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Ángeles Y Demonios


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  775 Palabras (4 Páginas)  •  540 Visitas

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Solo tus caricias logran calmar mi sed. Toda ansia de encontrarte en cada una de mis vidas es insaciable. Mi vida. ¿Cuándo entenderás que soy feliz por que existes? Soy feliz por saber que alguien en el mundo me ama, siendo tu una de las personas que mas debería odiarme.

Me siento un cobarde.

Aun así, por hacerme la existencia tan maravillosa, soy un mediocre. No puedo mostrarte mi sonrisa, por que la cobardía me mata. Y cada día estoy más débil. Por que se que no tengo el valor para vencerte. Por que mis promesas son vacías. Por que esas palabras son tan lejanas, me gustaría alcanzarlas pero tengo miedo. Por momentos pareciera que te percatas de ello y aun me abrazas.

Me causo asco.

Por tenerte en mis brazos y aun así no hacer nada para merecerte. Nada de lo que tengo para ti es bueno y lo sabes perfectamente. Soy el líder que espera tu muerte junto con otras siete más y aun así me amas.

¿Por qué me amas?

Tu muerte es tan deseada por mi que cada vez que te acercas tiento a la suerte para sacar mi espada y atravesarte. Solo con portar ese nombre causas miedo, pero te muestras frente mío tan frágil con una piedra hermosa a punto de caerse. ¿Por qué me tomas tanta confianza? Podría matarte en el momento o hacerte sufrir asta que me lo pidas, que devuelva tu alma al inframundo. Sin embargo, en el momento que me abrazaste te refugiaste en mis brazos como tu ángel protector, sabiendo mi deber. ¿Realmente estas desesperada para aliarte al enemigo? Y lo mas absurdo con la excusa del detestable amor.

¿Por qué rayos YO te amo a ti?

Tu mirada desafiante se cruzó mi mente, tentando acabar contigo de una vez. No obstante te burlas por saber que no soy capaz de hacerte daño ni mucho menos por tener el coraje de admitir que estoy enamorado de un demonio. Suspiré por esa palabra. Sonaba tan ilusa e inocente, típico de un humano. Odio esta palabra, demasiado ordinaria que me causaba asco. Amor. Nuestras vistas se encontraron frecuentemente en esta noche estrellada. Mi orgullo no me permitía nada de esto. Él mismo me obligaba a ser el cobarde. Cobardía. Ese debería ser otro pecado, pues para que negar, se sumaría a mi lista interminable de pecados cometidos solo por que te vi. Lujuria, esta vez si conseguiste lo que querías, humillarme, sentirme un miserable, indigno de llamarse al menos ángel. Aun así, los ojos que veo no son de una bestia, están llenos de inocencia y luz. He aquí de nuevo esa palabra tan detestante. Amor.

Tengo miedo.

Eres tan delicada y tenue que mis brazos me obligan a tratarte con demasiado cuidado. Esta noche lucías esa mirada devastadora como aquella noche donde arruiné lo que te quedaba de vida. Sentía mis sucias y grandes manos sobre tu sedosa piel, deslizándose lentamente. Temía hacerte daño nuevamente. Demasiada belleza para un arcángel pecador. Derramé la última de mis lágrimas. No soportaría el

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