticos”, la poca diferenciación de las ofertas de los destinos y a la larga también, a partir de una evolución indiscriminada de los destinos, a la degradación ambiental, social y de la calidad de la oferta, además de los fenómenos de marcada estacionalidad.
España ha tenido en el turismo de litoral o de “sol y playa” su principal exponente de ocio vacacional. Sin embargo, en los últimos años se han producido diversas transformaciones que unidas no significan sino una intensificación en el camino de la turistificación general del país. Por un lado las ligadas a la desestacionalización y reconversión de los productos turísticos litorales, y por otro, aquellas asociadas a la ampliación de las actividades turísticas hacia el interior.
-La desestacionalización de los productos turísticos litorales conlleva el intento de atraer turistas durante todo el año mediante la generación de una oferta complementaria de ocio que no tenga que ver con el sol y la playa (campos de golf, parques temáticos, puertos y actividades deportivas). La reconversión supone la llegada de grandes empresas hoteleras que construyen enormes complejos hoteleros ante los que la pequeña y mediana empresa no puede competir. El resultado de esta desestacionalización-reconversión en un aumento sin precedentes del consumo de recursos naturales mayoritariamente no renovables: energía eléctrica, agua, suelo urbanizable, grandes infraestructuras (ampliación de aeropuertos y puertos, construcción de otros nuevos, grandes instalaciones deportivas, etc.). Poniendo en grave riesgo la viabilidad del modelo.
-La ampliación de las actividades turísticas hacia el interior está suponiendo la incorporación nuevos espacios hasta entonces con vocación agropecuaria, natural o patrimonial. En todos los casos esas vocaciones se encontraban en franco retroceso o abandono, por lo que el turismo se presenta como la actividad que puede dinamizar esos espacios interiores. Su relativamente todavía precoz implantación no es óbice para que ya comiencen a plantearse los primeros conflictos de carácter social y ambiental: lucha por los recursos hídricos, afecciones y desbordamiento de la capacidad de carga de los espacios naturales protegidos, urbanización y construcción de infraestructuras en espacios ambientalmente frágiles, etc.
En general, los modelos de desarrollo y gestión turística de los destinos del litoral se han basado en las últimas décadas en estrategias de desarrollo que han primado el crecimiento por volumen para aprovechar las economías de escala de una continua expansión de plazas de alojamiento que, sin que estuviera planificado en su origen, ha acabado generando en muchas zonas espacios lúdicos de características cada vez más urbanas, densificados y estandarizados, que comienzan a superar la capacidad de carga del territorio y a entrar en contradicción con las nuevas tendencias de una demanda turística cada día más exigente a cualquier nivel y con mayores opciones donde elegir. La situación en el litoral mediterráneo peninsular y las islas revela un balance desfavorable términos del grado de ocupación del territorio y de su presión humana. La situación es un poco mejor en el arco atlántico-cantábrico, pero las previsiones son también malas.
Los primeros resultados del proyecto europeo Corine Land Cover reflejan que ya en el año 2000, el 34,2% del primer kilómetro de suelo de la costa mediterránea peninsular estaba ya completamente urbanizado, llegándose al 50%, en la costa de Málaga, Barcelona y Alicante. Si a los datos del año 2000 agregáramos las nuevas viviendas construidas en estos últimos años, estamos hablando de un territorio con niveles de ocupación superiores al 40% y con provincias con su franja de costa superando claramente el 50% de ocupación.
Con datos del año 2003 del total de la oferta
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