Capitalismo Vs Socialismo
Enviado por KENSHIN JASON CORDOVA CAMACHO • 27 de Marzo de 2021 • Monografía • 2.720 Palabras (11 Páginas) • 203 Visitas
Capitalismo vs Socialismo Por
Víctor Saltero
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Dedicado a Álvaro Sánchez-Cervera Serrano, el cual, pese a su espléndida juventud, tiene una gran curiosidad por conocer una parte tan importante de la relación entre las personas como es la economía.
La economía tiene una enorme importancia en la historia del hombre; tanto, que no existe ningún otro factor que haya tenido mayor influencia en los cambios sociales y formas de vida que ha ido desarrollando la humanidad a lo largo del tiempo. Entre otras, es la responsable de guerras, revoluciones, miserias, riquezas, e, individualmente, del nivel de bienestar de cada uno de nosotros. Pero, lamentablemente, siendo tan importante apenas somos conocedores de la misma y no solemos, ni siquiera, tener conciencia de su relevancia en nuestras propias vidas. De hecho, solo sabemos si nos va bien o mal, pero casi nunca el por qué.
Pues bien, en los últimos dos siglos, la sociedad se mueve entre dos filosofías económicas enfrentadas, capitalismo y socialismo.
Para comenzar hay que decir que, curiosamente, la mayor parte de las personas que se alinean con una u otra filosofía –incluso de manera fanática– en realidad no conocen lo que significa ninguna de ellas, y por ende la influencia real que tienen sobre sus propias vidas. Generalmente, se alinean a una u otra por los mismos motivos que se hacen aficionados de un equipo de fútbol. Suele ser la familia y el entorno quien siembra desde la infancia una inclinación concreta, generando un sentimiento ausente de toda razón; lo que, acompañado de nuestra condición gregaria, termina impulsándonos a unirnos a una de ellas sin que intervenga en lo más mínimo el conocimiento o la reflexión.
Las personas, una vez afiliadas a una filosofía política concreta –igual que los fanáticos del fútbol hacen con los jugadores de su equipo favorito– tienden a mitificar a todo aquel que comparte sus tesis, y glorificarán aún más a los que predican los defectos del adversario, sean defectos reales o imaginarios. A los cineastas, literatos o filósofos coincidentes con sus simpatías políticas o religiosas los califican automáticamente como genios del cine, de la literatura o de la filosofía respectivamente. Sin embargo, hay que exceptuar de estas actitudes a aquellos que intentan “comer” de la política, pues suelen decidir su filiación por razones prácticas más poderosas: vivir lo mejor posible de ella, y una vez lograda alguna parcela de Poder intentar conservarlo a cualquier precio. Pero unos y otros –los seguidores emocionales y los profesionales–, deciden seguir una opción político-económica sin entender en absoluto lo que significan, y muchas veces incluso sin importarles demasiado ese desconocimiento; cuando en realidad debería ser causa de desasosiego, y más para aquellos que por sus responsabilidades han de tomar decisiones que afectan al resto de ciudadanos. Pero, desdichadamente, no es así, y de esa ignorancia suelen emerger las grandes crisis económicas.
Llegados a este punto parece conveniente que comencemos a definir, de forma sintética, lo que hay detrás de cada una de las dos corrientes ideológicas
de la economía.
Capitalismo: Sistema económico y social basado en la propiedad privada de los medios de producción; en la importancia del capital como generador de riquezas, y en la gente –es decir el mercado– como decisora y correctora del tipo de riqueza que los medios de producción deben crear, porque es lo que desean o necesitan los ciudadanos.
Socialismo: Sistema económico y social basado en la propiedad del Estado de los medios de producción, que sin tener en cuenta al mercado –es decir, a los ciudadanos– determina y controla los bienes a fabricar y su distribución. El comunismo es la fase última del modelo socialista. Ambas teorías, socialismo y comunismo, tienen un origen común en los pensadores del siglo XIX, los alemanes Marx y Engels, quienes las dieron a conocer a través de sus obras el Capital y el Manifiesto Comunista.
Sólo como aclaración, antes de continuar, es bueno precisar que los Mercados no son un malévolo “señor gordo” fumando un puro. Por definición, son las decisiones de consumo que toman en conjunto las personas individuales que conforman los pueblos, aunque esta definición deja de poderse aplicar –o al menos se puede calificar como mal aplicada– cuando los gobiernos, o el sector financiero, manipulan dichos Mercados, como pasó en la crisis económica mundial del 2008.
Pero hablemos ahora de los antecedentes de cada una de estas filosofías.
La primera etapa histórica donde encontramos ambas teorías llevadas a la práctica es en la Grecia clásica. Lo primero que conviene precisar es que, en realidad, la Grecia antigua fue un territorio europeo que nunca fue capaz de superar los estrechos límites de las ciudades para convertirse en nación. Dicho territorio estaba compuesto por multitud de ciudades- estados, continuamente en guerras entre ellas. Las de mayor significación fueron, durante mucho tiempo, Atenas y Esparta. En Atenas se practicaba el capitalismo, y en Esparta el comunismo.
Comencemos por el sistema capitalista. Como decía, en Atenas, ya cuando Pericles alcanzó el poder –su edad de oro– el régimen era capitalista. La propiedad de la tierra, que en tiempos de los aqueos era del gobierno, pasó a los ciudadanos. Los Bancos, las grandes empresas navieras y las industrias también eran privadas. Al Estado sólo pertenecía el subsuelo, y aun éste no lo administraba directamente sino que lo daba en explotación a particulares.
Pero no sería hasta el siglo XIX, como consecuencia de la revolución industrial, cuando el sistema capitalista se comenzó a desarrollar de forma definitiva. Como resultado de dicha revolución la producción de bienes se mecanizó y esto llevó al aumento exponencial de la cantidad de ellos que se
fabricaban. Pronto comprendieron los empresarios que necesitaban compradores con dinero para poderlos consumir, y trabajadores especializados para el manejo de las máquinas.
Antes de esta época, y fundamentalmente durante la edad media, el artesano, limitado por sus medios tecnológicos, fabricaba solamente cinco platos al día (obviamente nos referimos a platos o a cualquier otro producto). Así que le bastaban nobles y eclesiásticos como únicos clientes para sobrevivir, pues eran los que podían permitirse el lujo de comprarlos. Pero con la mecanización, traída por la revolución industrial, se comenzaron a fabricar mil platos diarios. Eclesiásticos y nobles no podían absorber tal cantidad. Hacían falta mil personas diarias con capacidad para comprarlos y aparecieron los primeros salarios, aunque en principios muy escasos. Pero poco a poco, según el sistema se fue consolidando y extendiendo a todas las ramas de la producción, fueron regulándose y subiendo.
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