APORTE EVOLUTIVO DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PAZ ESTABLE Y DURADERA

PAOLA ANDREA PERDOMO ARAGONEZ[pic 1]

RELACIONES INTERNACIONALES

DENISSE A. GRANDAS ESTEPA

DIPLOMACIA CONTEMPORÁNEA

14/08/2016

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APORTE EVOLUTIVO DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PAZ ESTABLE Y DURADERA

Para la construcción de paz en Colombia, el país no está solo. Al ser una problemática interna con repercusiones externas, la comunidad internacional ha demostrado un interés significativo en apoyar las conversaciones y contribuir política y económicamente al posconflicto. Eso ha impulsado y aumentado las posibilidades para obtener el acuerdo y sembrado una nueva esperanza para los colombianos.

Oslo (Noruega) y La Habana (Cuba), desde el 4 de septiembre de 2012, han sido las sedes para el proceso de paz, el cual está conformado por seis puntos que tienen como objetivo, poner fin al conflicto armado con las FARC y poder ir construyendo una paz estable y duradera. El país cuenta con un gran respaldo. Son 47 países los que han expresado su apoyo para el fin de este conflicto, junto con otros organismos y ONG.

Y es que este no es cualquier conflicto interno, ha sido el más antiguo de América Latina. Su origen desprende dos fases. La primera con factores como la lucha bipartidista, las confrontaciones por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, los conflictos agrarios, el periodo siguiente al Frente Nacional, entre otras. La segunda fase es el surgimiento de grupos armados al margen de la ley como guerrillas, paramilitares, etc. Además del narcotráfico, los secuestros, extorsiones, los conflictos producidos por la inequidad y la falta de recursos.

La violencia en Colombia se ha transformado en un círculo vicioso con múltiples actores que buscan conseguir beneficios propios del conflicto. Una de las cosas más graves son los daños que sufre la población, y esto causa curiosidad, ya que el objetivo de algunos grupos armados era velar por el bienestar de las sociedades desprotegidas.

Razón por la cual, después de tanto tiempo, Colombia ya está prácticamente acostumbrada a la violencia. Pero eso no significa que esté bien. Día a día vemos como secuestran personas, las torturan, las matan y desplazan a las familias de sus hogares. Por eso se quiso poner un alto, mostrar el desacuerdo respecto a todos esos hechos atroces que van deteriorando al país, levantarse en contra de la violencia y conservar una esperanza.

El proceso de paz, aunque no estaba planeado en un inicio por Santos, abrió la gran posibilidad del cambio. El gobierno de éste empezó a crear relaciones con Europa y Asia, al igual que, supuestamente, las normalizó con Venezuela y Ecuador, países vecinos. De esta forma, “el proceso de paz se empezó a convertir en la bandera de su política exterior y, como era de esperarse, los nuevos socios, amigos y “mejores amigos” de Colombia no tardaron en manifestar su apoyo” (Antolínez, 2016). Venezuela facilitó el acercamiento de las FARC con el Gobierno y Ecuador se ofreció como sede para las conversaciones próximas con el ELN.

Hubo una complicación que llevó a la suspensión del proceso, ya que se presentó el secuestro de un general del ejército, pero tras su liberación se reanudó. Así, tras casi cuatro años de diálogo, se firmó el acuerdo del cese bilateral definitivo al fuego y la entrega de armas, lo que no sería el cierre total del conflicto, pero sí gran parte de él. Personas de los cinco continentes aplaudieron a Colombia.

“Entre los asistentes internacionales al anuncio sobre el acuerdo de fin del conflicto entre el Gobierno y las Farc, estuvieron el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, los representantes de los países garantes del proceso (presidente de Cuba y canciller de Noruega), los presidentes de los países acompañantes (Venezuela y Chile), así como el presidente de México, el de República Dominicana (en calidad de presidente de la Celac), el de El Salvador y los enviados especiales de la Unión Europea y de Estados Unidos.” (Antolínez, 2016).

Es la apertura para una nueva era en Colombia, con mayores perspectivas de prosperidad en todos los aspectos. Y lo mejor es como ya mencioné, no estamos solos. Roberto Azevêdo, director de la Organización Mundial del Comercio, visitó Bogotá para buscar opciones de contribuir en el mercado. La Unión Europea ha entregado 575 millones de euros, que se dice, serán destinados a propósitos rurales y de pedagogía. El gobierno estadounidense también se comprometió a aportar con 450 millones de dólares.

Todas estas colaboraciones producen efectos colaterales beneficiosos para los contribuyentes. Si Colombia prospera, habrá un aumento en las exportaciones e importaciones, además de acabar con las repercusiones que generaba el conflicto en sus países.

Es claro que la ayuda que brindan no es solamente económica, pero se espera que este dinero sea verdaderamente utilizado para la construcción de la paz y no se destine a otras “cosas”.

“Es indudable que la comunidad internacional puede tener aportes valiosos para la implementación del posible acuerdo, y es también necesario que ella aspire a la eficacia de su ayuda. En varias reuniones del Foro de Alto Nivel de Eficacia de la Ayuda, París (2003), Accra (2008) y Busán (2011), donantes y países receptores acordaron mejorar la eficacia de la ayuda para tener un mejor impacto en el desarrollo.” (García, 2015)

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