DIFERENCIAS BÁSICAS ENTRE SÓCRATES Y SOFISTAS
Enviado por pifloop • 24 de Octubre de 2013 • 502 Palabras (3 Páginas) • 275 Visitas
COMENTARIO
Con el régimen democrático que se instaura el el s. V a.n.e. en Atenas y en otras
ciudades griegas, todos los hombres libres (ciudadanos) pueden tomar la palabra,
decir lo que opinan sobre los asuntos públicos y proponer leyes. En palabras de
Rousseau: «Atenas se convirtió en el hogar de la educación y del buen gusto, el
país de los oradores y los filósofos.» (Discurso sobre las ciencias y las artes).
Aunque, de hecho, en las asambleas sólo hablaban los líderes de los diversos
partidos, el derecho teórico a la libre expresión de las ideas alcanzaba a todos. En
estas condiciones, era esencial disponer de un discurso potente, para influir sobre
la Asamblea, un órgano cuya reacción era las más de las veces imprevisible.
Dirigirse a la Asamblea, para obtener su aprobación, para persuadirla, exige usar
nuevos medios: dominar el arte de la elocuencia se convirtió en una necesidad; era
fundamental para mover las opiniones. Los sofistas son la expresión de esta nueva
situación, en que la democracia (un régimen basado en la palabra pública) exige
una formación oratoria. La palabra ‘sofista’ significa algo tan vago como ‘maestro’.
Son maestros de retórica, muchas veces itinerantes que enseñan a discutir y no
aceptan la tradiciones y costumbres, sino que consideran al hombre (ciudadano)
como la fuente de todo valor.
Por decirlo de manera esquemática, la oposición básica entre Sócrates y los sofistas
es la que se establece entre el poder (sofistas) y la verdad (Sócrates). Desde Platón
la figura (más mítica que histórica) de Sócrates (470-399 a. n. e.) emerge como la
de un mártir de la verdad, asesinado por el poder. Sócrates es sedentario (no se
mueve de Atenas más que para luchar en la guerra) y aunque usa el lenguaje lo
hace en forma de diálogo (abierto) por oposición al discurso (cerrado y
unidireccional) de los sofistas.
Sócrates y los sofistas coinciden en muchas cosas: les interesa el hombre en cuanto
ciudadano, les interesa el lenguaje en cuanto expresión de la realidad y su mirada
se dirige hacia el nomos (la ley) en cuanto obra humana. Se diferencian también
muy claramente en la medida en que Sócrates defiende la ignorancia consciente (el
saber-que-no-sabe) contra el falso saber, es decir, la ignorancia inconsciente, la
vanidad del saber, que es lo tópicamente propio de los sofistas. Para Sócrates, la
función del filósofo no es enseñar nada, sino (en todo caso) desvelar, ayudar a que
cualquiera saque a la luz lo que está ya dentro de su alma.
Mientras los sofistas se convertían en especialistas en el
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