Cuanto más arriba llegas menos mujeres hay

“CUANTO MÁS ARRIBA LLEGAS, MENOS MUJERES HAY”

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Andrea Serrano Martínez

Introducción a las Ciencias Políticas

Filosofía, Política y Economía - Universitat Pompeu Fabra

Objetivos:

Hace poco más de diez años, a propuesta del gobierno de Rodríguez Zapatero, veía la luz en el Boletín Oficial del Estado la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la Igualdad efectiva de mujeres y hombres. Una década más tarde, disponemos de suficientes datos que nos permiten el análisis objetivo de las siguientes cuestiones:

1. ¿Qué impacto ha tenido la conocida Ley de Igualdad sobre la representatividad de la mujer en la vida política española?
2. ¿Existe voluntad política por una verdadera igualdad de género en los cargos institucionales?

Techo de cristal:

Mujeres anónimas que se vieron excluidas, en muchos casos violentamente, de sus derechos políticos tras la recién estrenada Ilustración (s. XVIII), permitieron, sin ningún género de dudas, que mujeres como Theresa May en Reino Unido o la canciller Angela Merkel en Alemania, puedan dirigir en la actualidad, dos de los países más poderosos del mundo.

En nuestro país, Clara Campoamor, entra en la Historia como la principal artífice de la inclusión del voto femenino en España perfectamente articulado en la Constitución de 1931 que dispone: “Los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de 23 años tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes”.

Como consecuencia, las elecciones generales de 1933 supusieron un antes y un después en la vida de las mujeres españolas, acudiendo por primera vez a las urnas para poder elegir a sus representantes. Tendrían que pasar cerca de otros 75 años para que el mandatario socialista quisiera dedicar la Ley Orgánica de Igualdad efectiva entre mujeres y hombres, a la primera mujer que consigue hablar en las Cortes españolas.

A escala mundial, en junio de 2017 había 32 Estados donde las mujeres representan menos del 10 % del total del parlamento en cámaras únicas o bajas, incluidas tres cámaras sin presencia femenina. En ese mismo mes, solo 2 países tenían un 50 % o más de mujeres en el Parlamento, ya sea en la cámara única o baja: Ruanda con el 61,3 % y Bolivia con el 53,1 %.

Tras augurar una transformación radical de la sociedad, lamentablemente, las mujeres siguen encontrando múltiples obstáculos y barreras invisibles en prácticamente todos los ámbitos laborales, tales como científicos, empresariales y políticos. Datos no faltan. Esta desigualdad de género, metafóricamente acuñada por los investigadores sobre género como techo de cristal, aún persiste y es más resistente cuanta más responsabilidad implique el puesto. De ahí, el intento de acuerdos internacionales tales como la Declaración y la Plataforma de Acción de Beijing, para conseguir el equilibrio de género en la participación política y la toma de decisiones.

Bases biológicas:

A comienzos del año 2006, el genetista Peter Lawrence, publicó un artículo en la prestigiosa revista científica, PLoS Biology, titulado, Men, Women, and Ghosts in

 Science. En él, describe que al primar en nuestro sistema de selección laboral cualidades masculinas como la autoconfianza y la agresividad se seleccionan a más hombres. Sin embargo, si primaran en las pruebas la originalidad y la perspicacia, subirían más mujeres. Así, si diéramos más oportunidades y poder a los individuos más sutiles, reflexivos y creativos de ambos sexos, más mujeres resultarían elegidas, y un mayor número de ellas alcanzaría la cima. Si las ideas feministas han cimentado la creencia de que los hombres y las mujeres poseen exactamente las mismas aptitudes, en palabras del investigador de la Universidad de Cambridge, “Ya es hora de que exorcicemos ese fantasma para situar en los puestos de poder a un mayor porcentaje de los miembros menos agresivos de la sociedad, la mayoría de los cuales son mujeres”.

Sin embargo, el hecho de que sólo dieciséis mujeres sean jefas de Estado o de Gobierno en el mundo, nos indica que vivimos en una sociedad patriarcal y que más que tratarse de una cuestión biológica, probablemente sea debida a una adecuada toma de conciencia y, como no, de compromiso y voluntad política.

¿Se cumple la paridad en las listas?:

La Ley de Igualdad obliga a los partidos políticos, en principio, a que sus listas electorales sean paritarias, es decir, no puede haber más de un 60% ni menos del 40% de personas de cada sexo.

En las elecciones del 26 de junio del año 2016, se pudo comprobar la escasa prioridad de nuestros políticos de apostar en favor de la ley de paridad, ya que exceptuando el PSOE, que incorporó un 65,3% de mujeres; Unidos Podemos , con un 50% y el Partido Demócrata Catalán, el resto de fuerzas políticas (entre las cuales están PP y Ciudadanos), apenas alcanzaban el 40%. Esto es posible, entre otras cosas, porque la Ley de Igualdad que la recoge —que solo se ha aplicado en las dos últimas elecciones generales, en 2008 y en 2011—, no la impone en los escaños, sino en las listas electorales. Además, los partidos se las han ingeniado en ambas ocasiones para situar a los hombres en puestos de cabeza, ya que la norma permite que de cada cinco puestos solo un mínimo de dos esté reservado a un sexo. En la práctica, al confeccionar las listas, ellas son relegadas a los puestos más bajos.

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Por otra parte, los datos de participación de mujeres en cargos ejecutivos de los principales partidos políticos en el año 2017 demuestran que el porcentaje ha disminuido en aquellos partidos que en 2016 poseían la mayor paridad, aunque siguen siendo líderes en la igualdad entre hombres y mujeres los partidos de ideología de izquierdas.

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