Club Atletico Juajua
Enviado por juajua • 25 de Septiembre de 2012 • 1.417 Palabras (6 Páginas) • 471 Visitas
Torpe panfleto
Hay algunos (o muchos), críticos o publicaciones inclusive, que se entusiasmarán ante este ingenuo panfleto. Probablemente su defensa la basarán en cuestiones tales como ser (más bien intentarlo) un filme izquierdista o en que las imágenes refieren (¿con qué mirada?) una etapa dorada (la de Allende) y triste (el trágico golpe militar del repugnante Pinochet) tanto de la Historia de Chile como de la nuestra. Esas mismas razones son las que me llevan a detestar este torpe, literario, cansino y escasamente cinematográfico filme.
El género panfletario es, o puede ser, en cine tan digno como otro cualquiera. Aunque, eso sí, será difícil lograr buenas películas al tener que superar muchos impedimentos. De todas maneras, en la historia del cine hay excelentes muestras (en un campo y el otro, en el de las derechas y en el de las izquierdas) de cómo escribir panfletos de excelente caligrafía. Sirvan como ejemplo, entre otros títulos más o menos lejanos o cercanos, tres obras dignas de ser recordadas: El nacimiento de una nación (Griffith, 1915), El acorazado Potemkin (Eisenstein, 1925) y La sal de la tierra (Biberman, 1954), sin olvidar títulos menos claros entre los que citaría (y casi en sentido opuesto) dos importantes filmes de John Ford, como son Las uvas de ira (1940) y Qué verde era mi valle (1941). Obras todas ellas en las que, ante todo, restallaba el cine. Ese no es el caso de una obra tópica e insuficiente como esta Machuca que desea, además, servirse (al parecer) de incomprensibles llamadas autobiográficas al donaire de pretendidas citas cinéfilas. Ni una ni otra propuesta sirven para elevar de la miseria absoluta a un producto torpe y cansino.
Andrés Wood estrenó no hace mucho entre nosotros su segundo largometraje, La fiebre del loco, una película coral de toques berlanguianos a pesar de lo cual, y de su originalidad argumental, el filme no lograba ir más allá de sus buenos deseos iniciales. Desconocemos la anterior y primera película del director, Historias del fútbol, pero ante la visión de sus otros dos títulos poco habrá presumiblemente que esperar de su inicio. Aunque sorpresas puede uno encontrarse siempre.
Al parecer, el director vivió su educación en un centro como el Saint Patrick de Santiago de Chile. Ese hecho y su edad hacen pensar que lo reflejado aquí tiene que ver más con realidad que con la ficción. En otras palabras, que existen muchos (demasiados probablemente) elementos autobiográficos en el filme. Algo que, en principio, no es malo ni bueno. Todo depende de cómo se llegue a construir el relato y la forma en la que los recuerdos vividos se integran en las imágenes. Es decir, se trata de adecuar lo real o la ficción-real-artística que es la película.
Los deseos repletos de buenas intenciones del realizador nos hablan de su intento de objetivar los hechos narrados. Algo muy difícil de lograr, ante el gran impacto que “aquello” debió suponer para su vida. Unas vivencias, sin duda, que le influyeron decisivamente. No entiendo por tanto a qué viene esa especie de ocultamiento personal del autor como si se avergonzase de expresar sus pensamientos sobre aquellos hechos recibidos en primera persona. Ni creo que pueda, ni deba (el director) confundir la frialdad que posee el relato (necesitado de “calor”) con el (necesario) distanciamiento que los hechos requieren como manera de análisis de la situación. Ejemplos en el cine (autobiográficos) los hay y en gran medida. Citaré, por ceñirme a filmes de temas que hablan de edades escolares, a uno admirable como es Los cuatrocientos golpes (Truffaut, 1959).
La referencia (aquí) al título de Truffaut no es gratuita, ya que su espíritu (al menos en intento) trata de asomar en algunos instantes de este embarullado relato que además llama a la puerta (en intención, momentos o resolución de situaciones) de títulos (entre otros muchos) tan conocidos como Adiós muchachos (Malle, 1987) o El club de los poetas muertos (Weir, 1989) y sus numerosas variantes.
¿Qué tiene de malo esta película? Más bien deberíamos preguntarnos por lo que tiene de bueno, que es muy poco si obviamos sus (malditas) buenas intenciones primarias. Dedicado a un sacerdote progresista (y norteamericano, para mayor sorpresa del espectador) que al parecer rigió
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