25 de mayo
Enviado por María Victoria Dinard • 10 de Agosto de 2020 • Ensayo • 1.489 Palabras (6 Páginas) • 259 Visitas
25 de mayo
Cuando éramos chicos, aprendimos que el 25 de mayo era el cumpleaños de la patria.
Y lo era porque hace muchos años atrás, en 1810, los argentinos habían hecho una revolución para echar del gobierno al virrey Cisneros y dejar de obedecer a España.
Y que, tras unas cuantas batallas, llenas de gloria, colmadas de victoria, la argentina se había convertido en un país independiente.
--
Cuando éramos chicos, hacíamos escarapelas de papel crepé, y las maestras dibujaban cabildos con marcadores negros en cartulinas blancas, y ensayábamos durante semanas el pregón del aguatero y de la esclava negra que vendía mazamorra. Nunca supimos, tal vez, qué era la dichosa mazamorra. Pero era lindo ver a nuestros papás conmovidos en los actos, tomándonos fotos que nos conservan para la posteridad con pañuelos anudados en la cabeza y el rostro negro de corcho quemado, o con marciales uniformes de granaderos a caballo.
Cuando éramos chicos esas fiestas eran una fiesta. Porque todo el mundo andaba nervioso y de preparativos, como ocurría con nuestro propio cumpleaños.
Y entre el cumpleaños de un chico y el cumpleaños de un país no había demasiadas diferencias.
Tal vez, simplemente, una cuestión de tamaño.
--
Después crecimos. Y cuando uno crece las cosas se vuelven más complejas. Eso es inevitable. Uno no puede pretender ser chico para siempre. Ni puede pretender que las cosas sigan siendo simples y sencillas. Y la argentina dejo de ser, en nuestras mentes y nuestros corazones esa fiesta brillante de soles sonrientes y escarapelas celestes y blancas.
Cuando uno crece, crecen también sus ansiedades, sus dudas, sus interrogaciones. Y las cosas pierden ese brillo ingenuo y sin preguntas que tienen en la infancia.
Ojalá la patria fuese siempre ese pregón de los vendedores ambulantes, esos enanos de primer grado disfrazados de granaderos.
Pero no. La patria fue otra cosa. En estos doscientos años de existencia, vivimos. Nos equivocamos. Nos traicionamos. Nos peleamos. Profundamente. Rencorosamente.
Y las fiestas patrias también perdieron su magia, su perfección y su inocencia.
--
Cuando uno estudia un poco aprende, por ejemplo, que el 25 de mayo de 1810 estuvo lejos de ser una fiesta popular, en la que todos los argentinos tomaron parte, y marcharon jubilosos al Cabildo para exigir la formación de un gobierno patrio.
Para empezar, lo que ocurrió en mayo de 1810 no ocurrió en la Argentina. Sencillamente, porque la Argentina no existía. Existía un enorme virreinato del Rio de la Plata, que abarcaba la cuarta parte de América del Sur, cuya capital era Buenos Aires. Solo en esa ciudad, en ese pequeño punto del virreinato, estallo la revolución de 1810. Y dentro de ella, la revolución fue un asunto que ocupó a unos cuantos cientos de hombres, en una ciudad que tenía decenas de miles de habitantes, la revolución fue un asunto de unos pocos. Unos pocos hombres que eran educados, que eran ricos, y que eran blancos. El resto, la enorme mayoría, que no eran ni ricos, ni blancos ni educados, estuvo ajena a todo aquello.
--
El propio 25 de mayo, cuando uno de los revolucionarios del Cabildo dijo que “el pueblo” reclamaba la formación de un nuevo gobierno, uno de los españoles que se oponían a la revolución se puso de pie, abrió la ventana y señaló la plaza. Estaba vacía. “y donde está el pueblo?” Preguntó con ironía.
No le faltaban argumentos al buen señor español, que intentaba mantener estas tierras para el rey. La anécdota desnuda la enorme soledad de los revolucionarios. Su avance a ciegas, a marchas y contramarchas. Su camino empedrado por todos sus errores. Nada de paraguas y damas sonrientes. Nada de soldaditos listos para batallas de cotillón. Ningún sol del 25 viene asomando.
--
A estos hombres que emprendían la revolución, los esperaban años de angustia, de dolor, de infinitas pérdidas.
La sombra de la guerra empezaba a planear en su horizonte. Una guerra que iba a incendiar todo el continente. Ese si fue el turno para los otros. Para los que no eran ni ricos, ni blancos, ni educados. Si la revolución fue asunto de unos pocos, la guerra de independencia fue un asunto de muchos. Un asunto de todos. Mestizos, negros, indios y mulatos se vieron envueltos en la tempestad que sus patrones habían desatado. Para ellos la patria no nació en un salón donde se discutía a los gritos, sino en los campos de batalla en los que se enfrentaron los que querían la independencia con los que no la querían.
Las guerras de la independencia duraron hasta 1824. Recién entonces España terminó por darse por vencida, por resignarse a soltar estas colonias que tanto la habían engrandecido.
--
Sería lindo poder decir que entonces si, que entonces empezó la hazaña que por fin se desencadenó toda la gloria. Pero no. Porque los conflictos perduraron. Y una sociedad que se había acostumbrado a la destrucción y a la guerra no dejó esos hábitos de un día para otro. Transcurrieron décadas de enfrentamientos, de guerras civiles, de asesinatos crueles, de persecuciones implacables.
...