Uno puede estar a favor de la globalización y en contra de su rumbo actual.

“Uno puede estar a favor de la globalización y en contra de su rumbo actual, lo mismo que se puede estar a favor de la electricidad y
en contra de la silla eléctrica.”
Fernando Savater

El termino globalización ha sido de gran concurrencia en los últimos años ya que se la tilda de “el peor mal al venidero futuro”. Se habla de que esta ha sido participe de grandes pérdidas en cuanto a la identidad propia, de ser un inmenso reflejo del imperialismo aun viviente y de ser la causante de la acumulación de capital en unos pocos.

Es necesario tener en cuenta que la globalización no es un fenómeno que se ha desarrollado únicamente desde la aparición del internet y la universalización del conocimiento sino que nació junto con el descubrimiento y colonización del continente americano en los siglos XV y XVI. Allí se dio al término de globalización un tinte de “imposición de un lenguaje universal”, que se ha mantenido en la ideología capitalista hasta nuestros días, dando paso al olvido de las ideas originarias de pueblos mesoamericanos completamente diferentes de la filosofía clásica occidental. Estas cosmologías se caracterizaron por estar fundamentadas en la relación del hombre con su entorno y su dependencia del mismo, haciendo especial énfasis en el cuidado de la Madre Tierra. Ante la imposición de la cultura occidental en este territorio al llegar los europeos, estas ideas únicamente han quedado plasmadas en escritos de unos pocos que registraron muy superficialmente los pensamientos de estas culturas nativas y en la memoria de aquellos que por medio de la palabra la han inmortalizado.

Pero, ¿Qué hacer frente a este olvido de las raíces mesoamericanas? Planteo, que es ineludible reformular el discurso que por más de cinco siglos ha permanecido acerca de la globalización, es decir, proponer a esta, no como un ente que busca engendrar una cultura universal, sino como un movimiento que impulse a cada nación del mundo a buscar sus propias raíces,  así se da una diversificación de pensamiento que cada uno ha de compartir, generando un verdadero mundo globalizado. Por ello, de la mano con varios movimientos nacionalistas, indigenistas e incluso ambientalistas, proponer dinámicas en las que cada ciudadano se sienta llamado a vivir sus antepasados, rescatando así la conciencia sobre la interrelación del ser humano con su medio ambiente.

En conclusión, es necesaria una nueva perspectiva del fenómeno de la globalización donde por medio del rescate de la cultura nativa de cada territorio se dé una diversificación del conocimiento, en vez de plantear un solo conocimiento para el mundo entero, eliminando las demás alternativas.

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