Caudillismo

Como el general Álvaro Obregón había lanzado su candidatura desde antes de la muerte de Carranza y presentaba grandes perspectivas, muchos vieron en él al hombre que debería llevar los destinos de la Nación; las elecciones le favorecieron y el primero de diciembre de 1920 rindió su protesta como presidente de México

La existencia del caudillismo y cacicazgos regionales trajo consecuencias negativas, una de ellas era que estos caudillos-caciques regionales, mantenían al país en una constante inestabilidad política y económica impidiendo la organización del propio Estado.

Fue precisamente Obregón quien había combatido y derrotado a los líderes de las masas campesinas, Villa y Zapata, el que encabezó esta etapa caudillista.

La política con Estados Unidos no era del todo satisfactoria, ello debido a la parte de la Constitución que se refiere al Artículo 27; bajo esta situación, el señor Fernando Iglesias Calderón, se presentó en Washington el 30 de junio de 1920. Calderón hizo saber en su entrevista al representante de los Estados Unidos, que el gobierno mexicano de ese momento estaba dispuesto a reparar los daños e injusticias que sufrieron los extranjeros en el periodo de la revolución, tanto en bienes como en sus personas.

Cuando Obregón tomó el poder como Presidente Constitucional, en corto tiempo obtuvo el reconocimiento de varios países europeos.

Tras una serie de problemas que se le presentaron a Obregón, éste “dirigió una carta personal al Presidente norteamericano, haciéndole ver que los tres puntos fundamentales del desacuerdo estaban por resolverse definitivamente: la no aplicación retroactiva del Artículo 27, el pago por daños causados a extranjeros por la revolución y la reanudación del pago de la deuda exterior”.

Obregón se vio precisado a ceder a las exigencias extranjeras efectuadas en las famosas conferencias o Tratados de Bucareli, por los que el gobierno norteamericano reanudó sus relaciones diplomáticas en nuestro país, sobre la base de salvaguardar los derechos de propiedad de los norteamericanos en México.

Por la propia situación político-económica imperante, era menester lograr el control de las masas populares, tanto en el sector urbano como en el rural, pero ya no debería ser por medio de las armas, sino por medio de una política contralada que mantuviera conforme a las masas. El sector más difícil de controlar era el agrario, estaba más disperso pero contaba con armas y no había olvidado aún su manejo.

Para lograr la paz se hizo necesario “institucionalizar la actividad política, limitar la autonomía de los caudillos locales y diversificar y organizar las bases de poder introduciendo a grupos de obreros y campesinos como actores dentro del sistema, aunque controlando siempre desde arriba su actividad y sus demandas. Obregón creó nuevas zonas militares con el fin de disminuir el peso político del

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