Poder, derecho y clases sociales, Pierre Bourdieu

Poder, derecho y clases sociales, Pierre Bourdieu

Capítulo II

Sobre el poder simbólico

Según Pierre Bourdieu, el poder simbólico es un poder invisible que solo puede ejercerse con la complicidad de quienes no quieren saber que lo sufren o que incluso lo ejercen, por lo tanto la práctica de este poder se hace inconsciente al agente que la ejecuta o se ve influido por él. Es por esto que debemos saber descubrirlo allí donde menos se deja ver.

Dicho poder simbólico opera mediante los sistemas simbólicos, tales como arte, religión, ciencia, lengua, etc., como estructuras estructurantes y estructuras estructuradas.

En primer lugar el autor clasifica los sistemas simbólicos como estructuras estructurantes, bajo la visión neokantiana que discute este tema dentro de concepciones universales y trascendentales, y entiende los sistemas simbólicos como instrumentos de conocimiento y construcción del mundo de los objetos. Por otro lado Bourdieu se apoya en Durkheim, cuya visión empírica y positivista, se contrapone a los postulados señalados anteriormente, es así como cataloga los sistemas como formas de clasificación que se determinan socialmente de manera arbitraria en el marco de un grupo particular.

En segundo lugar, oponiéndose a la anterior, considera la tradición estructuralista, donde los dichos sistemas se toman como estructuras estructuradas. El análisis estructural constituye el instrumento metodológico que permite aprehender la lógica específica de cada una de las “formas simbólicas”, al mismo tiempo que tiende a despejar la estructura esencial de cada producción simbólica.

En la primera síntesis el autor plantea que los sistemas simbólicos, como instrumentos de conocimiento y comunicación, ejercen un poder estructurador en tanto que son estructurados. Asimismo el poder simbólico construye realidades determinadas a un orden inmediato del mundo, específicamente del mundo social. Por tanto, el sistema simbólico tiene funciones sociales y políticas que no se reducen meramente a la función comunicativa, como sostienen algunos autores. De esta forma los símbolos son herramientas de integración social, es decir que hacen posible el consenso sobre el sentido del mundo social, que contribuye fundamentalmente a la reproducción del orden social.

En definitiva, las producciones simbólicas son métodos de dominación de las clases dominantes que se sirven de la ideología para mantener y controlar su hegemonía basada en intereses particulares enmascarados de bien común. La cultura dominante contribuye a la integración real de la clase dominante (distinguiéndose de las otras clases), a la integración ficticia de la sociedad, a la legitimación del orden establecido mediante el establecimiento de distinciones (jerarquías) y la legitimación de esas distinciones. Se valen por ejemplo de los medios de comunicación que distinguen una clase por

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