Ciencia, ética y ciudadanía: responsabilidades y compromisos de científicos y no científicos en una sociedad democrática
Enviado por Diego Cámara • 1 de Julio de 2019 • Trabajo • 1.489 Palabras (6 Páginas) • 133 Visitas
Autor: Diego Oscar Cámara.
Trabajo Práctico: “Ciencia, ética y ciudadanía: responsabilidades y compromisos de científicos y no científicos en una sociedad democrática”.
Cátedra: Epistemología.
Ciclo lectivo: 2019.
Correo electrónico: camaradiego69@gmail.com
Ciencia, ética y ciudadanía: responsabilidades y compromisos de científicos y no científicos en una sociedad democrática.
Diego Oscar Cámara.
Introducción:
Este trabajo se llevará adelante en base a una serie de preguntas, para las cuales no se pretenderá encontrar una única y abarcativa respuesta, pero sí mejorar la idea que el público en general posee acerca de la relación entre ciencia, ética y ciudadanía en las sociedades democráticas actuales, con el objetivo implícito principal de problematizar (en beneficio de la sociedad toda) la idea preexistente que las mismas tienen sobre lo que es ciencia o hacer ciencia.
En este sentido, y para abordar estos temas, se proponen los siguientes interrogantes:
¿Qué relación existe entre ciencia y tecnología?
¿Quién o quiénes son los principales responsables de aclarar el sentido de estos conceptos a los ciudadanos en una sociedad democrática? Y ¿con qué finalidad se realizaría esta tarea?
¿Qué tipos de problemas acarrea el desarrollo de la ciencia y la tecnología?
¿Por qué se afirma que la participación ciudadana es un requerimiento ineludible del desarrollo científico en las sociedades democráticas modernas?
La imagen de la ciencia y la tecnología con la que normalmente cuenta el público en general, está basada fundamentalmente en aquella que transmiten los medios de comunicación, y en particular los medios de comunicación científica, respecto de ambas actividades humanas.
Uno de los problemas que acarrea el crear una imagen de ciencia y tecnología de esta manera, es que en estos medios de comunicación (sobre todo en los televisivos) la mayoría de las veces se pone el acento en la tecnología más que en el conocimiento científico en sí, y hay que entender que ciencia no es lo mismo que tecnología, como se verá más adelante.
Y esto sucede, porque estos medios de comunicación, principalmente el televisivo, es muy pocas veces transmisor de información científica veraz y acabada, porque le resulta más económicamente redituable en vez de eso, poner el acento en las aceptadas bondades de la tecnología y sus últimas novedades para el bienestar humano.
Por culpa de ello, el individuo de las sociedades globalizadas actuales, duerme con su conciencia tranquila, al creer que la ciencia y la tecnología “están siempre de su lado”, y no está obligado jurídicamente a participar en su desarrollo o comprensión, ya que se siente cómodo al disfrutar de la magia en inmediatez que le brinda aquella en su vida cotidiana, como lo expresa Umberto Eco.
Esto es el resultado de que muchas veces ambos vocablos se confunden y se toman como sinónimos, cuando en realidad la palabra ciencia o conocimiento científico es mucho más abarcativa y compleja que la palabra tecnología, ya que aquella se encuentra en la permanente búsqueda de la explicación de los acontecimientos del universo (en particular aquellos que se relacionan al ser humano) y de usar lo que va aprendiendo con el correr del tiempo respecto de ello, en su propio beneficio y el de la naturaleza.
Por su parte la tecnología puede ser vista como una de las herramientas de las que se sirve la ciencia al ponerse en actividad (es decir la ciencia aplicada), en la cual los científicos no sólo producen conocimiento, sino que también se preocupan y ocupan de determinar si el mismo será aplicable o no en la sociedad de la que forman parte. Esto es hoy en día posible, porque existe entre la sociedad y los científicos un contrato social en el cual el Estado apoya y estimula a la ciencia, dado que la considera como una actividad humana que trae consigo progreso y bienestar social.
Sin embargo, otros autores, como León Olivé por ejemplo, consideran que sería mejor hablar de “sistemas técnicos” en vez de tecnología o tecnociencia, ya que aquella frase representa de manera más acabada la relación entre ciencia, tecnología y sociedad. Este autor nos habla de que los sistemas técnicos estarían compuestos por agentes intencionales, es decir, científicos, Estados, tecnólogos, empresarios, público en general, entre otros, que son quienes interactúan en el desarrollo de la tecnología, y que estos actúan con un fin específico que pretenden lograr (por ejemplo mejorar el valor proteico de algún alimento en particular); además lo hacen utilizando diferentes objetos en dicha tarea, con claros propósitos predeterminados en la búsqueda de la transformación de dicho objeto en otro que satisfaga alguna necesidad humana particular.
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