Una Evaluación lenguaje cuarto basico

UNITÀ:

“¡A LEER Y NARRAR HISTORIAS!”

MATERIA:

LENGUAJE Y COMUNICACIÓN

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MAESTRA:

CLAUDIA ORTIZ

NOME:

CLASSE:

CUARTA ELEMENTARE

DATA:

PUNTEGGIOIDEALE:

60 PUNTOS

VOTO:

PUNTEGGIOOTTENUTO:

ESIGENZA: 60%

Las Gafas.

Como se acercaban los días de fiesta, una multitud de gente había acudido a la plaza central de la ciudad desde las pequeñas poblaciones y aldeas y provincias lejanas. Llenos de curiosidad circulaban los forasteros por calles y plazas que invadían las tiendas y los almacenes para enterarse de todo, contemplarlo todo y admirarlo.

Uno de ellos entró en la tienda de lentes.  Justamente en ese momento estaba allí una anciana que quería comprar unas gafas. Tenía unas cuantas extendidas sobre el mostrador, las que se probaba una tras otra, miraba luego en un periódico, y decía:

-Con éstas no leo.

Siete u ocho veces repitió la operación, hasta que al cabo, después de ponerse otras gafas, miró en el periódico, y dijo muy contenta:

-Con éstas leo perfectamente.

Luego las pagó y se las llevó.

El forastero, al ver  lo que había hecho la señora, quiso imitarla, y empezó a ponerse gafas y a mirar en el mismo periódico; pero siempre decía:

-Con éstas no leo. Con estas tampoco.  “A ver, con estas, ¿Un poquito? No, tampoco veo.

Así pasó más de media hora; se puso tres o cuatro docenas de gafas, y como no lograba leer con ninguna, las desechaba todas, repitiendo siempre:

-No leo con éstas.

Entonces el vendedor le dijo:

-Pero, ¿usted sabe leer?

-Pues si yo supiera leer, ¿para qué había de comprarme gafas?

Juan Varela, Cuentos y chascarillo.

1. ¿Dónde ocurre la historia?

1. En una calle.
2. En una fiesta.
3. En una aldea.
4. En una tienda.

1. ¿Por qué razón el forastero no lograba elegir ningún anteojo?

1. Porque no veía bien.
2. Porque no sabía leer.
3. Porque quería otro modelo.
4. Porque no los podía pagar.

1. ¿Por qué había tantas personas en la ciudad?

1. Porque era fin de semana.
2. Porque había descuentos.
3. Porque se venderían gafas.
4. Porque se acercaban las fiestas.

1. ¿Por qué compró gafas la anciana?

1. Para ver mejor.
2. Para ver las fiestas.
3. Para aprender a leer.
4. Para protegerse del sol.

1. ¿Por qué el forastero desechaba todas las gafas que se probaba?

1. Porque le quedaban mal.
2. Porque no leía con ninguna.
3. Porque no veía a la anciana.
4. Porque eran todas muy caras.

1. Lee y responde:  “Uno de ellos entró en la tienda de lentes.  Justamente en ese momento estaba allí una anciana que quería comprar unas gafas.” ¿A qué parte de la secuencia narrativa corresponde el fragmento anterior?

1. Inicio.
2. Problema.
3. Desarrollo.
4. Desenlace.

1. ¿Cuál de estos acontecimientos describe el problema de la historia?

1. La anciana se va feliz con su compra.
2. El vendedor se molesta con el forastero.
3. El forastero no logra leer con ningún lente.
4. La anciana se prueba ocho pares de lentes.

1. Lee la siguiente oración: “Llenos de curiosidad circulaban los forasteros por las calles y plazas” ¿Qué palabra reemplaza a la destacada sin cambiar el sentido del texto?

1. Corrían.
2. Alejaban.
3. Transitaban.
4. Participaban.

1. Lee la siguiente oración: “Con estas gafas leo perfectamente” ¿Qué palabra reemplaza a la destacada sin cambiar el sentido del texto?

1. Divinamente
2. Terriblemente.
3. Ocasionalmente.
4. Magníficamente.

Inicio

Desarrollo

Final o Desenlace

El forastero hace notar al vendedor que piensa que con lentes podrá aprender a leer.

Un forastero entra a una tienda de lentes donde observa a una anciana.

El forastero se prueba muchos lentes, lo que causa la intriga del vendedor.

Tralará, la, la, la.

Hace mucho tiempo, vivió en China un músico muy admirada por sus vecinos. Uno de ellos era un rico campesino que, entre sus propiedades, tenía un establo con muchas vacas. Todos los días, el campesino pasaba por la casa del músico que le decía:

 - ¿Podrías tocar esa hermosa canción que dice tralará la la la?. No me canso de escucharla.  Y el músico cogía su laúd, y con gusto interpretaba la canción para deleitarlo. Pero el artista era tan pobre que apenas tenía para comer. Por eso, un día decidió empezar a cobrar algo por su música, así que le propuso al campesino un trato muy razonable.

-Puedo tocar para ti una hora todos los días a cambio un litro de leche.

 El campesino, que era muy avaro, aceptó a regañadientes, y tras disfrutar de aquella hora de música, se marchó.

 Pasaron varios días sin que el campesino apareciera por casa del músico pero una mañana se presentó de nuevo y pidió su canción entonces el músico le dijo:

 -Aún no he recibido la leche y…

- ¡Ay! que cabeza la mía, se me ha olvidado. Mañana te daré un litro de leche de hoy y el que debía.  Y esto volvió a decirlo muchas veces más…

 Un buen día, el músico, cansado de la situación, decidió presentar ante el juez una queja contra su vecino. El juez llamó al campesino y le dijo:

-Le debes al músico cuarenta litros de leche. Además han pasado ya casi dos meses desde que el empezó a tocar para ti. Así que, para compensarlo de tu tardanza en el pago, se llevará una de tus vacas a su casa durante ese tiempo.

- ¡Pero cualquiera de mis vacas da diez litros de leche diarios! ¡Cuatro días serían más que suficiente para saldar la deuda!- contestó indignado el campesino.

-Por eso- siguió diciendo el juez-, el resto del tiempo tocará para ti diez horas diarias. El campesino no tuvo más remedio que aceptar aquella decisión.

Cuatro días después el músico se presentó en la casa de su vecino, cogió el laúd y empezó: tralará la la la tralará la la la… Así estuvo diez horas. Al día siguiente hizo lo mismo, y al otro y al otro…

El campesino se fue poniendo cada vez más nervioso y cuando se hartó, rogó al músico que no tocase más.

 -Yo solamente cumplo órdenes – le contestó el músico.

Entonces el rico y avaro campesino se presentó ante el juez y dijo fuera de sí:

-Me voy a volver loco, no soporto más esa música

- Dime, entonces, como podrá pagarte el músico los litros de leche que aún te debe.

- ¡Me da igual! ¡Estoy dispuesto a regalarle la  vaca con tal de no volver a escuchar esa melodía!

  El músico aceptó encantado dejar de ver a su vecino y no le faltó ni leche ni queso el resto de sus días.

Cuento popular chino.