21 lecciones aprendidas para el siglo XX1

21 Lecciones para el Siglo XXI

DECEPCIÓN

Durante el siglo XX, se crearon tres relatos con el objetivo de explicar el pasado y predecir el futuro: fascismo, comunismo y liberalismo. Luego de la caída del fascismo y comunismo, el relato liberal pasó a ser la guía dominante para el pasado y el manual para el futuro. Este relato recae sobre el valor y el poder de la libertad. Sostiene que los regímenes opresores no daban lugar a oportunidades económicas y libertades personales. Los regímenes democráticos lograron superar las dictaduras, y la libre empresa terminó por superar las restricciones económicas.

El relato liberal reconoce que no todo va bien en el mundo y que aún quedan obstáculos por superar. Para superar estos problemas (pobreza, violencia, opresión, tiranía) es necesario otorgarle más libertad a los individuos, proteger los derechos humanos, extender el voto, establecer libre mercados y permitir la libre circulación de individuos, bienes e ideas por todo el mundo. De esta forma, se generará paz y prosperidad para todos (la panacéa liberal).

Entre el 90 y el 2000, muchos países adoptaron estas fórmulas liberales, pero luego de la crisis del 2008, el mundo se comenzó a replantearse este relato. Retornaron los muros y las barreras, resistencia a la inmigración y los acuerdos comerciales. Esto alcanzó a EEUU y a Europa Occidental a partir del 2016 con el Brexit y la llegada de Trump a la presidencia.

En 1938 se le ofrecía al hombre 3 relatos para elegir, luego de la 2da Guera Mundial, sólo dos, posterior al 1998 sólo uno. Y finalmente en 2018 ya no hay relatos. Los liberales se quedaron sin relato y la élite no entiende cómo interpretar esta nueva realidad.

La sensación de desorientación se agrava aún más por el ritmo acelerado de la disrupción tecnológica, ya que le cuesta al liberalismo tratar con revoluciones en curso, como es la tecnología y biotecnología. La tecnología puede llegar a tener fuertes impactos en el proceso político y sistema monetario (bitcoin). En el próximo siglo, la biotecnología y la infotecnología nos proporcionarán el poder de manipular nuestro mundo interior y remodelarnos, pero el riesgo es que no conocemos las complejidades de nuestra mente y podríamos generar cambios que alteren nuestro sistema mental. Esta revolución será llevada a cabo por ingenieros, emprendedores y científicos que son poco conscientes de las implicancias políticas de sus decisiones. La disrupción tecnológica aún no constituye un punto a tener en cuenta en los programas políticos. El impacto de la tecnología en los empleos tendrá un fuerte impacto (pérdida de muchos puestos laborales), y esto puede ser una de las causas de la pérdida de fé en el relato liberal.

En el siglo XX, las masas se rebelaron contra la explotación y se amplío el poder político. Sin embargo, ahora las masas se sentirán excluidas del modelo, irrelevantes frente al mundo de los algoritmos e inteligencia artificial. Quizá no logren comprender estas tecnologías pero sí se dan cuenta que el futuro no las tiene en cuenta.

TRABAJO

Aún no es posible descifrar cómo será el mercado laboral en 2050, pero lo que sí estimamos es que sufrirán grandes cambios debido al aprendizaje automático (machine learning). No hay una única postura al respecto. Algunos consideran que dentro de una o dos décadas, ya muchas personas se volverán innecesarias desde el punto de vista económico, mientras que otros consideran que la automatización continuará generando nuevos puestos de trabajo. Los temores de que la automatización genere desempleo masivo se remonta al siglo XX, y hasta ahora nunca se ha materializado. Desde la Revolución Industrual, por cada empleo que se perdía debido a una máquina, se creó uno nuevo, y el nivel de vida en general creció. Pero puede que esta vez no sea igual.

Los humanos        tienen dos tipos de capacidades, las físicas y las cognitivas. En el pasado, las máquinas competían principalmente por capacidades físicas. Esto generó que los trabajos automatizados como en la agricultura e industria, generarán nuevos empleos de servicios, que requerían capacidades cognitivas (analizar, comunicar, comprender emociones humanas). Sin embargo, la IA (Inteligencia Artificial) está empezando a superar a los humanos en estas habilidades.

La investigación en neurociencia y la economía conductual, ha permitido a los científicos acceder a los humanos y comprender mejor el proceso de toma de decisiones. Se descubrió que cualquier elección que hacemos depende del trabajo de millones de neuronas que calculan probabilidades en microsegundos. La “intuición humana” no es más que un reconocimiento de patrones. Los algoritmos bioquímicos del cerebro humano no son perfectos, sino que se basan en la prueba y error. Esto implica que la IA puede superar a los humanos en tareas “intuitivas”, compitiendo contra redes neuronales en el cálculo de probabilidades y reconocimiento de patrones. Si las emociones y los deseos son algoritmos bioquímicos, no hay razón para pensar que una computadora no podrá  descifrar dichos algoritmos y hacerlos mejor que cualquier homo sapiens.

La amenaza de la pérdida de puestos de trabajo no viene únicamente del auge de la infotecnología, sino que es el resultado de la confluencia de la infotecnología con la biotecnología. La IA no sólo está a punto de superar a los humanos en habilidades que eran exclusivamente de humanos, sino que también posee capacidades exclusivamente no humanas, como la conectividad y la capacidad de actualización. Como los humanos somos individuos, es complicado conectarnos entre nosotros para garantizar que todos estemos actualizados. Sin embargo, para los ordenadores esto es muy sencillo integrándose en una única red flexible. Es más probable que los humanos seamos reemplazados por una red integrada de computadoras. Al pensar en la automatización, deberíamos comparar las capacidades de un conjunto de individuos humanos con las capacidades de una red integrada.        

Un ejemplo claro se da con conductores, los cuales no siempre están familiarizados con todas las normas de tránsito y frecuentemente se incumplen. Cuando dos conductores se acercan a un cruce, pueden comunicar erróneamente sus intenciones y chocar. En cambio, los vehículos sin conductores forman parte de un mismo algoritmo, podrán comunicarse entre sí, y las probabilidad de choque son considerablemente menores. Estas ventajas potenciales de la conectividad y de la capacidad de actualización son tan grandes que en algunas profesiones tendría sentido sustituir a todos los humanos por computadoras.

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