Una Cuestion De Vida

Editorial

Una cuestión de vida

Todos los ciudadanos debemos poner a la vida como tributo excepcional a defender en cualquier circunstancia. Se trate de lo que se trate, no está en discusión ni en duda la necesidad de preservar cualquier vida.

En nuestro sector se vienen sucediendo hechos lamentables de errores profesionales, imprevisiones operativas u otros hechos similares que producen accidentes donde están en juego las vidas de personas, incluidas las de los propios técnicos y obreros de la construcción.

Caídas de casas linderas a construcciones de altos edificios por causa de la ausencia de las previsiones y recaudos indispensables para no erosionar los cimientos de las edificaciones vecinas. Deficiencias en la construcción con materiales no seguros o con mala aplicación. Errores de actuación de técnicos y obreros en la excavación en terrenos rodeados de otras edificaciones. Ausencia de previsión de accidentes laborales y, a veces, sin adoptar los criterios universales de protección de los trabajadores en funciones riesgosas. La utilización de materiales no aptos o peligrosos en cimientos, columnas y paredes.

Estos son algunos ejemplos de la responsabilidad que nos cabe a todos quienes estamos comprometidos con los trabajos de la construcción. Nadie debe hacerse el indiferente porque nos toca a todos quienes debemos cumplir con nuestra parte en el compromiso de no provocar accidentes o hechos lamentables.

Es un tema de responsabilidad social y profesional. Es también evitar protagonizar un papel criminal y antisocial. Es una actitud comprometida con la vida, por encima de otros intereses, objetivos o intenciones. No se trata de bajar costos, aumentar ganancias, colocando en situación de riesgo a otros ciudadanos.

Claro que con estas palabras no vamos a cambiar la actitud criminal de quienes hacen cualquier trampa, a sabiendas, sin pensar en la vida de nadie. Ellos asumirán su responsabilidad o no.

Con este llamado a reflexión no pretendemos culpar a nadie, sino alertar sobre la abundancia de ejemplos en la realidad argentina sobre estos casos. Nos preocupa la acción de los responsables de aquellos hechos porque enlodan y salpican a todos, aún a quienes asumen con responsabilidad su actividad profesional.

También existe un grado de imprevisión y culpabilidad en los propietarios de edificios viejos, antiguos, en deficiente conservación que ponen en peligro a los transeúntes o a sus propios moradores con la caída de techos, balcones, molduras, etc.

Es una cuestión de vida, nada menos. Y puede ser la de cualquiera de nosotros.

Antonio J. González

Para Revista Acalca

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