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DISCURSO DE ALUMNO QUE SE GRADUA


Enviado por   •  27 de Junio de 2013  •  1.298 Palabras (6 Páginas)  •  1.780 Visitas

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Discurso a cargo del graduado

Ceremonia de graduación

Definitivamente es complicado tratar de dirigirse a un grupo de personas con las que se han compartido tres años de vida. Yo también he paseado por éste plantel, al igual que ustedes, a lo largo de los pasillos, salones, escaleras, en la cafetería, en el centro de información o en alguna banca. Durante tres años hemos crecido, no solo como profesionales, sino por sobre todo, como seres humanos. Dudo que alguien pueda olvidar el momento de su ingreso al plantel, o el nerviosismo de la primera clase, aunque no recuerden ni lo que se dijo en ella. Tampoco creo que alguien pueda olvidar a “ese” profesor que lo jaló por primera vez, o la frustración del 5.0 en algún examen decisivo. Pero todas esas cosas, las buenas y malas, han ido formándonos, moldeándonos en lo que somos hoy. Hace tres años, entramos al CECyTE con el anhelo de ser profesionales algún día. Nuestras familias hablaban sobre nosotros como “los futuros profesionales”. Cuando ingresamos, fue un logro para nosotros, y un orgullo para ellos. Hoy podría estarse repitiendo esa sensación. Estoy casi segura de que así es. Sin embargo algo ha cambiado. El orgullo se confunde con la nostalgia de “terminar” una etapa de nuestras vidas. Al mismo tiempo, deben estar sintiendo como yo, el nerviosismo de estar a punto de empezar algo completamente distinto. Yo les pido que alcen la mirada y vean a su alrededor. Porque el día de hoy, el futuro se hace presente en el rostro de cada una de esas personas egresadas que tienen a su alrededor. Hoy damos el último paso de una preparación que ha durado tres años. No somos los mismos jóvenes que entramos el primer día de clases atropellándonos por la puerta. Hemos madurado, hemos crecido.

No se puede dar un discurso de este tipo sin agradecer a algunos, de manera especial. Creo hablar en nombre de todos los graduandos de esta generación cuando digo que sin nuestras respectivas familias y el apoyo que nos han brindado, no hubiéramos llegado muy lejos en esta carrera de la vida. Ellos también deben haber sufrido los cansancios de nuestras amanecidas (no necesariamente por el estudio, sino porque normalmente no hacíamos más que bulla mientras ellos querían dormir). Ellos estuvieron ahí cuando ingresamos y están aquí hoy también. Sólo Dios sabe qué tan grande es la deuda que tenemos con ellos. De manera personal, aunque también sé que no soy el único que piensa así, espero que lo que hemos hecho hasta ahora los haga sentirse orgullosos. Este momento debe ser solo el primero de muchos en los que poco a poco se vaya pagando todo lo que con esfuerzo, dedicación y sobre todo, con amor, nos han entregado.

Y junto a nuestras familias, hay personas a las que no podemos dejar de mencionar, y son nuestros profesores. Porque es justo agradecer su paciencia (mucha o poca, ya cada uno sabe cuánta) y su perseverancia para enseñarnos 40 veces lo que significa una derivada, o dictarnos por centésima vez la definición de Física. Ellos nos deben varias arrugas nuevas, varias canas. Y nosotros les debemos una formación integral, una formación de la que podemos sentirnos orgullosos. Porque es difícil, a veces, poder dirigirse a un profesor como a un amigo, y sin embargo, aquí, junto a los compañeros de aula, podíamos contar con nuestros profesores para compartir siempre. Lo mismo podemos enorgullecernos de ser capaces de decir que somos de los pocos que hemos tenido la oportunidad de tener las puertas de nuestro directore de carrera abiertas de par en par para lo que necesitáramos, aún cuando fuera solo para desahogarnos. Tal vez lo que estoy diciendo parezca

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