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DESARROLLO SOCIAL A PARTIR DEL OCIO DEL TRABAJADOR


Enviado por   •  28 de Abril de 2014  •  3.225 Palabras (13 Páginas)  •  286 Visitas

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DESARROLLO SOCIAL A PARTIR DEL OCIO DEL TRABJADOR

El desarrollo de un país sugiere, como es sabido o reconocido, un sostenimiento económico estable para los habitantes del mismo, con un eficiente sistema de producción y de distribución, lo que lleva a pensarse en que un país subdesarrollado no tiene un sostenimiento económico estable y, cómo aseguran muchas definiciones, siendo la palabra misma, etimológicamente una conformación de “abajo del desarrollo”, que es dependiente y atrasado; países capitalistas que dependen de otros que son industrializados.

Una gran parte de la historia de la humanidad, que converge también de alguna manera esto del “desarrollo”, ha sido trazada por la época conocida como la Revolución Industrial, que data de mediados del siglo XVIII y comienzos de XIX en dónde además de traer consigo la tendencia de las factorías reemplazando el trabajo manual por la producción en serie -generando con esto, por lo menos en el sector agrícola, que la población rural tuviera que desplazarse a las industrias para conseguir trabajo porque su labor en las tierras ya no generaba los mismos ingresos y morían de hambre-, contribuyó a la deshumanización total del trabajo; la explotación, el paupérrimo salario y las condiciones generales del mismo que no le aportaban al bienestar del trabajador obrero.

Comenzamos a introducirnos entonces en el campo del trabajador o el obrero que ha sufrido durante siglos los numerosos cambios normativos en relación con su situación como asalariado; por ejemplo la primera normatividad registrada relacionada con el trabajo se dio en 1630 por la Corte General de Massachusetts que según Guillermo Miranda Román en su artículo El tiempo libre y ocio reivindicado por los trabajadores , trató de“ampliar máximos salariales con la prescripción de que los trabajadores laboraran el día entero fijando un tiempo conveniente para las comidas y el descanso” y sin duda era evidente que “la intención clara y declarada de la Corte General era ayudar a los empleadores a retener a los trabajadores en sus puestos como medida de utilidad pública” (2006:311), pero es justo durante la Revolución Industrial que se da apertura a las primeras uniones de trabajadores obreros y artesanos de Europa y Norteamérica que sufrían condiciones laborales indignantes. Miranda en su artículo revive los comienzos de organizaciones sindicales a partir de 1791 en Filadelfia con la primera acción a favor del tiempo libre; Norteamérica siguió mostrando su lucha con la unión, en 1799 de los zapateros en Filadelfia y los tipógrafos en Nueva York y en 1806 con un movimiento importante que estalló entre los trabajadores de la construcción cuando “una disposición del 26 de septiembre había reglamentado el horario de trabajo según las exigencias de los industriales, la jornada de trabajo empezaba a las seis de la mañana para terminar a las siete de la tarde” (ibid:312), el movimiento realizó una huelga que duró siete días y consiguieron treinta minutos de descanso entre las 2:30pm y las 3:00pm, “fue una victoria sintomática” menciona Miranda (ibíd.:312). También resalta la dedicación y entrega de los trabajadores al utilizar el poco tiempo libre que les dejaban las largas jornadas de trabajo, en el estudio de normas y políticas para el fruto de sus organizaciones porque ése era el espacio que utilizaban para la conformación de asociaciones obreras que luchaban por mejorar las condiciones laborarles de tiempo y salario y que luego, tras la lucha por la obtención de las diez horas diarias se sumó a mediados del siglo XIX la necesidad no únicamente por un descanso de ésa jornada laboral sino “la reivindicación de un verdadero tiempo libre… libre también de la necesidad de descansar con derecho a reservar cada día un poco de tiempo para su propia educación y para mejorarse a sí mismos” (ibíd.: 313).

En Europa, describe Wolfgang Abendroth en su libro Historia social del movimiento obrero europeo, la primera reacción del trabajador fue la destrucción de las máquinas, fundados en que “por ahora, la maquinaria competía, como medio de trabajo, con los trabajadores mismos” (1970:12) y que por ellas habían tenido que padecer el destierro, la dependencia y la obligación de tener que trabajar en paupérrimas condiciones en las industrias. Abendroth comenta la primera rebelión de los trabajadores en la destrucción de maquinaria en 1758, que fueron destruidas las primeras tundidoras por trabajadores ingleses; cuando comenzaron a sumarse más actos como éste, el parlamento británico, para acallar los reclamos e indignaciones de los mismos, en 1769 publicó la ley que sancionaría la destrucción de máquinas y fábricas con la pena capital. Pero éste acto no acalló a los trabajadores como se esperaba, ya que ellos siguieron solicitando al parlamento que se prohibiera el uso de máquinas y sin ser escuchados, continuaron con los actos de destrucción hasta que en 1812, el gobierno de la Restauración publicó de nuevo una ley que ahora castigaba con la muerte la destrucción de máquinas (Íbid. 13).

Colombia por su parte, siendo actualmente parte del grupo de los países subdesarrollados, también tiene su historia con la lucha obrera que parte luego de la descolonización a mediados del siglo XIX con una mirada de destrucción de los residuos de lo colonial como indica Nieto Arteta en el libro Economía y cultura en la historia de Colombia “hacia 1850 eran ya vigorosos los grupos sociales deseosos de extinguir y destruir la economía colonial…” (1942:107), pero luego de muchos intentos por promover organizaciones que parecieran velar por el bienestar obrero, intentos en los que siempre intervino la iglesia, comenzaron a crearse grupos que se aislaban cada vez más de los empresarios y la iglesia. “Cuando los artesanos volvieron a presionar por políticas proteccionistas, a comienzos del siglo, lo hicieron por medio de la Unión de Industriales y Obreros (UNIO), fundada en 1904.” (Archila, 2010: 211) donde se habló por primera vez en Bogotá, de la creación de un partido obrero. Archila menciona en su libro la creación de éste partido en 1913, la Unión Obrera Colombiana, quien hablaba ya de la “explotación” por parte de los capitalistas y que logró surgir con un poco más de fuerza hasta 1916. “A la pregunta de qué perseguía el Partido Obrero, la respuesta era simple: ‘lo único que puede salvar al pueblo trabajador [es] la unión de todos los gremios en un solo y poderoso núcleo, y el olvido absoluto, perpetuo y creciente de las denominaciones políticas.´” (Archila, 2010: 212)

Estas luchas obreras se dieron a partir de la necesidad que tenían los trabajadores de condiciones más dignas de trabajo y de un tiempo mayor que pudieran utilizar en sus actos de ocio y recreativos que convergían también

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