CRÓNICA “ FUI MÁS QUE UN ESPECTADOR DE UNA TRADICIÓN”
Enviado por LizPortocarrero • 15 de Octubre de 2020 • Tarea • 2.190 Palabras (9 Páginas) • 127 Visitas
CRÓNICA “ FUI MÁS QUE UN ESPECTADOR DE UNA TRADICIÓN[a]”
En camino al barrio El Canal de mi hermoso pueblito el Charco, Nariño; iba entrando al callejón que me llevaba a la casa de la cultura, brincando como cuya atleta de salto de longitud sobre cada piedra o pedazo de madera que se me atravesaba por el camino, la calle estaba sin pavimentar y no quería ensuciar mis zapatos con el barro húmedo del suelo. Mientras iba en esa travesía se oí a lo lejos las voces de desorden y risas de mis compañeros del grupo folclórico Olas del Pacifico, al igual que las melodías desordenas de los instrumentos; de una me imaginé que ya estaba todos activos para comenzar el ensayo. ¡Ya llegué! El sol está demasiado fuerte, estoy un poco sudada pero regia y con toda la actitud; ¿Buenas? ¿qué hacen muchachos? Pregunté como de costumbre, pero noté que el ambiente evaporaba una euforia sospechosa, y nadie me cuenta el chisme del porqué tanta emoción y misterio. ¡Por fin! Nos organizamos para comenzar, pero antes, el subdirector y marimbero nos informó que se debía hacer selección de voces ya que el grupo se presentará en el Festival Petronio en la modalidad marimba.
¡Qué nervios! ¿mi grupo va a participar en la XIX versión del Festival de Música de Pacífico Petronio Álvarez? ¡Se me aceleraba el corazón de sólo imaginarlo! Este festival es muy importante, es una ventana abierta desde hace 20 años en la ciudad de Cali con el objetivo de visibilizar y ofrecer a los habitantes y turistas la música y cultura del Pacífico sur y norte colombiano; supuse que se necesitaría demasiado esfuerzo para lograr ser seleccionados y presentarnos en esa tarima, pues en el pacífico hay mucha competencia y saber. ¡Siempre he visto el festival desde la tv de mi casa y desde mi pueblo, por medio de la transmisión que hace Telepacífico en directo! Pero no había tenido la oportunidad de presenciarlo en vivo, y me hacía mucha ilusión ir por primera vez a disfrutar de esta experiencia de participar en el Petronio Álvarez y ser algo más que un espectador.
Bueno, ¡vamos pa’ Juanchito como dijo mi tío! Quería estar allá con mi grupo, representar a mi pueblo y que se reconociera que el Charco, no solo es un municipio rodeado de violencia, sino que también hay personas que aún siguen manteniendo la cultura y tradición viva, utilizándola como resistencia de la violencia que nos ha azotado por años.
Y, ¿ahora qué? La percusión lista y completa, pero faltaba seleccionar las 4 voces: alto, contraalto, tenor, y una voz de una cantadora tradicional pero esta ya estaba elegida. Eran las 5 de la tarde, y ya había pasado una hora después de la noticia; las voces contraalto, tenor ya estaban listas. La cantadora tradicional no estaba presente, pero era irremplazable, la cereza del pastel para nuestro repertorio tradicional. Ahora solo falta la voz alto. Había posibilidad de no ser elegida.
El marimbero comenzó el toque sosteniendo su par de tacos de madera de punta envuelta con caucho crudo, y repicó con éstos las tablas de chonta de la marimba; el piano de la selva deslumbraba un sonido el majestuoso, un ritmo de currulao. La melodiosa voz de la cantadora contraalto interpretaba una canción seguida de las notas musicales que brotaban de la marimba. Todos esperaban el momento del coro para mi entrada. ¡Es mi momento! solté mi voz en su debido tiempo, las manos y la voz me temblaban un poco, todos me veían, pero ¡ya está, lo hice!
Esperé el turno de mis compañeras que también se habían postulado a esa voz. El ambiente estaba tenso, pero el objetivo lo merecía. Y así pasó, fui seleccionada para la voz alto, y la frescura vuelvió a mí. ¡sí, hago parte de las 4 voces! Decía dentro de mí, no me lo esperaba, pero eso no había sido nada, se venía lo más difícil.
Ensayo tras ensayo. Tres veces a la semana, lunes, miércoles y jueves, la casa de cultura se volvió una caja de sonidos ancestrales; voces entonando distintas canciones e instrumentos repicando ritmos tradiciones. Nos estábamos preparando para una gran presentación, antes de irnos a Cali y estar en el festival Petronio Álvarez, teníamos que pasar por el proceso clasificatorio Zonal, ¿qué? Me sorprendió, porque no sabía que hacían eso; ir a un festival de ese prestigio y valor era algo nuevo para mí. Al parecer había muchísimos grupos inscritos y solo se elegirían los mejores. ¡Se puso bueno esto, carajo! Nos confirmaron las fechas de los zonales, entre el 11 de junio y el 18 de julio, y se llevarían a cabo en Cali, Timbiquí, Tumaco, Buenaventura, Santander de Quilichao y Chocó. Ya teníamos las 3 canciones que debíamos presentar en el Zonal de Tumaco. Nuestro conjunto para la modalidad de marimba estaba conformado por: 2 cununeros, un cununo hembra y macho; 2 bombero, un bombo hembra y uno macho; en la marimba 2 personas, uno que toca el bordón en las primeras octavas y el otro da la melodía; y finalmente las voces, cada una con su respectivo instrumento, el guasá.
Tic toc, tic toc, el tiempo iba pasando, la presión aumentaba, y cada vez nos exigíamos más como grupo. Estaba agotada, pero satisfecha con lo que estábamos logrando. Tener una cantadora tradicional nos ayudaba muchísimo, era como una abuelita, nos transmitía sus saberes sobre la música tradicional.
16 de julio, 5am, mi mamá, cómplice de mis sueños me acompañaba al muelle, las calles del pueblo solitarias, aún no esclarecía la aurora, y el clima estaba un poco denso. Llegamos a nuestro destino, y el olor excitante de la gasolina me alcanzaba. Me asomé al río y ya nuestra lancha la tenían lista, cargada, con las maletas y los instrumentos forrados. Mientras guardaban mi equipaje y se hacían los últimos preparativos para tener un viaje seguro, me despedía de mi mamá; me monté con su bendición a la lancha, y, ¡para encima que nos fuimos! Arrancamos, la brisa fuerte caía sobre mi cara, las pequeñas moléculas de agua salpicaban dentro de la lancha, pero, ¿qué más da? Estábamos felices y con muchas ansias, navegando por nuestro Río Tapaje, con destino a la Perla del Pacífico, Tumaco, atravesando esteros, mares, ríos y manglares, para presentar el repertorio que habíamos preparado para lograr fascinar a los jurados.
Después de casi 4 horas de trayectoria por el pacífico, llegamos sanos y salvos. No sentía mi cola, estaba pegajosa, y húmeda de tanto salpiqueo. Los golpes de las olas del mar nunca dejan de sorprender. Un nuevo aroma, un nuevo ambiente, un poco de trajín en la entrada del muelle, pero ya nos encontrábamos allí. Esa noche sería nuestro último ensayo antes de presentarnos en el zonal. Ya faltaba menos de un día.
17 de julio, 2pm, fue la apertura del zonal en el hotel Los Corales, ubicado frente a la playa del Morro. Había marimbas, bombos, cununos, y personas con trajes típicos del pacífico por doquier, y unos cuantos observadores. A las 4:30pm ya habían pasado la mayoría de agrupaciones, y, ¡ya era nuestro turno! Entramos al salón de audición, el sonido organizado, y los jurados sentados en su mesa especial; nosotros nos ubicamos frente a ellos con nuestros instrumentos y micrófonos y damos inicio con nuestro repertorio, desbordando alegría, pasión, y sabor. Fueron solo 10 minutos en nuestra presentación. Y así terminó nuestro zonal.
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