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Análisis del documental: Al sur de la frontera (Oliver Stone, 2009)


Enviado por   •  2 de Noviembre de 2015  •  Resumen  •  5.454 Palabras (22 Páginas)  •  1.162 Visitas

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Análisis del documental: Al sur de la frontera (Oliver Stone, 2009)

El documental Al sur de la frontera es un cortometraje dirigido por Oliver Stone, persona que también encabezó su producción, y que fue presentado en el festival de Venecia en 2009. El filme presenta algunas originalidades que lo hacen de interés general, quizás esta particularidad no lo es tanto su estructura pero si la forma en la que el director expone a los espectadores su contenido. Este documental pone en escena a algunos presidentes latinoamericanos, estos son principalmente los de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Cuba, Paraguay y también Cuba. Oliver Stone se hace participe en el documental y vemos como el documental sigue una ruta muy planificada de los diferentes países, donde el director va entrevistando a los diferentes dirigentes. Uno a uno, el productor va desmembrando las líneas y características de  los gobiernos de cada uno de estos países, al mismo tiempo que logra mostrar la cara más humana y natural de cada líder político. La cinta gira además de lo expuesto anteriormente, en la postura que tras el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos, ha ido tomando con respecto a estos países, además del estudio de su continua manipulación de los medios y de las relaciones internacionales. En este trabajo vamos a analizar este documental desde un punto de vista teórico, observando de cerca cada intervención de los líderes políticos trasladada por Stone y los argumentos utilizados en su profunda crítica a los Estados Unidos. Desde el objetivo académico que se nos propone aquí, el escenario expuesto en este documental muestra a la perfección las controversias y vicisitudes de las relaciones internacionales en este nuevo contexto de globalización.

El primer objetivo de Oliver Stone es Hugo Chávez, presidente de Venezuela. Esta es la figura más central del documental, el espectador puede seguirlo en su día a día, al contrario que a los demás dirigentes de los que sólo vemos una pequeña entrevista. Esta elección por parte de Stone de hacer a Chávez protagonista de la obra, creemos que tiene dos porqués significativos, tanto a nivel artístico, como a nivel político. En primer lugar, Hugo Chávez es un personaje muy carismático, abierto y sencillo algo que hace fácil trabajar con él, al mismo tiempo que logra llenar la pantalla y convencer al público. Los demás personajes exceptuando a la presidenta Argentina, muestran un carácter más reservado. Sin embargo, pensamos que el mayor porqué de esa elección es que Hugo Chávez ha sido en estos últimos años, el máximo exponente de la revolución socialista en Latino América exportando a los demás países, la lucha bolivariana y el despertar de los países, de lo que hablaremos en las páginas siguientes.  

El documental comienza con una escena de un programa típicamente americano, en el que una joven rubia superficial y con un discurso banal señala a los presidentes latinos americanos como consumidores habituales de droga. En un discurso satírico y desprovisto de contenido argumental, la joven busca el oscurecer las figuras de estos dirigentes y poner al público de cara a una verdad a medias sin ningún fundamento. Oliver Stone ha elegido inteligentemente esta escena para mostrar la realidad abrumadora de lo que ocurre continuamente en los medios americanos. El prototipo ex miss América convertida en periodista es algo cada vez más común, sin embargo, lo más importante aquí son las acusaciones infundadas de una administración que se encontraba por entonces, en la elaboración de este film, detrás de esta propaganda televisiva. La administración de la que hablamos, es la administración Bush, una administración que se caracterizó por su opacidad, por su manipulación y por un discurso “saciador” de las masas. La época Bush se caracterizó por seguir con ese ideal triunfalista y arrogante aparecido tras la caída del muro de Berlín, basado en la formula capitalista como único camino posible. Por ello, cuando empezaron a aparecer nuevas fórmulas posibles de gobierno y de gestión y Washington vio tambalear su monopolio internacional, todos los medios estadounidenses se pusieron en marcha para desestabilizar esos métodos incipientes que parecían retomar el socialismo de la URSS como modelo y dónde Cuba aparecía como principal responsable del cambio.  Las políticas de Bush se dividieron según los bandos a los que se dirigían, dividió los que para él eran sus amigos, es decir todos los países que hacían lo que quería USA hacer y los enemigos que eran aquellos que tenían el valor de plantar cara a la hegemonía americana, en cabeza, Cuba y Venezuela. Todo país que fuese en contra de las líneas americanas estaba fuera del escenario político para Estados Unidos, y aquellos líderes al frente eran clasificados de izquierdistas radicales o dictadores por los medios yankees fomentando una cultura de hostilidad contra estos países. Durante los años de gobierno de Bush, EEUU tomó una política unilateral, se cerró completamente, mantuvo discursos nacionalistas y fomentó el miedo a las líneas políticas contrarias haciendo oídos sordos a otras voces que pedían un nuevo orden político mundial. En 2001, Rechazó el Protocolo de Kyoto manteniendo como bandera la primacía de los intereses americanos en virtud del interés general mundial. Tan sólo ratificó tratados y programas que mantuviesen a EEUU como potencia económica mundial indestructible. La política de Estados Unidos fue en todo caso similar al realismo más clásico. En la mente de los EEUU se encontraba una lucha internacional por el poder hegemónico y la seguridad, temas que nos recuerdan en profundidad al hobbesianismo más puro. Desde 2001 a 2009 imperó la desconfianza entre los hombres, sobre todo después de la tragedia del 11 S que sirvió para respaldar el discurso aprensivo de Bush. Empezaron a encontrarse en los sermones americanos los términos de “Eje del mal” y demás de carácter racial que buscaban la proliferación del odio en la opinión pública americana. En Latino América, sólo encontró apoyo en Uribe, presidente de Colombia, y en Perú manteniendo con ellos tratados de libre-comercio y respaldando la continua lucha contra las drogas. En estos tratados sin embargo aparecía claramente, más que la relación de interdependencia y colaboración mutua, típica en estas situaciones, una relación de subordinación.

Estados Unidos pese a todo veía necesaria la relación con los países necesarios y esta necesidad giraba en torno a una palabra: petróleo. Por lo que las políticas Estadounidenses que antes aproximábamos al realismo clásico se irán pareciendo cada vez más a un modelo estructural sin dejar de lado el realismo antiguo que las caracteriza fundamentalmente. Pese a los cambios, y la apertura política de Bush, tan sólo en términos económicos (acuerdos de libre-comercio), la imagen del mundo nos seguía recordando a la idea de Kissinger de la mesa de billar, donde los estados son las bolas, en situación de choque inevitable. La lucha por los recursos naturales es un hecho que empezó a tintar los conflictos en esta era que denominan “globalización”. La competencia de los Estados en esta nueva “aldea global”, término que acertadamente acuñaba Joseph Nye, por aumentar sus recursos forma parte de un nuevo modelo de conflicto. Podemos decir así mismo que claramente esta nueva concepción de conflicto también gravita alrededor del concepto de seguridad del que hablábamos antes, no tanto en el sentido hobbesiano, como el miedo a invasión del otro, si no ahora en el sentido en que el miedo se encuentra en la escasez de recursos y en la fecha de caducidad fijada recientemente a nuestro planeta. Esto forma parte de lo que en la teoría refleja el realismo estructural. Detrás de los conflictos, en los que se encontraba involucrado el ejército americano, se hallaba un verdadero propósito que era la obtención de zonas estratégicas en las que la recuperación y obtención de recursos naturales como el gas o petróleo fueran una garantía de poder. Estados Unidos buscó incrementar su poder con el fin, entre otros, de estar en mejores condiciones de seguridad. Durante estos años, Bush hizo de la guerra su instrumento de política siguiendo un poco aquello que decía Maquiavelo en el Príncipe de que “el fin justifica los medios y los principios quedan subordinados al interés político”. Buscó hacer de los Estado Unidos un Leviatán, un ente que se superpusiera a todo y en el que, ninguna relación internacional pudiese hacerse sin pasar por él. Tan sólo dejaba de lado su fervor servicio por la unilateralidad de EEUU cuando se trataba de posicionar los intereses económicos de Estados Unidos. Pero su posición se basó fundamentalmente en el principio de autotutela en la que cada estado puede y debe velar por su popa seguridad sin esperar ni confiar en la ayuda de las instituciones internacionales ni de otros Estados a no ser por puro interés estratégico. En un contexto internacional de anarquía, como defiende el realismo estructural, Estados Unidos buscó ser la única potencia política, económica y militar que controlase cada esquina del plano mundial, posicionándose en numerosas ocasiones como “alumno favorito” de las instituciones internacionales. Sin embargo con el resurgir de los países Latino Americanos representados en el documental que estudiamos y con la llegada de unos líderes impertérritos vamos a ver que el liderazgo impasible de Estados Unidos va a conocer sus primeras grandes grietas.

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