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Crisis actual de la religión


Enviado por   •  17 de Octubre de 2015  •  Ensayo  •  1.523 Palabras (7 Páginas)  •  208 Visitas

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¿Crisis actual de la religión?

a) El proceso de secularización. Como hemos venido señalando hasta aquí, la experiencia

de Dios, la experiencia religiosa, no es en modo alguno algo que pertenece a la conciencia individual de un modo exclusivo, sino que es también una experiencia social e histórica. Lo que nos hemos de preguntar es, en este momento, de qué modo se estructura hoy esa experiencia social e histórica, o, en otros términos, si se puede hoy seguir hablando de una experiencia socio-histórica de Dios. A los ojos de algunos pensadores, la religión ya no puede pretender ninguna relevancia socio-histórica, sino que su reino es cada vez más un reino sobre las conciencias individuales. Se pretende y se subraya que hoy en día la religión ya no tiene por qué regir en modo alguno la vida colectiva de los pueblos. Los hombres, se dice, han de ordenar su sociedad de un modo racional y democrático, y para esto no necesitan en modo alguno de la religión. Es más, la religión, se piensa, es un peligro, pues supone constantemente una tentación de intolerancia contra los que no la profesan. Para muchos, los hombres sólo llegarán a una vida social madura y equilibrada el día que se desprendan de las creencias religiosas. La sociedad, se dice, debe por ello secularizarse definitivamente. La religión es cuestión individual, privada. La vida pública es una vida secular, que se ha de ordenar según los principios de la razón y de la igualdad democrática. Se puede consentir que los hombres sean religiosos, siempre y cuando lo sean en su vida individual y no pretendan tampoco que la sociedad se organice de acuerdo a las normas que dicta una determinada religión.

Este tipo de razonamientos son los que, en general, han acompañado al proceso de secularización que han vivido las sociedades occidentales, sobre todo las sociedades capitalistas avanzadas. Este proceso de secularización consiste fundamentalmente en la pérdida de relevancia de las tradiciones religiosas en orden a la explicación y a la organización de la sociedad. Las explicaciones religiosas de los fenómenos naturales y sociales ceden paso a las explicaciones científico-técnicas. Incluso experiencias límite, como son la enfermedad, el sueño o la muerte ya no son explicadas y resueltas acudiendo a los poderes divinos o a los ritos religiosos: la ciencia puede ya explicar estos fenómenos y solucionarlos por sí misma, sin necesidad de acudir a la religión: el doctor sustituye progresivamente al sacerdote. Del mismo modo, la vida social ya no necesita de legitimaciones religiosas. Los gobernantes ya no necesitan probar el origen divino de su poder para ser considerados gobernantes justos. Las iglesias dejan su función de legitimadoras del orden político establecido, pues este orden político se legitima por sí mismo, acudiendo a ideologías no religiosas. La democracia, los derechos humanos, la justicia social, etc., pasan a ser las legitimaciones de todo orden político moderno. La sociedad ya no es legítima porque Dios lo diga o porque la Iglesia lo diga, sino simplemente por ser una sociedad democrática, justa, es decir, una sociedad que se ajusta a las nuevas ideologías de legitimación. La religión pierde su carácter legitimador de la vida social para cedérselo a ideologías no religiosas, seculares.

Todo este proceso está unido a una individualización progresiva de la vivencia religiosa.

La experiencia de Dios pasa a ser interpretada cada vez más como una experiencia individual, que acontece en lo más íntimo de la conciencia, al margen de toda consideración socio-histórica. Los fenómenos religiosos de occidente corroboran esta individualización progresiva de la experiencia religiosa. El protestantismo supuso, frente al catolicismo, la insistencia en los aspectos individuales de lo religioso: no los cultos externos, sino la experiencia interior individual. En buena medida, la fenomenología de la religión, a la cual nos referimos en apartados anteriores, expresa cabalmente esta reducción de lo religioso a lo vivido en la intimidad de la conciencia individual. Correlativamente, los fenómenos, y expresiones religiosas que envuelven más directamente una dimensión colectiva son considerados como fenómenos no puramente religiosos, tradicionales, supersticiosos, vulgares, etc. Las procesiones, los cultos públicos, las expresiones colectivas de fe pasan a ser cada vez más sospechosos de no representar la esencia auténtica de lo religioso. Sólo es verdaderamente religioso, se piensa, lo que se experimenta en el interior de la conciencia. Lo demás, son ritos, cultos "extemos," más cercanos al folklore que a la realidad verdadera de lo divino.

b) Secularización e individualismo. Sin duda, este proceso de secularidad de la sociedad y de consiguiente individualización de la vivencia religiosa no es ajeno al desarrollo moderno del capitalismo. El capitalista necesita, en primer lugar, de concepciones de la sociedad y del hombre que resaltan en algún modo las dimensiones individuales de éste en detrimento de las sociales. El hombre es, primeramente, un individuo, cuyos intereses y preocupaciones últimas son distintos de los demás, o incluso contrapuestos. Una religión que conciba de un modo exclusivamente individual el encuentro del hombre con Dios es la que mejor armoniza y legitima una sociedad concebida como un conjunto de individuos aislados, contrapuestos unos a otros por sus intereses económicos. Por el contrario, una religión que subraya las dimensiones sociales de su fe se hace molesta o incómoda a una sociedad capitalista.

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