Barras bravas

Introducción.

Al hablar de futbol nos referimos a uno de los deportes con más capacidad de convocatoria,  se entiende el estudio de este deporte como un fenómeno social, que nos permite abordar este tema con distintas perspectivas y en la cual enfatizaremos  la identidad vinculada que tiene el barrista a este deporte y a su respectivo equipo al momento de un partido del mismo, ya que podemos observar distintas realidades que van más allá de lo ordinario de los aficionados al futbol; por ejemplo el hincha  que vive pasivamente el partido de su equipo desde la comodidad de su casa y el hincha que rebasa el perfil de un simple espectador que la pasión por su equipo lo lleva asistir al el estadio cada semana y adoptar supuestos comportamientos por encima de las leyes y normas establecidas.

Desarrollo.

La sociedad tiene la idea de los jóvenes pertenecientes a la barra brava boca del pozo u otras barras bravas de futbol son protagonistas de desmanes y alteración de la calma muchas veces generando una especie de guerra de identidades entre distintas barras donde se redefinen lógicas de dominación y de poder entre los pares, la fuerza pública y la sociedad, que conlleva a procesos exclusión y esto da origen a una iniciativa de acción colectiva en la cual los sujetos, en este caso los jóvenes, se redefinen a sí mismos a partir de la identificación con unos valores que les permiten determinar la injusticia y calcular los cambios buscados para transformar su relación con los otros y agruparse.

El objetivo propuesto es entender los procesos de configuración de las prácticas del grupo boca del pozo desde un análisis de la identidad colectiva, las prácticas de esta barra, hinchas del equipo de  Emelec, se dan en un contexto deportivo en el cual el fútbol está establecido como un fenómeno social que mueve masas no solo en lo local sino en el mundo, y este enciende el sentimiento a centenares de hinchas que siguen para apoyar  a su equipo y estar presente en escenarios locales, nacionales o internacionales. Sin embargo, de los diferentes escenarios urbanos de violencia que se presentan en Ecuador, algunos estadios se han constituido en un espacio de enfrentamiento donde la competencia del juego se traslada a los estadios en sus diferente localidades, y de éstas a otros espacios de la ciudad, dejando como resultado un panorama de agresión y muerte en el peor de los casos, cuyos protagonistas son los jóvenes integrantes de las barras.

Estos sucesos, han configurado un imaginario social en torno a las barras bravas, que las relaciona con factores ilegales como el robo, el consumo de sustancias psicotrópicas (drogas), enfrentamientos físicos y llegando en el peor de los casos hasta a la muerte. En palabras de un hincha, ser barrista implica “un estilo de vida”. Un imaginario que ha dado lugar a una lucha de poder en la relación jóvenes - adultos, que entran en tensión en momentos donde las manifestaciones juveniles chochan y contradicen el orden establecido y generan un desajuste en las dinámicas sociales. (Reguillo, 2000, 2003)(7). En especial en un país donde los jóvenes han sido protagonistas de una ola de violencia que los relaciona con la muerte y la delincuencia (8) (Perea, 2008 a)(9) En este contexto de disensos y conflictos, donde la cotidianidad propicia un panorama de rechazo y estigmatización por parte de la sociedad guayaquileña, de las represiones protagonizadas por la fuerza pública, y de las consecuencias que estos enfrentamientos generaron como peleas, detenciones y muerte.

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