Visión Americanista de Mir, Arjona y Martí.
Enviado por andresjoe • 10 de Septiembre de 2016 • Apuntes • 1.409 Palabras (6 Páginas) • 234 Visitas
Visión Americanista de Mir, Arjona y Martí
Aunque sea desagradable pensar, todos somos esclavos de nuestra biología. Nuestras capacidades cognoscitivas van muy rápido para nuestro lado visceral alcanzar. La agrupación es más efectiva para la supervivencia pero entra en conflicto con características individualistas proveídas por la evolución. El cambio a cooperar en grupo es uno lento, y ya de momento las cantidades en los grupos se multiplican, complicando las dinámicas. El “Número de Dunbar” indica que los humanos tienen un límite en la cantidad de relaciones que pueden mantener, alrededor de 150. Grupos que contengan más que esto son inestables, así que es menos sorprendente la interacción fallida de América. La dinámica americana normalmente consiste de Estados Unidos, el semblante del colonizador original, en relación al resto de América. Numerosas personas de diferentes orígenes fueron golpeadas por la colonización, cuyo efecto continúa hasta el día de hoy. Las preguntas que surgen son “¿Quiénes somos?” y “¿Qué hacemos ahora?”. Ya no hay vuelta atrás hacia quienes eran, pero tampoco se pueden quedar donde están. De manera complementaria, los escritos “Contracanto a Walt Whitman” (1855) de Pedro Mir, “Si el Norte fuera el Sur” (1996) de Ricardo Arjona y “Nuestra América” (1891) de José Martí traen perspectivas diferentes que crean una imagen completa de dónde viene, dónde está y a dónde se dirige América.
En el “Contracanto a Walt Whitman”, Pedro Mir idealiza la América pura, pre-colonización. Aquí la idea de que la Tierra era herencia común se echa a un lado cuando el “yo” colectivo pasa a un “mío” conflictivo. La libertad yacía en quitar libertades. Ya no hay compartimiento, ninguna cosa puede pertenecerle a dos, así surge la pelea por la posesión. Estos son los pilares de la nación emergente. Un juego donde el perdedor cae más fuerte y el ganador no lo es por mucho tiempo. El “mío” es inestable y se hace lo necesario para sustentarlo. El genocidio, la explotación y la esclavización era necesaria para poder mantener ese “mío”. El fundamento de esta América era inhumano, así que el producto no podría ser nada diferente. El conflicto del “mío” empieza a ponerlos en contra de ellos mismos, se necesita regular. Las leyes viejas entran por aquí, no sólo afectando a los nativos sino también empezando a tropezarlos a ellos mismos. La democracia, en su resplandeciente paradojismo: la libertad de decidir entre todos como pueden lucrarse como individuos. Se fomenta la creencia colectiva de creer sólo en el individuo. El capitalismo como filosofía de vida. Consecuentemente surge la moneda, añadiéndole carisma a su territorio puro. Todos tienen la oportunidad de subordinar. Pero el “mío” sigue necesitando sustento y vienen los bancos, que dan hincapié a corporaciones y monopolios. El poder lo van empuñando cada vez menos, pero con cada vez más. El “mío” aunque ya careciente de poder en el americano promedio, sigue siendo la fuerza que los impulsa sin notar que es lo que los drena. Es este embellecimiento de la riqueza el que Arjona critica en su canción.
Johann Wolfgang von Goethe dijo que el mejor esclavo es aquel que cree que es libre. Los opresores iniciales van perdiendo la identidad y cultura la por sus propias manos, justo como los nativos. Tratan de anclarla a lo material, producto de su “mío” que Arjona señala en la superficialidad de su cultura popular, a falta de verdadera cultura. Pero el fenómeno capitalista no termina, el parásito, encima de lo mencionado, necesita drenar riquezas extranjeras para mantenerse vivo. Y lo logra a fuerza proveída por sus esclavos locales que están bajo un “látigo perfecto”. Sus posiciones de esclavos son glorificadas, y la guerra está llena de honor. En su canción “Si el Norte fuera el Sur”, Arjona señala cuán arbitraria es la moralidad estadounidense. La cual es bien definida separando blanco y negro, sin preocupación por el gris. Usar jóvenes de 18 años como peones en luchas para mantener poder económico superior es indudablemente bueno, pero el ingerir alcohol a esa edad es demonizado. Este lado del continente podría ser el inculto del que hablaba Martí en su ensayo, que utiliza la violencia para mantener sus ideales, cementándolo con una cultura que glorifica la violencia “honorable”. Se tuercen los valores a conveniencia, y se ve en el cine que normalmente pone la guerra en luz favorable. Pero, su mar de contradicciones es fácil de ignorar cuando el objetivo es tan atractivo.
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