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Análisis de "el Hombre en el mundo" Lavalle


Enviado por   •  2 de Julio de 2013  •  Resumen  •  1.181 Palabras (5 Páginas)  •  465 Visitas

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INTRODUCCION

Para Comenzar, citando a Lavelle..” La persona se realiza en cuanto logra una encarnacion unificada del valor según los matices propios de su individualidad y de la cultura de la comunidad en que esta insertada”, e intentando comprender la actualidad de su axionomia para el problema de la formación y educación de la persona, se presenta la concepción propuesta por este autor y la escala de valores presentadas.

DESARROLLO

Los Valores como fines de la Educación

“La persona es un ser sujeto, abierto a valores”.

Valor es todo lo que me permite dar significado a la existencia humana, todo lo que me permite ser verdaderamente hombre. La Persona actúa y sirve por unos valores, es allí donde encuentra el sentido de su hogar y de su vida”.

LAVELLE considera la noción de valor inseparable de su jerarquización, y su clasificación es un intento de mediar entre la unidad fundamental del valor y la infinita diversidad de los valores particulares, establece la jerarquía de valores a partir de las diversas relaciones del hombre con el mundo. Además, esta relación la considera en un doble orden: objetivo y subjetivo. Combinando estos dos criterios se establece la siguiente tabla de valores:

1. Orden Objetivo: 2. Orden Subjetivo

• Valores Económicos. - Valores afectivos

• Valores Intelectuales. - Valores estéticos

• Valores Morales - Valores religiosos

Así también, el autor, distingue tres niveles principales de participación que corresponden a tres situaciones básicas del hombre con la relación al mundo: el hombre en el mundo, el hombre frente al mundo, el hombre sobre el mundo.

El primer nivel marca nuestra inscripción dentro del mundo y por tanto las condiciones de nuestra subsistencia en él. El hombre es allí más bien superado o abarcado por el mundo. Son los valores de lo corpóreo: “La participación supone, desde el comienzo, una suerte de referencia al universo del cual puede decirse que hay valores que deben ser definidos por relación a la sensibilidad y por relación al cuerpo, cuyo papel es precisamente el de inscribirnos en el universo y recibir de el todas las influencias”.

En un segundo momento el hombre se siente y se ve como parcialmente emancipado respecto a ese universo y se dirige a él para comprenderlo, contemplarlo y recrearlo. “El sujeto puede desprenderse de su propio interés individual y el lugar de juzgar el mundo por su relación con él, toma contemplación”. El hombre se halla situado frente a un horizonte que él mismo tiende a abarcar.

Finalmente, hay una tercera pareja de valores, en los que el sujeto no solo se separa de todo interés subjetivo e individual, sino también de la objetividad que lo solicitaba en los valores intelectuales y estéticos: él no la considera más que como un testimonio, un medio o un instrumento. El valor reside aquí en el espíritu mismo, en tanto que en nosotros mismos, nuestra voluntad individual acepta subordinarse a él.

Al parecer la clave de esta jerarquización reside en la relación sujeto-objeto que se va alterando en secuencia casi contrapuntística.

Mientras en los valores de la esfera “del hombre en el mundo” hay una primacía de lo subjetivo-individual, íntimamente ligado a lo corpóreo, en el nivel del “hombre frente al mundo” prima en cambio una cierta objetivación del mundo, de ambos aspectos en la vida espiritual. Pero el juego de lo

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