Clases dominantes en Argentina

A lo largo de varias décadas, sin embargo, el funcionamiento irregular del sistema político acarreó 2 importantes consecuencias:

1. La degradación no solo de la concepción política democrática sino de casi todo otro principio de legitimidad de los gobiernos. El armazón ideológico político que cualquier sociedad capitalista necesita para funcionar de manera eficiente y estable quedó en gran medida destruido. No hay en la conciencia de la mayoría de la población argentina, criterios de legitimidad política incorporados con solidez y por consiguiente, se fue creando una suerte de “disponibilidad ideológica” en el país.
2. El aumento de la autonomía política del Estado en general y de las fuerzas armadas en especial. Este fenómeno fue abonado por el anterior: al trabarse la institucionalización de mediaciones y debilitarse las convicciones colectivas sobre el régimen democrático, se abrió cause e las concepciones autoritarias.

A través de la doble faz de la intervención política y de su dinamismo en la economía, el Estado terminó por ser un actor esencial dentro del país.

Conclusión: El texto intenta proponer “algunas hipótesis e ideas para visualizar los mecanismos de consolidación y las características de la clase dominante en el período 1880-1914”. Desarrolla un análisis de la clase dominante argentina la cual es, bajo una óptica clasista, directamente relacionada con la oligarquía terrateniente pampeana. Se asocia al modelo agro exportador, con centro en el litoral pampeano, cuyo fuerte es la producción agraria y la explotación extensiva de la tierra. La concentración de dicho recurso (monopolio) permite definirla como una clase estática, que obstaculiza el desarrollo económico del país.

Durante el período existen dos condicionamientos convergentes. A nivel externo, la expansión del capital industrial (que provoca una demanda creciente de materias primas), la inmigración en grandes masas y la revolución tecnológica en transportes y comunicación. En cuanto a las condiciones internas, se encuentran las ventajas comparativas ofrecidas por la pampa húmeda (para producir materias primas y alimentos requeridos por Europa), la escasez de mano de obra compensada con la fuerza de trabajo inmigrante, la limitada disponibilidad de capitales locales que la oferta internacional subsana; además: el fin de las luchas civiles, una democracia limitada, un orden social liberal y ciertos acuerdos político-económicos. Estos “indicadores” dan la pauta de un impresionante crecimiento y fuerte acumulación durante esta etapa.

“La tesis más comúnmente aceptada es que la clase terrateniente no sólo es la principal beneficiaria sino la constructora de casi todos esos procesos y, en particular, de los ocurridos a partir de 1880”. El autor se vale de tres facetas para desmitificar esta visión. Teóricamente, las ventajas comparativas del litoral pampeano permiten que exista una “renta diferencial” (en el mercado mundial) de la cual se apropian los terratenientes; se presupone una correlación perfecta entre poder político, económico y social, ignorando otros factores y grupos influyentes: los capitalistas extranjeros, verdaderos impulsores del desarrollo del agro y principales beneficiarios. En el plano empírico, una vez roto el orden económico colonial surge un nuevo grupo muy poderoso ligado a la ocupación y tenencia de la tierra: los mercantilistas británicos; existe poca información sobre ellos, con lo cual el análisis se basa en presunciones. A nivel heurístico, la industria fue sometida a una doble restricción: dependencia de las inversiones extranjeras y subordinación a la clase terrateniente; es excesivo afirmar que la industria tenga una posición (tan) secundaria respecto del agro.

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