25 Cosas Para No Irle Al Azul

25 reflexiones de la final

Aunque todas las cosas y todas las palabras ya han sido dichas, ¿por qué no intentar mejorarlas?

• Nadie lo sabía, pero cuando Chaco Giménez estrelló el balón en el poste, a 17 minutos de que acabara el partido de vuelta, empezó a jugarse la mejor final de todos los tiempos. ¿Quién se atreve a acordarse ahora de los sosérrimos 163 minutos iniciales?

• Aquivaldo y Moy revivieron a los Sheringham y Solskjaer de aquel Manchester – Bayern de 1999. El América vino de abajo para ganar en penales con la heroicidad del Liverpool que doblegó al Milan en 2005. Luego Alejandro Castro se resbaló con el dramatismo de John Terry en 2008. América – Cruz Azul fue la adaptación de todas las finales épicas que guarda nuestra memoria en una sola. Antes de empezar con el coctel de sarcasmos, ironías y paradojas, gracias a ambos por lo que les toca.

• Judith tiene 4 años. ¿Está jugando el Barça, papá?, me preguntó. “Entonces quiero que apagues la tele y vengas a jugar a mi cuarto.” Corría el minuto 87 y mandilonamente accedí a sus indicaciones. Todo estaba dicho en el soso partido y me daba pereza ver celebrar al Cruz Azul, por lo que estiré el brazo y puse el dedo índice en el botón verde del control remoto. Gracias al cielo me acordé de último segundo que se trataba del Cruz Azul y que todo podía ocurrir. Luego metió gol Aquivaldo y ya saben el resto. Lo siento por los cruz azulinos, pero de una u otra forma ya deben estar acostumbrados. No me imagino en cambio, lo mal que la deben estar pasando todos aquellos americanistas que se fueron del estadio a cinco del final para evitar aglomeraciones. Sus vidas ahora carecen del menor sentido.

• Este lunes irá a trabajar la mayor cantidad de gente triste que se recuerde en los últimos años (con excepción de esos días malditos que ocurren cada 4 años tras octavos de final.) Quienes verdaderamente hacen del América el equipo más grande (¿o el menos chico?) de México son los fieles y fervientes antiamericanistas. El mayor mérito del club es que, aunque lleve 20 años siendo un equipo del montón, ha mantenido su antipatía intacta. Cuatro de cada cinco deseamos ver sus plumas volar cada fin de semana. El antiamericanismo es grande, muy grande. Y hoy el coco de los antiamericanistas vuelve a ser el aguafiestas Cruz Azul.

• El PRI en Los Pinos y la Liga en Coapa. ¡Creo que huí del país justo a tiempo!

• Nos cague o nos recague, el América nos enseñó que los milagros sí existen. Gracias a ellos eso de lo de “la esperanza muere al último” y el “sí se puede” dejarán de ser psicología barata. Ahora mantendremos la fe en nuestro equipo hasta el último suspiro, sin importar a cuántos nos hayan expulsado, los muchos goles que nos falten por meter, ni el nulo tiempo que quede para anotarlos. Ante la adversidad y la desesperación siempre surgirá una voz interior a dos minutos de la desolación: “Acuérdate del pinche América”. Y la neta nunca repetiremos semejante milagro, a menos de que tengamos la suerte de tener al Cruz Azul en frente, pero toda la vida seguiremos aferrados al recuerdo: el legado del Piojo Herrera.

• Expulsión de Quico iniciando el partido. Gol de Aquivaldo a dos del final. Gol del portero en la última jugada. Gol de Layún para salir campeones. Me cae que ni al guionista del Chanfle se le hubiera ocurrido mafufada semejante. Ojalá vivieran Sófocles y Eurípides para que aprendieran a escribir una verdadera tragedia.

• El América de Lapuente había perdido la ida 2-0 ante el Necaxa de Arias. Cuando Misionero Castillo remató el tiro de esquina que sellaba el gol de oro para el campeonato, más de uno pensamos que todo fue un guión escrito en Chapultepec 18. Ayer se repitió la historia: Estadio Azteca, tiro de esquina, gol de último segundo. Siempre el destino se deja seducir por las Águilas. ¿Suerte? ¿Conspiración? ¿O será simplemente que hay equipos que nacieron para ganar y otros para hacer reír?

• Justo cuando parecía haber cazado a los fantasmas del subcampeonísimo y de la paternidad americanista, a Cruz Azul le pasa esto. Hay quien tiene vocación de rey y otros nacimos para bufón. En México y en el mundo, Cruz Azul sigue siendo el equipo más divertido. Basta recordar con qué hambre festejaron haber heredado de Dorados de Chihuahua el trono de su copa imaginaria.

• Cruz Azul trasciende la relatividad de los tiempos, las probabilidades matemáticas, la incerteza propia del futbol y hasta la lotería de los penales. No hay una prueba científica que lo certifique y tampoco me molestaré en desarrollar un argumento teórico que lo sustente. En un partido de futbol puede pasar todo, y en México aún más. Todo excepto que Cruz Azul se rebele ante su lúgubre destino. Por alguna abstrusa razón jugadores, técnicos y hasta aficionados van y vienen pero el aura alrededor del club permanece inmutable.

• Y sin embargo, perder es lo mejor que podía pasarles. A ver si me explico: el día en que Cruz Azul salga campeón habrá perdido el último rastro de su identidad. América es y será el club de los mamilas, Chivas gane o pierda es el equipo del pueblo, Pumas el de los marginados, Atlas por más que haya dado pena en 69 y medio de los últimos 70 años, estará siempre asociado con la buena práctica del futbol; Tigres tendrá siempre a la mejor afición y así sucesivamente. Cruz Azul no juega con puros mexicanos, ni trae a los mejores extranjeros. No apuesta decididamente por la cantera, ni tampoco por la cartera. No tiene un estadio grande, ni tampoco hostil. Su afición no es la

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