Acuerdate de Acapulco.

Tras una separación causa uno de los arranques de celos de Agustín Lara por la actitud hedonista de María Félix, el compositor para lograr una reconciliación, regaló al mundo una de las canciones más bellas.

“Acuérdate de Acapulco 
de aquella noche 
Maria bonita, maría del alma; 
acuérdate que en la playa, 
con tus manitas las estrellitas 
las enjuagabas.”

Al escuchar estos versos, es imposible evitar que a mi mente vengan imágenes y sentimientos que me causa nostalgia de aquel que pudo haber sido un pedacito del edén en la tierra. Su clima, el sincronizado rugir de las olas que con su vaivén sumerge en un profundo trance a los noctámbulos, las palmeras bailando al ritmo suave de la brisa que viene del mar al atardecer, una tarde de trabajo con los amigos en la laguna de Coyuca para concluir y ser sorprendido a altas noches platicando viejas historias marineras, las bellas mujeres que roban corazones de marinos que a ese puerto han llegado a olvidar el pasado.

Acapulco, con su encanto y la magia que solía envolver su atmósfera, me atrapó, una hechicera porteña llegó a mi vida e hizo que parte de mi ser se quedara arraigado a ese lugar de embeleso.

Ahora, Acapulco me duele, ya no me causa el asombro que hace unas décadas causaba en un niño que por primera vez veía el mar, ni la misma emoción que sintió un joven en sus veinte cuando llegó a vivir a Acapulco pensando en la fortuna de estar llegando a ser un habitante del paraíso. Ya no es así, no logro comprender que pasó ahí ni cómo su gente se transformó para ahora ser uno de los lugares más viles y despreciables sobre la faz de la tierra.

Pienso esto ahora que veo la nueva alerta de viaje que ha emitido el Departamento de Estado del odioso vecino país del norte a sus ciudadanos en México. Es raro, esta nueva alerta, no causó gran mella ni preocupación en las autoridades mexicanas.

En esta nueva alerta, no están incluidos los destinos turísticos más importantes del Estado de Guerrero que son Acapulco, Zihuatanejo e Ixtapa. Sin embargo, el Departamento de Estado, recomienda que si se piensa visitar cualquiera de estos destinos, se haga por vías aéreas o marítimas y si es necesario hacerlo por carretera, hacerlo de día y por caminos de cuota.

En este punto, es donde me quedo atónito tras las declaraciones del gobernador Héctor Astudillo y del presidente municipal de Acapulco, Evodio Velázquez, no sé si sentirme tranquilo, sorprendido, reírme, soltarme a llorar o profundamente ofendido por este insulto a mi inteligencia y a la del resto de los ciudadanos de la entidad.

Ahora resulta, que el gobernador considera esta nueva alerta como un halago y reconocimiento por haber logrado que los índices de inseguridad no se hayan disparado, mientras por su parte, Evodio, que al menos él habita en la ciudad más segura del mundo, ve esto como un especie de premio de consolación por el “esfuerzo” que se está haciendo en su municipio.

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