Cesar Rosario

Desde hace bastante tiempo, específicamente cuando el hombre se comenzó a aglomerar para formar aldeas, pueblos y, más adelante, civilizaciones enteras, las autoridades designadas se han visto en la imperante necesidad de mantener un cierto control sobre el comportamiento de sus miembros. Y es que el ser humano, según la corriente freudiana, tiene un fundamento inmoral en su ser que es el que impulsa a cometer actos perjudiciales a sí mismo y a los demás. Por esto se han venido ideando varías soluciones para resolver esta problemática. De estas, la que mejor resultados ha dado es la de un sistema de leyes. Este método establece un reglamento que debe de seguir todo ser humano dentro de la demarcación geográfica en donde tales leyes tienen validez. Estas tienden a ser lo más absolutas que pueden llegar a ser además de ser redactadas de forma que no haya grieta por la cual alguien se pueda escabullir al incumplirla, o al menos ese es su objetivo. Pero a pesar estas cualidades, las leyes tienen ciertos defectos inherentes a la forma en la que fueron concebidas.

Las leyes son muy efectivas para lidiar con casos concretos de interés social. No obstante, cuando se trata de ciertas zonas grises del comportamiento humano, la ley se torna inútil dado su naturaleza absoluta. Con zonas grises me refiero a los patrones de comportamientos que la ley no obliga a cumplir pero que, a los ojos de la mayor parte de una sociedad, son vistos como malos. Estos se podrían encasillar en los llamados comportamientos inmorales. Y es para estos casos para lo que se vislumbró la llamada ética.

La ética es una ramificación de la filosofía encargada de estudiar el comportamiento del ser humano así como las obligaciones de este como ser. Esta área de estudios se ha estado desarrollando en los últimos siglos como un, si se quiere, complemento de las leyes jurídicas. Este es un campo al que se le da mucha importancia hoy en día, especialmente en el ámbito laboral, debido a las implicaciones que este tiene para el perfil de un profesional. Y es que, cuando se trabaja con una persona que se puede afirmar que sigue los preceptos morales aceptados por la sociedad, es decir, se trata de una persona ética, se puede afirmar que es una persona a la que se le puede confiar las riendas de un trabajo, proyecto o lo que se quiera y deberá de traer, sin importar si los resultados sean buenos o malos, un resultado sin causar polémicas ni actos de moral cuestionable. De la afirmación anterior es bueno recalcar la parte que se refiere a que no importa el resultado del trabajo que haga la persona debido a que la ética, en este caso la ética profesional, no busca la calidad de trabajo de una persona si no su actitud moral al momento de realizar el mismo.

Todo esto está muy bien pero es injusto para la memoria de los grandes pensadores que se han encargado de formular este conjunto de normas hablar de la ética a profundidad sin por lo menos mencionar parte de las otras áreas y las ideas que le dieron forma a esta.

Uno de estos grandes pensadores fue Immanuel Kant a quién Gallo analiza en su escrito “Fundamentos de la Ética”. Uno de los puntos que a mi juicio son más importantes de los expuestos en este ensayo es el siguiente: La premisa da Kant es freudiana porque para éste nada que se encuentre en la naturaleza del hombre tiene que verse convertido en una obligación (Gallo, 3, 2013). Esta proposición

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