Cronica De Un Gobierno Quebrado

Crónica de un gobierno quebrado

Era un 5 de octubre de 1988, si mal no recuerdo. Yo era el encargado del ejército de Pinochet, siendo mi función la más importante de todos los participantes en el congreso. Me encargaba de seleccionar militares, de tener sus implementos buenos para la guerra, o algún tipo de combate o revolución. Estos comunistas hacían falsas promesas, incluída la de su eslogan, que decía: “Chile, la alegría ya viene.”, Pero esa alegría, ¿Realmente llegaría?.

En los meses previos, nuestro país estaba muy tenso, recuerdo que hasta el ejército debatió acerca de qué bando era mejor, yéndose algunos al bando rojo.

Quienes quedamos en el ejército, más los “Pinochetistas” de afuera, creíamos que un triunfo de los comunistas era imposible, de hecho, el presidente, se reía de ellos. En 1986, la oposición ya había intentado atentar contra mi general, pero tan solo fue un intento fallido, y todos los participantes de ese fracaso, fueron asesinados.

Jamás creímos que iban a ganar, siempre pensamos en que luego de las elecciones deberíamos seguir a los rojos y matarlos a todos, o algo más suave, detenerlos. Hace unos días, un viejo amigo, que conoce a uno de los líderes de lo que fue la campaña del “No”, me contó que su amigo le dijo que la campaña del movimiento había sido puerta a puerta a lo largo de todo el país, y que como nunca había pasado, los sectores políticos y sociales trabajaron por un bien común.

También, el líder le dijo que los días antes al plebiscito temían que hubiera un fraude o simplemente fuera desconocido el triunfo por los de el bando al que pertenecía yo.

En un ambiente muy tenso, el 5 de octubre de 1988, yo estaba con mi general en el palacio de la moneda, mientras más de 7.000.000 de personas acudían a los colegios e instituciones para votar. Ese día, los militares a quienes yo dirigía, a las 20:00 hrs. Aproximadamente, comenzaban a dar lo que sería el primer computo de las elecciones, basado en el 0,4% de los votos: Mi general llevaba más de 17 puntos porcentuales de ventaja.

Ese mismo día, pero una hora más tarde, ya estaba contabilizado más del 20% de las elecciones, donde los comunistas nos iban ganando. Nuestro bando tenía el 41,3% de los votos, y los rojos tenían el 58,7%. En ese momento el nerviosismo, rabia, impotencia y desesperación se adueñaban de nosotros, mi general, si mal no recuerdo, en ese momento me pidió que fuera a mi oficina y sacara el rifle más dañino que tuviera, esto en caso de, mientras él tomaba el suyo. Se ordenó que los canales de televisión, las radios y toda tele comunicadora fuera silenciada. Con excepción de las cadenas internacionales.

Esa noche me desvelé, esperé mucho para poder saber el resultado final. Eran las 1 de la madrugada aproximadamente, cuando mi general, luego de que optó por guardar silencio

...