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Una Aproximación Problemática Al Trabajo Del Paisaje Sonoro


Enviado por   •  9 de Agosto de 2013  •  1.285 Palabras (6 Páginas)  •  515 Visitas

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En el año 1969 Murray Schafer incorpora en la cultura el neologismo esquizofonía. Este concepto viene a marcar un importante momento histórico de la escucha en el mundo, pues la relación que existía en la percepción (consciente o inconsciente) de la sonoridad en los entornos naturales o urbanos, antes de la segunda mitad del siglo xix, se daba desde una “naturalidad” del objeto o entorno emisor; las percepciones acústicas eran recibidas desde espacialidades temporales que se podrían entender hoy (retroactivamente dentro del término) en “tiempo real”, un tiempo real que se ejercía así mismo dentro de sus mismas condiciones de enunciación determinadas por el entorno de ejecución técnico (repito) espacio temporal del momento mismo del acontecimiento en cuestión. La “aparición” técnica del registro de los sonidos marcaría un nuevo momento en el encuentro del mundo relacionado con lo que se denomina paisaje sonoro, o más aún, quizá iniciaría el concepto mismo de el.

El concepto esquizofonía no inaugura el fenómeno, pero si lo instaura como momento de estudio y reflexión en torno a las realidades sonoras que dividen un período de otro en la escucha en nuestra historia. La escucha contemporánea se enriquece de nuevas posibilidades de percepciones amplificadas con la técnica, pero a la vez, el oído de los escuchantes es cada vez más insensible o, en términos médicos, cada vez más deteriorado.

En este contexto podríamos apropiarnos del término reproductibilidad en las artes y, usando esta apropiación, diría que la diferencia de la reproductibilidad del sonido con la de la técnica de la imagen benjaminiana es que la primera expande las condiciones, tanto de percepciones inaudibles (cuando no es usada la tecnología), como posibles nuevas realidades de paisajes de frecuencias análogas al sonido, para “descubrir” nuevas dimensiones desde el estatuto del cuerpo/escucha como principio integrador (la utopía de una cultura aural). El segundo caso, en sus máximas posibilidades, se tensiona y expande con el principio visual en sí mismo y con sus máximas posibilidades de transformación, también en sí misma. Una “nueva realidad” hoy no vendría desde la óptica y sus máximas reproducciones, extensiones, elongaciones o deconstrucciones posibles (por lo menos dentro de un mínimo educado histórico de nuestra vida desde la alteridad visual y desde lo visual como “constitutivo”).

Según el mismo Schafer la cultura visual es lineal, se proyecta y avanza desde una perspectiva progresiva, en cambio, la posibilidad de una “conciencia” aural está centrada: “No se puede controlar o estructurar el universo acústico”, pues “yo me encuentro siempre en el corazón del universo sonoro” y “la conciencia visual mira hacia adelante”(1). Desde esta perspectiva nuestra cultura visual (por lo menos la preponderante) es una cultura de la periferia. Aquí, la cultura visual es metanarrativa, creadora de periferias conceptuales; la aural, al no sustentarse en una línea de continuidad y progreso, es indeterminadamente abarcativa. La concentración de nuestro encuentro en el mundo desde la visualidad ha desarrollado multiplicidad de patologías por las desvinculaciones entre lo que nos ocurre y el objeto posible causante de ello (truncamiento ontológico). En una relación aural es el conjunto y su disposición integrada lo que permite un encuentro y no una separatividad pues, en el caso de la escucha, en el terreno de la vida del paisaje sonoro, lo integrado nos recuerda más a un agenciamiento deleuziano que a la fracción particular/individual de un problema.

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Pero continuando: la dimensión de la escucha paisajística cambia radicalmente, y a esto se le agrega, quizá de forma exponencial, el cambio del paisaje mismo a través de una circularidad que se inicia con las emisiones dadas por el principio reproductivo tecnológico del sonido, es decir, no solo cambia la realidad de la escucha en la captación de los posibles paisajes por descubrir, sino que las mismas condiciones técnicas provocan nuevos y numerosos otros paisajes, y así sucesivamente. El paisaje sonoro, y las incursiones e investigaciones posibles de las artes sonoras en el, abre una

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