COMUNIDADES IMAGINADAS
Enviado por Natalylpez • 27 de Febrero de 2016 • Reseña • 584 Palabras (3 Páginas) • 572 Visitas
Estudiante: Nátaly López
Profesora: Grace Gómez
Asignatura: literatura contemporánea
Trabajo: reseña
COMUNIDADES IMAGINADAS
En del libro comunidades imaginadas Benedict Anderson, concibe la nación, la nacionalidad y en nacionalismo como artefactos culturales de una misma clase particular, del mismo modo demuestra un enfoque alterno sobre los cimientos de sus conceptos, y señala que aunque dichos productos culturales, aparecieron a finales del siglo XVIII, y se convirtieron en el modelo hegemónico de organización y control social.
Según Benedict, la creación de estos artefactos a finales del siglo XVIII, fue la destilación espontánea de un cruce complejo de fuerzas históricas discretas; pero que, una vez creados, se volvieron modulares, capaces de ser trasplantados, con grados variables de autoconciencia, a una gran diversidad de terrenos sociales, capaces de mezclarse con una diversidad correspondientemente amplia de constelaciones políticas e ideológicas. Esto como una forma, de confluir en las razones por las cuales estas construcciones o creaciones han generado tanto apego.
Cuando Benedict Anderson, especifica nación, puntualiza que es una comunidad política imaginada, limitada y soberana; Limitada, porque ninguna nación se imagina con las dimensiones de la humanidad, soberana, porque se divisa libre bajo un estado soberano y como comunidad, porque independientemente de la desigualdad y la explotación pueden predominar en cada caso, la nación se imagina siempre como un compañerismo profundo horizontal.
Teniendo una idea más concisa de lo que significa nación, analizaremos el segundo capítulo “las raíces culturales”, en el cual Anderson estudiara la enérgica afinidad que existe entre las imaginaciones nacionales y religiosas.
Ciertamente la religión se enfrenta a cuestionamientos que los demás sistemas políticos modernos no se enfrentan; el dolor, la enfermedad, la vejez y muerte. Pero a pesar de todo esto, la religión se mantuvo estable gracias a una unanimidad lingüística, por la cual se compartía una cosmovisión entre todos los creyentes, su origen no interesaba, pero debían separar lo civilizado de lo bárbaro y lo sacro de lo profanó.
El siglo XVIII, no es solamente el alba del nacionalismo, también es el albor de los modos religiosos de pensamiento. Según Anderson, el racionalismo secular de la ilustración trajo su propia oscuridad moderna, ya que los sufrimientos que está manifestaba, no se evaporaron con la religión.
Los preceptos fideistas se expresaron en lenguas verdaderas (vernáculas), las cuales denotaban una perfecta pureza espiritual compatible con sus dogmas. Sin embargo para el final de la edad media se hundió a raíz de las investigaciones que extendieron, el pensamiento humano y la mengua de la hegemonía de las lenguas sagradas en pro de las autóctonas.
El reino como principio divino, los habitantes como súbditos leales, el poder reducido y organizado alrededor de un centro elevado, y su expansión por vías bélicas. En el transcurso del Siglo XVII comenzó lentamente su caída a causa de diversas revoluciones y reformas que transformaron trascendentalmente aquel statu quo.
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