10 años De La Educacion En Colombia
Enviado por mariafe1703 • 20 de Mayo de 2015 • 2.601 Palabras (11 Páginas) • 469 Visitas
10 AÑOS DE LA EDUCACION EN COLOMBIA.
Para empezar voy hablar un poco para qué sirve la educación, para algunos es la solución a todos los problemas y para otros es el origen de todos los males. Nelson Mandela dijo una vez que la educación es el arma más poderosa que existe para cambiar el mundo. Pero no todos son tan entusiastas: Albert Einstein afirmaba que lo único que se interponía entre él y el aprendizaje era la educación.
A ambos hay que creerles. ¿Cómo no creerle a Mandela cuando hablo de cambiar el mundo, si logró ser el primer presidente surafricano elegido por sufragio universal tras pasar 27 años en prisión luchando contra el racismo? Por su parte, Einstein se dio el lujo de cambiar el mundo prescindiendo de parte de su educación adolescente: cansado de las críticas de sus profesores, abandonó el colegio como cualquier hijo de vecino (consiguió una excusa médica) y se dedicó a pasear por Italia mientras llegaba la hora de presentar sus exámenes en el Politécnico de Suiza. Dos personajes brillantes con dos percepciones distintas sobre la educación, y ambos tenían razón. La educación puede ser un trampolín hacia el progreso, pero también puede ser un lastre si no se adecua a las cambiantes necesidades de la sociedad.
El Gobierno preparo el Plan Nacional Decenal de Educación 2006- 2015, cabe preguntarse si nuestra educación es adecuada para atender nuestras necesidades en el siglo XXI. La respuesta no es alentadora: muchos aspectos de nuestros procesos educativos son obsoletos y difícilmente podremos salir adelante en este siglo si no los cambiamos.
Cierto es que la educación ha tenido avances importantes en los últimos años en el país. La cobertura bruta de la educación básica y media ha llegado a 90 por ciento, mientras la de la educación superior ronda el 30 por ciento. Entre tanto, los colombianos mayores de 15 años pasaron de tener un promedio de 6,4 años de educación en 1992 a 7,9 en el 2005, y la tasa de analfabetismo ya está por debajo de 7 por ciento. A pesar de los avances, esos logros son insuficientes. La cobertura de la primaria en Colombia aún está por debajo de las de Costa Rica o Brasil, la de la secundaria todavía es inferior a la de Argentina o Cuba, y en educación superior apenas logramos en el 2003 la tasa de cobertura que el promedio de América Latina alcanzó en 1997. Pero hay algo mucho más grave: la pobre calidad de nuestra enseñanza. ¿De qué sirve aumentar la cobertura de la educación si sus resultados son deficientes? Las cifras son alarmantes: sólo 13 de cada 100 estudiantes de grado 9 logran resolver problemas complejos en matemáticas, y sólo 29 de cada 100 alumnos de grado 5 pueden hacer una lectura con inferencia, lo que significa que los 71 restantes leen sin que la cabeza les haga click.
Cabe señalar que con esos resultados, no es raro que cada vez más estudiantes repitan sus cursos y que muchos estén abandonando las aulas. La tasa de repetición en la educación preescolar, básica y media aumentó de 4,3 por ciento en 1999 a 6 por ciento en el 2002. La deserción es aún más preocupante: en el 2002 desertaron 600.000 niños de la educación preescolar, básica y media, y se estima que la deserción en la educación superior en el 2003 fue de 50 por ciento. El problema se extiende a la poca relevancia de lo que se está enseñando. Según el Plan de Desarrollo, entre las principales causas de la deserción en la educación superior se encuentran la falta de pertinencia de los contenidos y el poco entusiasmo que generan en los estudiantes. Para no ir más lejos, hace poco PORTAFOLIO publicó un editorial que ponía el dedo en la llaga: los jóvenes no quieren ir a la universidad.
De cualquier modo mientras nos esforzamos por ampliar la cobertura de una enseñanza deficiente con una relevancia cuestionable, el mundo se transforma a pasos agigantados. El nuevo siglo ha traído inmensos retos para el país, que sólo podremos enfrentar con una gran transformación educativa.
¿Y cuáles son esos retos? Con la profundización de la globalización, Colombia ha quedado en un sándwich en el mercado mundial: nuestros productos no pueden competir por precio porque nuestros costos son más altos que los de países asiáticos, y no tenemos la capacidad innovadora para producir bienes que puedan penetrar los nichos más exigentes del mercado. Los escritorios de muchos empresarios colombianos están llenos de libros como La estrategia del océano azul o Diferenciarse o morir, pero para ponerlos en práctica se necesita capital humano idóneo.
Hay que reconocer que debemos convertirnos en un país innovador si queremos sobrevivir en un entorno globalizado. ¿Pero tenemos la capacidad creativa para hacerlo? Desgraciadamente no. ¿Puede ser innovador un país si 71 por ciento de sus estudiantes de quinto grado no pueden inferir a partir de lo que leen y 87 por ciento de sus alumnos de noveno no pueden resolver problemas matemáticos complejos? Esas limitaciones se manifiestan en nuestra precaria posición en la economía global. Colombia ocupa el lugar 57 en el escalafón mundial de innovación, detrás de países como Chile (33), México (37), Brasil (40) y Costa Rica (51). Nuestro rezago en innovación es elocuente: en Colombia solo se otorgaron 0,67 patentes por millón de habitantes en el período 1996- 2004, muy por debajo del promedio latinoamericano de 2,07 patentes, y de las otorgadas en países como Argentina (4,65) o Chile (2,43).
Es oportuno ahora e interesante examinar el problema también desde un punto de vista de cambio, una innovación o reforma fallida, un cambio forzado, puede traer como consecuencia una disminución de la actividad innovadora de padres y profesores, o un fortalecimiento de tendencias conservatizantes, además de la subsiguiente pérdida de credibilidad de los interventores en política educativa. El cambio debe involucrar según Fullan una adecuada relación entre el individuo, el significado colectivo y la acción en las diversas bifurcaciones del cambio. Si estos condicionantes se presentan, hay una actitud favorable hacia él, o se minimizan sus efectos. Una situación política, un hecho social, puede traer como efecto que las personas se interesen por las innovaciones, que se pueden adoptar para estar a la altura de las exigencias o la correspondiente competencia comercial, tecnológica entre países. La colisión de estos factores, la insuficiencia de algunos de ellos, el deficiente apoyo de los maestros o la extremada confianza en la reforma educativa, la falta de cuestionamiento previo; son algunos de los factores que hacen que una innovación se convierta en pseudo reforma, es decir, en un proceso que produce resultados irrisorios o negativos.
Para algunas reformas educativas en el mundo, como señala Fullan, el final ha sido equivocado o negativo.
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