Ayuda A Los Pobres

La ayuda a los pobres ha sido tema de debate a lo largo de varios siglos, y es que ha sido muy difícil ofrecer una ayuda a los más necesitados de manera eficiente, es decir, que solo genere beneficios a la sociedad y que no genere externalidades negativas o vicios en la colectividad, no obstante muchos se preguntan, de qué manera ayudar a los pobres puede convertirse en un perjuicio para la sociedad, desconociendo que en verdad, existen muchas formas de auxiliar a los pobres que pueden traer consecuencias muy negativas en un Estado.

Actualmente, la mayoría de las personas defienden la idea de un Estado de Bienestar y consideran que es la solución por excelencia a los problemas de pobreza en el mundo, olvidando que sociológicamente las subvenciones a los pobres en muchas ocasiones degeneran la sociedad, en otras palabras, la ayuda a los pobres puede fomentar la pereza hasta el punto de crear dependencia en las personas. Por otro lado, si únicamente se asiste a los pobres sin exigirles nada a cambio, se genera una cultura de la limosna, disminuyendo drásticamente la productividad de las personas, y por lo tanto, mermando la productividad de la nación, hasta el punto de alcanzar un grave e insostenible déficit publico. Es por esto que el Estado en la medida en que subvenciona a los pobres, también debe inducir y facilitar ciertas conductas, como la búsqueda de empleo, la cultura de emprendimiento, la educación formal de los hijos y muchas otras pautas para animar la productividad de las personas pobres, y no dejarlos únicamente como unos incapaces que solamente significan gastos para el Estado.

Asimismo, tampoco podemos llegar hasta el punto de crear colonias de trabajo, como se hacía en la antigua Europa, en primer lugar porque estas colonias generan grandes costos administrativos y la ayuda que finalmente le llega a los pobres termina siendo mucho menor, en segundo lugar porque estas “granjas de trabajo” van en contra de la libertad del individuo, ya que, en pocas palabras, se les imponen trabajos arcaicos y no se les permite desarrollar ningún otro tipo de habilidad que en un futuro les sirva para progresar. Viéndolo desde otro punto de vista, dichas “colonias de trabajo” no les permite un avance a los pobres, los dejan estancados en ese lugar ejerciendo tareas rudimentarias. El Estado debe facilitar las oportunidades y debe abrirle vías a los pobres para que por cuenta propia logren alcanzar un nivel de vida digno, sin necesidad de que el gobierno subsidie hasta los gastos más básicos de estas familias y sin correr el riesgo de incentivar la pereza.

Por otro lado, la ayuda a los pobres no puede depender de instituciones religiosas y mucho menos en un Estado que dice ser laico. Cada iglesia es libre de ayudar a quien quiera, no obstante es el Estado el que debe encargarse formalmente de ayudar a los pobres, evitando así las ineficiencias generadas por las creencias religiosas, ya que la iglesia

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