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Un Depredador De Verde Olivo


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2012  •  2.193 Palabras (9 Páginas)  •  406 Visitas

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Un depredador de verde olivo

TEGUCIGALPA,Honduras El ocho de noviembre de dos mil diez era un día común y corriente en Tegucigalpa. Las mismas calles, la misma miseria, los mismos embotellamientos, las mismas angustias, las mismas esperanzas y la misma gente. Como dijo la poetisa Juana Pavón: "Tegucigalpa, fauna humana enloquecida".En la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC) todo era igual. Lo mismo de todos los días. Pero para Walter Castellanos y óscar Pavón algo iba a cambiar aquel día. La opinión pública, los medios de comunicación y la comunidad internacional presionaban para que se esclarecieran los crímenes contra homosexuales, una serie de asesinatos que mostraban extremada violencia contra aquel grupo en especial. Se hablaba ya de crímenes de odio, los detractores de oficio señalaban a la Policía como incapaz y desinteresada en resolver aquellos crímenes, y el grito de alerta se escuchaba desde lugares tan lejanos como Estados Unidos, Canadá y Europa.UN CRIMEN. Jorge Nelson estaba muerto. Lo habían asesinado a cuchilladas y estaba tirado en el piso de su propia casa, sobre un charco seco y putrefacto de su propia sangre. La escena del crimen hablaba por sí misma. La víctima se había defendido, el desorden en la casa mostraba las huellas de una lucha desesperada y las heridas en el cuello y en el pecho de Jorge Nelson hablaban sobre la furia con que lo atacó el criminal. Los detectives H-695 y H-993, asignados a casos como aquel, llegaron a la escena poco después que los vecinos denunciaran que en el apartamento algo olía muy mal. Jorge Nelson tenía varios días de muerto. Los detectives empezaron su trabajo allí mismo.LA ESCENA. En Criminalística se enseña que la escena de un crimen habla al investigador en cada detalle. Se sabe que cada detalle, por insignificante que parezca, tiene una carga psicológica que define la firma o el sello personal del asesino, mostrando sus debilidades, su nivel cultural, sus inclinaciones sexuales, en fin, su personalidad como un libro abierto. Y los detectives empezaron a leer en aquella escena.Empezaron con las heridas. Eran varias, largas y profundas, la mayoría en el pecho, lo que mostraba cólera pero, más que esto, proyectaba las frustraciones reprimidas del asesino que usaba el cuchillo, un símbolo fálico, para saciar su sed de venganza contra cualquiera que representara las causas de su odio. Las heridas del cuello eran igual de violentas y mostraban la furia que consumía al criminal."Este es un criminal con motivaciones especiales –dijo el H-695-; estamos ante un homosexual que lucha por reprimir sus inclinaciones sexuales, que seguramente tiene también una relación heterosexual, es joven, a juzgar por la violencia de las heridas, es fuerte, tal vez hace ejercicios o practica algún deporte fuerte, o de fuerza, tiene que ser piel blanca, delgado, de agradable presencia, esto es, un hombre guapo o atractivo, amigable, respetuoso con la autoridad pero con un odio terrible contra su padre… Me atrevo a decir que fue abusado en su infancia, quizás por su propio papá… Es más, estoy seguro de que este asesino volverá a matar, y que talvez no sea este su primer crimen contra homosexuales. ¿Quien tomó nota? ¿Ya tienen una idea clara sobre a qué tipo de criminal vamos a enfrentarnos?".PREGUNTAS. Los mejores amigos de Jorge, dos homosexuales que lloraban dolorosamente, les dijeron a los detectives que el día seis de noviembre estaban citados con Jorge pero que él los llamó por teléfono para decirles que no llegaran porque tenía un "pegue", esto es, una conquista, un

hombre con quien iba a pasar la noche. Los amigos agregaron que lo llamaron al día siguiente, el siete de noviembre, pero que no les contestó. Ellos imaginaron que seguía en agradable compañía.Los detectives, acostumbrados a sospechar de todo el mundo, solicitaron el vaciado de los teléfonos de los amigos y no tardaron en comprobar las llamadas. Estaban diciendo la verdad."¿Conocían ustedes al amigo de Jorge Nelson?""¡Ay! No sabemos quien pudo ser".El detective se volvió a sus compañeros. "¿Averiguaron algo entre los vecinos?""Solo uno que dice que lo vio entrar con un hombre, pero que no está seguro de describirlo"."¿Podría reconocerlo?""Dice que eso sí"."¿Dónde trabajaba la víctima?""Tenía una tienda de ropa deportiva en la Villa Olímpica"."Bien. Que un equipo vaya allá y que averigüen todo lo que puedan. ¡Vamos! ¿Qué tienen los de Inspecciones Oculares?""El celular del muerto, la billetera, con bastante dinero adentro, tres cuchillos ensangrentados, con los que supuestamente asesinaron al hombre, y que los amigos reconocen porque eran de su propia cocina, también varios vasos, botellas de licor, cajas de cigarros, colillas… Parece que no se robaron nada…"."El motivo del crimen no fue el robo, eso está claro. Estamos ante un depredador de homosexuales que fue abusado en su infancia, quizás por su propio padre, eso no podemos asegurarlo, y que desata su odio y su venganza contra homosexuales… ¡Bueno, es suficiente! ¡A trabajar! ¡Ah!, y estoy seguro de que este criminal atacará de nuevo".CARICIA. El día era fresco, agitado como siempre, y los detectives estaban en otra escena de crimen. El cadáver estaba boca arriba, sobre un charco de sangre llena de moscas y hormigas; tenía un disparo en la cara y no habían pasado doce horas desde que lo asesinaron.Cuando lo identificaron, sus amigos dijeron que se había ido con un hombre joven al que, sin embargo, no estaban seguros de reconocer. Al parecer Daniel lo conocía porque se subió al carro con toda confianza. Pero ese maldito lo había asesinado. Era otro homosexual, y la lista no iba a detenerse allí.EL HATO. El hombre era joven, lo habían matado a cuchilladas y los detectives recordaron la escena del crimen de Jorge Nelson. Las heridas las tenía en el pecho y en el cuello, y en esta ocasión se habían robado algunas cosas de su apartamento. No había testigos y no pudieron identificar a la víctima.ROBERTA. Las muertes de homosexuales no iban a detenerse con facilidad. Ahora le había tocado el turno a Roberta. Siete meses habían pasado y la orgía de sangre seguía llenando de luto y terror a muchas familias.A Roberta lo mataron a cuchilladas. Tenía heridas en el pecho y en el cuello, y los detectives ahora estaban seguros de que se trataba del mismo asesino, ahora considerado un asesino en serie, homofóbico, abusado en su niñez, y al que había que detener para que no siguiera matando.PERFIL. "Este hombre no se va a detener por sí mismo –dijo el H-993-, analizando más a profundidad el caso–. Pero estamos obligados a llevarlo a la cárcel. Ahora sabemos que se gana la confianza de sus futuras víctimas,

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