Bourdieu – “Espacio Social y génesis de las “clases”
Enviado por Maite Galindo Kalajžić • 5 de Marzo de 2019 • Resumen • 4.407 Palabras (18 Páginas) • 296 Visitas
Bourdieu – “Espacio Social y génesis de las “clases”
La construcción de una teoría del espacio social supone una seria de rupturas con la teoría marxista; ruptura con la tendencia a privilegiar las sustancias (los grupos reales cuyos límites se pretende definir); ruptura con el economicismo que lleva a reducir el campo social al campo meramente económico, a las relaciones de producción económica, constituidas de ese modo en coordenadas de la posición social; ruptura con el objetivismo que lleva a ignorar las luchas simbólicas cuyo lugar son los diferentes campos y su disputa la representación misma del mundo social.
El espacio social
En un primer momento, la sociología se presenta como una topología de lo social. Se puede representar así al mundo social en forma de espacio (de varias dimensiones) construido sobre la base de principios de diferenciación o distribución constituidos por el conjunto de las propiedades que actúan en el universo social en cuestión, es decir, las propiedades capaces de conferir a quien las posea con fuerza, poder, en ese universo. Los agentes y grupos de agentes se definen entonces por sus posiciones relativas en ese espacio. En la medida en que las propiedades retenidas para construir ese espacio son propiedades actuantes, también podemos describirlo como un campo de fuerzas, es decir, como un conjunto de relaciones de fuerzas objetivas que se imponen a todos los que entran en ese campo y que son irreductibles a las intenciones de los agentes individuales o incluso a las interacciones directas entre los agentes.
Las propiedades actuantes retenidas como principios de construcción del espacio social son las diferentes especies de poder o de capital vigentes en los diferentes campos. La posición de un agente determinado en el espacio social puede definirse entonces por la posición que ocupa en los diferentes campos, es decir, en la distribución de los poderes que actúan en cada uno de ellos; estos poderes son ante todo el capital económico, el capital cultural y el social, así como el capital simbólico, comúnmente llamado prestigio, reputación, renombre, etc., que es la forma percibida y reconocida como legítima de estas diferentes especies de capital. El campo económico tiende a imponer su estructura a los otros campos.
El campo social se puede describir como un espacio pluridimensional de posiciones tal que toda posición actual puede ser definida en función de un sistema pluridimensional de coordenadas, cuyos valores corresponden a los de las diferentes variables pertinentes: los agentes se distribuyen en él, en una primera dimensión, según el volumen global del capital que poseen y según la composición de su capital.
La forma que reviste el conjunto de las distribuciones de las diferentes especies de apropiación del producto objetivado del trabajo social acumulado define el estado de las relaciones de fuerza, institucionalizadas en los status sociales perdurables, socialmente reconocidos o jurídicamente garantizados, entre agentes objetivamente definidos por su posición en esas relaciones.
Clases “en el papel”
Clases: conjuntos de agentes que ocupan posiciones semejantes y que, situados en condiciones semejantes y sometidos a contener disposiciones semejantes, tienen todas las posibilidades de tener disposiciones e intereses semejantes y de producir, por lo tanto, prácticas y tomas de posición semejantes. Esta clase “en el papel” tiene existencia teórica propia de las teorías. No es en realidad una clase, una clase actual, en el sentido de grupo y de grupo movilizado para la lucha.
En ciertos universos sociales, los principios de división que, como el volumen y la estructura del capital, determinan la estructura del espacio social, se ven forzados por principios de división relativamente independientes de las propiedades económicas o culturales, como la pertenencia religiosa o étnica.
Lo que existe es un espacio de relaciones tan real como un espacio geográfico, en el cual los desplazamientos se pagan con trabajo, con esfuerzos y, sobretodo, con el tiempo. El mundo social se puede decir y construir de diferentes maneras: puede ser prácticamente percibido, enunciado, construido de acuerdo con diferentes principios de visión y de división siempre quedando claro que las uniones fundadas en la estructura del espacio construido sobre la base de la distribución del capital tienen mayores probabilidades de estabilidad y durabilidad así como que las otras formas de agrupación se verán siempre amenazadas por las escisiones y oposiciones vinculadas a las distancias en el espacio social. Hablar de espacio social significa que no se puede juntar a cualquiera con cualquier ignorando las diferencias fundamentales, en particular las económicas y culturales, pero no significa excluir la posibilidad de organizar a los agentes según otros principios de división.
Esto marca una primera ruptura con la tradición marxista: ésta identifica la clase construida con lo real, cuando hace la distinción contraponiendo la “clase en sí”, definida sobre la base de un conjunto de condiciones objetivas, con la “clase para sí”, fundada en factores subjetivos, describe el paso de una a otra. En el primer caso, la transición aparece como una necesidad lógica, mecánica u orgánica. En el segundo caso se le presenta como efecto de la “toma de conciencia” concebida como “toma de conocimiento” de la teoría, operada bajo la dirección esclarecida del Partido. En ningún caso se menciona la misteriosa alquimia por la cual un “grupo en lucha”, colectivo personalizado, agente histórico que fija sus propias metas, surge de las condiciones económicas objetivas.
Mediante una especia de falsificación se hacen desaparecer los problemas esenciales: por una parte, el problema de lo político, de la acción de agentes que, en nombre de una definición teórica de la “clase”, asignan a sus miembros los fines oficialmente más conformes a sus intereses “objetivos”, es decir, teóricos, y del trabajo por el cual logran producir si no la clase movilizada la creencia al menos en la existencia de la clase; por otra parte, la cuestión de las relaciones entre las clasificaciones pretendidamente objetivas que produce el teórico y las clasificaciones que los agentes mismos no dejan de producir en su vida diaria y por las cuales intentan modificar su posición en las clasificaciones objetivas o los propios principios según los cuales se producen esas clasificaciones.
La percepción del mundo social y la lucha política
La percepción del mundo social es el producto de una doble estructuración social: por la parte “objetiva” esta percepción está socialmente estructurada porque las propiedades relacionadas con los agentes o las instituciones no se ofrecen a la percepción de manera independiente, sino en combinaciones de muy desigual probabilidad. Por la parte “subjetiva”, está estructurada porque los esquemas de percepción y de apreciación susceptibles de funcionar en un momento dado, y en particular aquellos depositados en el lenguaje, son el producto de luchas simbólicas anteriores y expresan, de manera más o menos transformada, el estado de las relaciones de fuerza simbólicas. Pero además, los objetos del mundo social se pueden percibir y decir de diferentes maneras porque, como los objetos del mundo natural, comportan siempre una parte de indeterminación que se debe a que aún las combinaciones más constantes de propiedades, sólo se basan en vínculos estadísticos entre rasgos sustituibles, así como a que, en tanto objetos históricos, están sometidos a variaciones de orden temporal y a que su propias significación, en la medida en que está suspendida en el futuro, está en suspenso, en espera, y por lo tanto, relativamente indeterminada.
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