ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISEÑO CURRICULAR NACIONAL
Enviado por Fernando Chicoma • 9 de Noviembre de 2015 • Síntesis • 6.175 Palabras (25 Páginas) • 566 Visitas
ANÁLISIS CRÍTICO DEL DISEÑO CURRICULAR NACIONAL – 2009
Lic. Marco Antonio Ventura Rodríguez
Docente - UCH
INTRODUCCIÓN:
LOS “ÍDOLA” DEL CURRÍCULUM
Uno de los secretos mejor guardados durante los últimos años es, a no dudarlo, la elaboración del DCN por parte de los diferentes gobiernos de turno en nuestro país, el Perú.
Como si habláramos de los cuasi experimentos salidos de los laboratorios artesanales y ultra - secretos del alquimista Roger Bacon o, también, de los archivos profanos saturados de expiaciones y ejecuciones justificadas en ese entonces como actos de “purificación” de la Santa Inquisición, como lo cuenta Michael Foucault (1976) lo real es que poco se sabe cómo y dónde, y con qué criterios, se diseñó y construyó el DCN que, en definitiva cuenta, debería ser el documento orientador de la labor docente en todo el país. Y decimos debería porque los maestros nunca han sentido como suyo este documento que se elabora en los gabinetes de Ministerio de Educación al más puro estilo de los secretos medievales y de los adoradores de la torre de marfil.
Entonces hay necesidad de plantearnos una primera y necesaria pregunta: ¿Quiénes han diseñado el DCN? y por supuesto cuando indagamos en las páginas del recientemente publicado documento de marras, nos damos con la “esperada” respuesta de que son el equipo de trabajo de las direcciones de Educación Inicial, Educación primaria y Educación secundaria del MED.
Cuando identificamos a los responsables de la elaboración del DCN nos preguntamos, tal vez de forma ingenua, si tal elaboración se realiza teniendo en cuenta algún diagnóstico medianamente serio de la educación nacional o algún informe (nacional y/o internacional) que sustente los planteamientos básicos que se identifican en el DCN pero solo encontramos, por decirlo de alguna forma, el edificio, pero no así el cimiento con el cual se hizo.
Recordemos que Francis Bacon, (Slee; 2001) el pensador inglés que escribiera su famoso “Novum Organun” señalaba la necesidad de cuidarse de los ídola o ídolos del discurso, que metafóricamente representan las infracciones o faltas que se cometen en el escenario de los discursos públicos convirtiéndose en los recursos cotidianos y acostumbrados de quienes se proponen “impresionar” mas no convencer en la noble esfera de la divulgación del saber. A guisa de ejemplo recordemos la conocida publicación de un texto “filosófico” escrito por el “tristemente célebre” Düring, pseudo pensador alemán que sorprendió muy brevemente el escenario intelectual alemán del siglo XIX y que tuvo una afortunada y esperada respuesta por parte de Federico Engels, el indesmayable compañero del otrora gigante de Tréveris, Carlos Marx, escribiendo como contestación la célebre obra “El Antiduring” en donde no sólo aclaraba las tergiversaciones salidas de la pluma de un experto en la vulgarización pseudocientífica, sino también, se presentó de la forma más bella y didáctica los avances de las ciencias y humanidades que concordaban con el enfoque dialéctico planteado por éstos dos hombres, clásicos del pensamiento.
De la misma forma cuando nos preguntamos por la construcción del DCN y escuchamos de estos corífeos las peregrinas respuestas emanadas por los representantes de los tres últimos gobiernos (aunque la extensión temporal del análisis planteado incluye a casi todos los gobiernos de la república) nos damos con la periclitada respuesta: son los “expertos los que elaboran el DCN”. A este respecto es menester observar que desde hace mucho se desarrolla de forma “normal” la peregrina actividad - que aquí llamamos “iluminativa” – la cual consiste en trasladar o incorporar la información a quienes supuestamente la desposeen, considerando que unos son los expertos o “iluminados” y, los otros – la inmensa mayoría del magisterio –, los aplicadores de lo pensado por los primeros. El siguiente esquema grafica de forma sencilla lo expresado.
Los expertos nos darán todo lo que enseñaremos…ellos piensan y nosotros aplicamos
¿Qué planteamos a los profesores en el DCN?
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El sentido transmisionista presente en el ejercicio curricular está planteado desde los llamados niveles de concreción curricular (desde el MED hasta lo realizado en la escuela) y, como sabemos, se sistematizaron desde los tiempos de la reforma del gobierno de Velasco y continúan actualmente. No se plantea - ni siquiera se insinúa - otras formas de trabajo curricular como por ejemplo las relacionadas con el pensamiento de los profesores, en donde se parte de las propias experiencias profesionales desarrolladas y acumuladas en el tiempo para progresivamente reconstruir los saberes y prácticas y, desde este horizonte, plantear mejoras y reorientaciones en la práctica pedagógica docente (Forlán; 1998).
Demás está siquiera pensar por un momento en realizar un “giro en redondo”, cambiando la ruta de la bitácora del poder y empezar a empoderar a los mismos maestros quienes podrían ser –imaginariamente - los hilvanadores de una propuesta colectiva, popular, que recoja las necesidades y saberes profesionales consolidados por muchos años de experiencia en las más duras e inflexibles condiciones y que, sumando a ello, tendrían la “legítima oportunidad” de construir el cuadro de mando curricular – un nuevo DCN - a los largo y ancho de nuestro país.
Esta preliminar toma de posición nos obliga conceptualmente a ir hilvanando la madeja del misterio del DCN; podemos empezar a plantearnos interrogantes de dos tipos, unas de orden o epistemológico y las otras de carácter especifico o pedagógico con propiedad; ¿Cuáles son los fundamentos filosóficos epistemológicos y psicológicos que subyacen en la construcción del DCN?, ¿Qué tipo de racionalidad se intelige en los planteamientos del DCN?, ¿Qué diagnostico ha servido de base o sustento para la elaboración del DCN?, ¿Qué relación o deducibilidad se expresa en el DCN con respecto a los objetivos estratégicos del PEN?, ¿Quiénes han participado - además de los expertos del MED – en la construcción del mencionado documento?, ¿no sería acaso una acción “legitimadora”, además de legal, convocar a un amplio espectro de profesionales de la educación para participar en el susodicho diseño?, Preguntas éstas de orden principista ya que se interroga sobre las bases o fundamentos, pero podemos hacernos preguntas más específicas que van directamente al útero pedagógico: ¿por qué persistir en una pedagogía por competencias?, ¿Cuál es el criterio epistemológico para la construcción de las áreas curriculares?, ¿Por qué el modelo de evaluación asumido en el DCN es por indicadores y ya no por criterios? ¿Qué se quiere decir – o pedagógicamente hacer – cuando se habla de la necesidad de plasmar el pensamiento crítico en los alumnos? ¿Pensamiento crítico metodológico o social? ¿Pensamiento crítico dialéctico o sistémico? ¿Marx o Morín?
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