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Conversación del Dr. Ángel Díaz Barriga con la Mtra. Claudia Bataller Sala sobre el tema Evaluación Formativa. Aspectos generales


Enviado por   •  8 de Julio de 2023  •  Informes  •  1.101 Palabras (5 Páginas)  •  351 Visitas

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Conversación del Dr. Ángel Díaz Barriga con la Mtra. Claudia Bataller Sala sobre el tema Evaluación Formativa. Aspectos generales.

La evaluación formativa ocupar un papel protagónico en el nuevo programa de estudios; la misma busca lograr que los alumnos tomen conciencia de qué están aprendiendo, cómo lo están haciendo, qué dificultades enfrentan y de qué manera pueden superarlas. No obstante, ponerla en práctica implica grandes retos y dificultades.

Una de las principales problemáticas es el hecho de que la misma no se puede aplicar de forma igualitaria en todas las fases, no se puede generalizar; por el contrario, es necesario tener en cuenta quienes son los objetos de aprendizaje. Por ejemplo, los niños más pequeños podrán dar manifestaciones de reflexión de su propio aprendizaje de manera concreta y específica por medio del juego, el dibujo, etc.; en etapas más avanzadas, (como de la fase 4 en adelante) se pueden esperar productos más complejos y análisis más ricos en las que los educandos logran identificar que están aprendiendo, que dificultades han tenido y que pueden hacer para mejorar.  

En conclusión, el docente debe ser consciente de que la etapa de desarrollo debe influir en la decisión del tipo de productos y actividades que se llevan a cabo para realizar la evaluación formativa.

¿Dónde se debe hacer esta reflexión? No hay espacios ni formas especificas; los espacios no se pueden establecer, porque la evaluación formativa va de la mano del proceso de aprendizaje, regulación y autorregulación de los NNA. En la planeación no se puede especificar en qué tiempos se va a evaluar. Los maestros deben tener la sensibilidad para encontrar el momento de reflexión sobre el trabajo del grupo.

Los menores dan evidencia del proceso que están llevando a cabo a partir de las preguntas que los profesores les dirigen (¿cómo están aprendiendo?, ¿qué se les ha dificultado?, ¿Qué se les ha facilitado?, etc.)

La evaluación formativa no solo debe hacerse de forma individual, se debe propiciar también de manera colaborativa: no solo se trata de la reflexión un solo niño, sino del análisis que se hace junto a los otros.  

El docente debe determinar en que momento es prudente hacer un alto en el camino para mirar y cuestionar ¿cómo vamos?, ¿qué es necesario mejorar?, etc. Es preciso que haga constantemente una autorreflexión, que valore si las actividades y recursos son los adecuados, que se pregunte que puede mejorar y que es necesario cambiar. Si el maestro aprende a reflexionar sobre su propia práctica, va modelar esta habilidad en los pequeños.

De las fases 3 en adelante, se puede utilizar el examen como un instrumento de retroalimentación, que permita después de su aplicación, analizar con los menores a que se deben sus resultados.

La evaluación formativa no esta peleada con los exámenes, por el contrario, ésta retoma todos los recursos a su alcance que permitan recabar datos y tomar decisiones certeras para potencializar el aprendizaje de los niños.

La escuela tiene la obligación de formar alumnos capaces de resolver distintos tipos de ejercicios para poder afrontar el mundo al que se enfrentan. Por eso, hay que cambiar la perspectiva que los estudiantes tienen de los exámenes, transitando del temor que genera el contestarlos a visualizarlos como un instrumento que les permitirá conoce y trabajar en sus áreas de oportunidad.

La evaluación formativa solamente puede existir si los educandos se comprometen a hacer una reflexión de su aprendizaje. Para lograrlo, el profesor debe tener la apertura de reconocer si las actividades planteadas funcionan o no y manifestar disposición para redirigir su intervención.  

Un gran problema: la calificación.  Por lo general los alumnos y padres se centran en el resultado numérico, olvidándose del proceso. Esto se debe a que existe una mentalidad que cataloga a los menores de acuerdo a sus calificaciones (si sacó 6 o 7 es un mal estudiante, si saco 9 o 10 es bueno). Esto conlleva a que educandos, familias e incluso las mismas escuelas se preocupan más por el número que por lo que realmente están aprendiendo los NNA y la manera en que lo están haciendo. En este sentido, se debe enseñar a tener determinados rendimientos, pero es importante distinguir entre los resultados y procesos (La evaluación formativa mira el proceso, no solo el resultado).

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