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Un ensayo mas de arte.


Enviado por   •  30 de Octubre de 2016  •  Ensayo  •  1.856 Palabras (8 Páginas)  •  234 Visitas

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ROBERTO HOYOS C

LA FUNCION HOY ES UNA DEFUNCIÓN

Por mucho tiempo he tratado de seguir la huella de todo aquel que un día pensó en plasmar lo hermoso, lo útil, o aquello que debía tener sentido para sus semejantes y en el camino trate de emular y de plasmar el pensamiento de quien tuviera una técnica  nueva y así definir la mía sin irrespetar a nadie, todo, para  poder plasmar el ímpetu de mi espíritu o como muchos una vez dijeron, El manitú de mis palabras  y pensamientos.

Tratare entonces de recrear esta  historia sin la  grosera  polémica  del performance facetico,  y la defunción del arte que es realmente lo que quiero discutir.

Caminaba un día con un manto sicodélico y sobre el estero que mis ojos vieron encontré la filosofía social de pieter bruegel, que me indujo pensar en el destino, esclavo del hombre y sus ideas, absorto estaba cuando con rechiflas me aterrizo la metafísica arcana de salvador Dalí que gritaba que este mundo es pasajero por no decirlo de otra forma, que susto me pegue cuando este pregonero embriagado paso, tuve que descansar a la vera de ese camino durante un buen rato para calmar no solo mis manos sino mis pensamientos, pasaron muselinas, copistas y cantineros, borrachines algunos paladines y uno que otro loco que a bien  mereciésemos mencionar, pero el tiempo apremiaba y seguí caminando, una carreta que con mi dirección pasaba, de sonido bombo y platillos se acerco vendiendo el oropel de las musas y uno que  otro menjurje de inspiración, por mucho que pude, no aguante la tentación  y me acerque a mirar, sobre el cuadro de figuras picarescas desfilaban allí maestros y bohemios, genios y aprendices, modelos y la vida misma,  podía ver  bodegones muertos, hasta  vasijas  vivas.

Y la tarde se fue yendo entre copas y consejos, pude palpar los sueños de cezanne, y las pesadillas de chagall, zurbarán me mostró el misticismo, y Caravaggio influencio el dogma de mi aprendizaje, David como neoclásico me contó la historia, Goya me la dibujo sobre las esquelas del aire, tiépolo me le puso el color para diferenciar los días, Toulouse Lautrec quiso que viera el nacimiento de mi vida bohemia emborrachando mi alma, pero el romanticismo de delacroix casi me mata a pedradas, eso si dejándome  en sano  juicio,  fue boccioni quien enderezo mis pasos cuando titubeaba hasta casi caerme, y me dijo con palabras  de drogadito desempleado,  que a pesar de estar en el borde  de lo imposible puede haber el equilibrio perfecto, van Gogh por supuesto trato de explicarme que la conciencia a veces grita demasiado, y que la vida sibarita puede dejarme sin oídos, la música sonaba y Monet no quiso quedarse callado y empezó a cantar a pesar de su sencillez, la  sabiduría de lo simple, lo cotidiano, del manto que nos cubre cada día y la luz que nos ilumina, toda la música que sonó  dejaron huella sobre aquella noche.

Pude dormir  con la sibila y sobre sus labios adivinar que buscaba  miguel ángel entre  sus pechos, y soñando con la Venus me despertó el alboroto de la mañana, ocasionado  no solo por el olor nauseabundo de las medias de Leonardo da Vinci,  sobre las cuales se hacia festejo, también por el ruido de sus aparatos e ideas que despertaban a cuan transeúnte  anduvieras esos Lares.

Algunos reían y algunos lloraban,  y por el camino pude encontrar los rastros que dejaban las musas que huían perseguidas con reclamos y requerimientos obscenos de quienes habían perdido el habito de la expresión eterna. Gritaban cual tarugos con palabras indecible tratando de recibir el favor de ellas pero mudas ellas, se perdían de vista como jugando sobre la cruel realidad.

Renoir planifico el almuerzo sobre la rivera cercana donde  hubo bacanal y comilona que era todo un bálsamo  para el alma.  

Llegada de nuevo la tarde, meditaba sobre lo visto y escuchado, cuando  a mi mente  llega entre  letanías un artículo de italo Calvino sobre las ciudades Pág. 125 las ciudades continuas  

“la ciudad de leonia se  rehace  a si misma todos los días: cada mañana la población  se despierta  entre sabanas  frescas, se lava con jabones apenas salidos de su envoltorio, se pone botas  flamantes, extrae de su refrigerador mas  perfeccionado latas aun sin  abrir, escuchando las ultimas retahílas del último modelo de radio.

En los umbrales,  envueltos en  tersas bolsas de plástico, los restos  de la leonia de ayer esperan el carro basurero. No solo los tubos de dentrífico aplastados, bombillas quemadas, periódicos, envases, material de embalaje, sino también calentadores, enciclopedias, pianos, juegos de porcelana: mas que por las cosas que cada día se fabrican venden compran, la opulencia de leonia se mide por las cosas que tiran para  ceder lugar a las nuevas, tanto que uno se pregunta si la verdadera pasión de leonia es en realidad, como dicen, gozar de las cosas  nuevas y diferentes, o mas  bien  el expeler, alejar de  si, purgarse de  una recurrente  impureza”.[1] 

Asombrado quede cuando alce la vista y pude ver,  que todos me miraban con  gran asombro, el silencio  era eterno como si trataran de preguntar si era el futuro lo que por mi mente pasaba, con sus ojos me  pedían que continuara para saber el  final  de leonia.  Para que  todos  me escucharan continúe,  

“Cierto es que los basureros son acogidos como Ángeles, y su tarea de remover los restos de la existencia de ayer se rodea de un respeto silencioso, como un rito que inspira devoción, talvez solo  porque una vez desechadas las cosas nadie,  quiere  pensar mas en ellas.

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