Vivir una vida buena-1

Vivir una vida buena.

Víctor Estrada-Mena

Con el paso de los años, las experiencias de vida van moldeando el camino por recorrer de cada persona. Desde el nacimiento, iniciamos un proceso de aprendizaje que paulatinamente va aumentando con el transcurrir de la vida.

La acumulación de conocimiento deriva en la aplicación de principios, actitudes, costumbres y valores en cada uno de nuestros actos en el diario vivir. Es por ello, que en la medida que apliquemos de la mejor manera la sabiduría acumulada, de ello dependerá la condición de la calidad de vida que cada quien quiere llevar.

Puesto que no existen recetas mágicas que nos aseguren que con la aplicación de ciertas normas o procedimientos lograremos la fórmula perfecta para vivir una vida buena, sí es importante considerar la aplicación de una serie de prácticas que rijan nuestras acciones para lograr la mejor convivencia posible, iniciando en nuestro hogar y trasladándolo hacia el resto de la sociedad.

Los valores.

En nuestra interacción diaria, son muchas las normas y principios que aplicamos y empleamos como lazos para estrechar relaciones con los demás individuos de nuestra sociedad. La base fundamental de toda relación radica en los valores personales que practicamos; es por ello, que de acuerdo a nuestra forma de actuar,    la moral, la aceptación, la integridad, la ética y el amor, entre otros; sirven como ejemplo de nuestra forma de ser y de nuestro comportamiento.

Como parte de nuestra convivencia, la experiencia obtenida por medio de las prácticas de vida heredadas de generación en generación, tradiciones, costumbres y valores ejercidos por nuestros ancestros, se ve traducida en el conocimiento que transmitimos como padres a nuestros hijos y todo esto, determina la forma en que actúan y se desenvuelven en sociedad. Los valores familiares son el pilar fundamental en la formación de cada persona, puesto son ellos los que afianzan el bien común y son los que permiten mantener activa la vida en sociedad.

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