UN DÍA MÁS

[…] Cuántas veces había hecho ya la misma rutina… levantarme a las 6am muy temprano, darme una ducha rápida y helada para despejar la mente, vestirme lo mejor posible e ir allá para verla.

Cuántas veces había oído de mis amigos y familiares: “olvídala… ya pasaron cinco años” pero no, yo no podía olvidarla.

Cuántas veces había oído de personas al referirse a ese lugar como un lugar mágico, una bendición, que allí cualquier dolencia o enfermedad tendría fin pero ese no era mi caso ni mucho menos. Yo tenía que ir a visitarla diario a ese lugar que consideraba como una prisión y el lugar más abominable del mundo entero.

Pensar que ella, tan hermosa y tan bella… pasaba sus años de juventud encerrada ahí sin poder salir ni hacer todo lo que le gustaba. Pensar en cómo una noche había podido arruinar nuestras vidas completamente.

Pero las cosas ya estaban hechas, no había marcha atrás para esta maldición que me desgarraba el alma día a día que según los doctores tenía una denominación; “condición delicada clínica que impide la interacción con los demás o una reacción frente a estímulos.”

Ir a visitarla no sabría como describirlo porque ver en esos hermosos ojos una mirada perdida y sin reconocimiento aparente, esa mirada perdida en el vacío. No podía hacer más que contemplarla y abrazarla con deseos de no soltarla jamás.

Me quedaba a su lado hasta que el horario de visitas acababa y me decían que me tenía que marchar, que ella necesitaba descansar. Pero yo no quería irme.

Cuántas veces había querido olvidarme del mundo entero y seguir con ella por siempre.

Cuánto la había amado, desde ese primer instante en que descubrí que lo que estaba sintiendo era amor profundo y eterno. Cuántas veces habíamos planeado nuestra vida juntos y todos los viajes que realizaríamos. Dios es testigo de ese amor infinito que siempre sentí, siento y sentiré por ella.

Recrear los hermosos años que pasamos juntos era el único consuelo que me quedaba.

Ya jamás podría traerla de regreso, jamás regresaría a mi lado, sería imposible que algún día se acordase de mí […]

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