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Cambio Social E Identidad Femenina En America Latina


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2012  •  1.478 Palabras (6 Páginas)  •  801 Visitas

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Las mujeres son y han sido partícipes en la historia del trabajo y la producción de América y desde la primera mitad del siglo XX, en los inicios del capitalismo, se organizaron para mejorar sus condiciones laborales. Estos hechos discuten la posición teórica que ha mantenido que la mujer estaba al margen del desarrollo. Al mismo tiempo, las mujeres estaban excluidas como sujetos de derechos políticos y sociales, siendo también pequeños grupos de mujeres de sectores medios, que habían tenido acceso a la educación, las que con su lucha y reivindicación de la ciudadanía pusieron de relieve las contradicciones del liberalismo y su universalidad como doctrina de la libertad y la igualdad. En las luchas sufragistas están los orígenes del feminismo latinoamericano, que entre otras aportaciones, se reconoce por su crítica e influencia en los enfoques sobre la relación de las mujeres y el desarrollo, tanto desde perspectivas políticas como teóricas.

En América Latina se ha dado la especificidad de una estrecha interpenetración del feminismo (como teoría, conciencia y movimiento social), los enfoques del desarrollo, la práctica política a través de la cooperación no gubernamental y sus Foros internacionales, y las Conferencias Mundiales de la Mujer promovidas desde Naciones Unidas. Recién ahora se puede comenzar a visualizar cómo encajan las piezas y podemos preguntarnos sobre las luces y las sombras de ese escenario en donde muchas mujeres, como nunca antes, se han constituído en actoras protagonistas, han producido conocimiento, han aplicado estrategias de desarrollo, han negociado y ejercido poder gubernamental y no gubernamental, han penetrado en las agendas de las Conferencias Mundiales de la ONU (Población, Medio Ambiente, Desarrollo Social, Derechos Humanos) y constituyen, como alguien ha dicho, un capital humano y social considerable. También se ha producido un caudal político importante de cambio social sigiloso, lento pero inexorable, a través las múltiples constelaciones de relaciones de poder (familia, escuela, producción, salud e instituciones). Ese cambio no es vistoso y se olvida que está ahí, pero sigue avanzando, porque la insubordinación de las mujeres ha abierto grietas en la desigualdad a través de diferentes resistencias, al tiempo que está logrando introducir propuestas en el poder institucional. Desde los años setenta, una buena parte estuvieron orientados hacia diagnósticos sobre la condición de las mujeres pobres en el campo y en la ciudad, con vistas a mejorar su condición en el desarrollo. Fueron claves a la hora de explicar la posición subordinada de las mujeres y la desigualdad en la división sexual del trabajo, los diversos significados contenidos en el concepto de reproducción, así como la concepción de la estructura patriarcal de la sociedad. La crisis de los ochenta fue una coyuntura importante en el impulso al conocimiento sobre las mujeres y el desarrollo, que dió como frutos revelar la importante carga asumida por el género femenino en ella, sin recibir contrapartida en la toma de decisiones políticas, económicas y sociales. Desde la tendencia anterior se dió un despliegue interesante en la teoría, incorporándose nuevas herramientas como la variadas definiciones del concepto de género y de diferencia, acompañadas de estrategias como el empoderamiento.

La vinculación entre la mujer y el desarrollo surgió al relacionarse el control del crecimiento de la población con el desarrollo, en las Conferencias de Población del Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNUP). De ahí surgieron políticas gubernamentales que en cada país se aplicaron con escasas diferencias pero con resultados desiguales. En este primer momento, se identificó a las mujeres como objeto de estudio y de políticas, sin considerarla como sujetos de desarrollo con autonomía y derechos. El énfasis estaba puesto en el rol materno, continuándose con una tradición cultural y política de maternalismo que hunde sus raíces en la historia de la construcción del género y ha constituido un sesgo en la identidad de la mujer que la recluye en la maternidad como destino natural, pero ahora modernizándolo .

Las políticas antinatalistas formaron parte de políticas de corte populista que instrumentalizaban el rol reproductivista de las mujeres populares urbanas y rurales, en una época en que aún no se habían desplegado organizaciones críticas con la subordinación de las mujeres. Junto con las políticas de población se comenzaron a aplicar proyectos y programas de desarrollo con diferentes orientaciones. Casi paralelamente (desde 1970) se va gestando el enfoque llamado MED (Mujer en el Desarrollo) en el seno de la Comisión Femenina de la Sociedad para el Desarrollo Internacional,

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