DISCURSO INTEGRO DEL 1 DE DECIEMBRE
Enviado por mahettzhii • 24 de Marzo de 2014 • 4.599 Palabras (19 Páginas) • 240 Visitas
Discurso íntegro del Presidente Peña Nieto a la Nación
Seamos, todos, parte del México que no le tiene miedo a la transformación, del México dispuesto a trascender y a dejar huella
01/12/2012 15:47 Redacción
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de diciembre.- A continuación presentamos el mensaje íntegro de Enrique Peña Nieto, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos:
Señor Diputado Jesús Murillo Karam, Presidente de la Cámara de Diputados.
Señor Senador Ernesto Cordero Arroyo, Presidente de la Cámara de Senadores.
Señor Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Excelentísimos Jefes de Estado y de Gobierno, así como representantes de naciones amigas.
Muchas gracias por estar aquí presentes.
Señores Embajadores y honorable Cuerpo Diplomático Acreditado en nuestro país.
Muy apreciados señores Gobernadores, Gobernadores electos.
Señor Jefe de Gobierno electo del Distrito Federal.
Señores Ministros e integrantes del Poder Judicial de la Federación.
Distinguidos miembros de las Fuerzas Armadas de nuestro país.
Señores titulares de los órganos constitucionales autónomos.
Señores dirigentes de los partidos políticos.
Agradezco la presencia de Josefina Vázquez Mota, quien participara en el proceso electoral de 2012. Muchas gracias, Josefina.
Señores representantes de la sociedad civil organizada de nuestro país.
Señores rectores de universidades.
Señores dirigentes sindicales y líderes empresariales.
Representantes de iglesias y agrupaciones religiosas.
Líderes campesinos e indígenas.
Intelectuales, artistas, académicos y deportistas.
Quiero saludar y agradecer la presencia de Angélica, mi esposa, de nuestros hijos, de mi señora madre, de nuestra familia. Muchas gracias por estar presentes y acompañarnos invariablemente en estos actos.
Señores representantes de los medios de comunicación.
Señoras y señores.
Mexicanos:
Esta mañana, por mandato ciudadano, rendí protesta como Presidente de los Estados Unidos Mexicanos ante el Honorable Congreso de la Unión, cumpliendo así con los dispuesto en el Artículo 87 de nuestra Constitución.
Desde Palacio Nacional, símbolo de historia y vida republicana, me dirijo por primera vez a los mexicanos como su Presidente.
Siento una emoción profunda, en la que se enlaza nuestra historia con la esperanza de un futuro mejor para nuestro gran país.
Los mexicanos tenemos un legado prehispánico, colonial, independiente, revolucionario y democrático. El pasado para nosotros es identidad y fuente de inspiración y así lo seguirá siendo en mi Gobierno.
Somos herederos de una tradición milenaria, que sobrevive hasta hoy en lenguas y culturas indígenas, que sabré respetar y conservar.
Somos la expresión de la gran cultura hispana. Somos hijos, también, de dos poderosas corrientes del Siglo XIX y XX: la liberal y la revolucionaria. Sus valores de independencia, libertad y justicia, renovados para el Siglo XXI, guiarán los actos de mi Gobierno.
Pero hay otro pasado que no se remonta a los milenios, ni a los siglos, es el pasado reciente que se mide en décadas, y del cual los mexicanos podemos sentirnos igualmente orgullosos. Me refiero al México que construyó instituciones, para hacer efectivos nuestros derechos. Ejemplo de ello, son nuestras Fuerzas Armadas, institución ejemplar, solidaria, respetada y estimada por todos los mexicanos.
Nuestras Fuerzas Armadas siempre han actuado con patriotismo, valor y lealtad al servicio de México. Para ellas, mi especial reconocimiento.
Nuestra vocación institucional es un hecho probado por la historia. Muy pocos países, no sólo en América Latina, sino en todo el mundo, han tenido la continuidad del nuestro, que cada seis años, desde 1934, ha atestiguado la Toma de Protesta de un nuevo Presidente.
En el transcurso de estos años, el país ha mantenido el orden político interno. Los mexicanos hemos logrado, sin caudillismos y sin dictaduras, el propósito inicial de nuestra Revolución. La democracia plena llevó su tiempo. Pero hoy, la democracia ha logrado consolidarse y ser parte de nuestra cultura.
Millones de mexicanos, desde 1910, de todas las filiaciones, libraron una gran batalla cívica por la democracia en el Siglo XX. Pero fue a partir del movimiento estudiantil del 68 y de las sucesivas reformas políticas, que se aceleró nuestra democracia.
A partir de entonces, generaciones de mujeres y hombres, pensadores, políticos, activistas y ciudadanos, trabajaron para hacerla realidad y, finalmente, la conquistaron. Ese México democrático es el México de nuestros días.
En el México de hoy, hay alternancia en todos los órdenes de Gobierno. En el México de hoy, existe una autentica división de Poderes y hay una sana pluralidad de partidos en el Congreso. En el México de hoy, el Federalismo no es un ideal, sino una realidad.
En el México de hoy, un instituto ciudadano tiene a su cargo las elecciones. Y en el México de hoy, todas las libertades son reconocidas por el orden constitucional.
México vive, en suma, una nueva etapa de su historia: la de una democracia con instituciones sólidas y procesos electorales competidos, plurales y participativos.
A estos logros, se agrega la estabilidad macroeconómica de los últimos tres lustros. Tras sucesivas crisis financieras que cimbraron al país, los mexicanos aprendimos duras lecciones y supimos poner orden.
De nosotros depende, ahora, aprovechar esta plataforma, para acelerar el crecimiento y lograr el objetivo económico más importante: Mejorar la economía familiar de los mexicanos.
Gracias a la solidez de nuestras instituciones, a la realidad irreversible de nuestra democracia y a la solidez de sus finanzas, México ahora está listo para despuntar en el mundo del Siglo XXI. Así, lo reconocen ya, observadores políticos y económicos, nacionales y extranjeros.
Todos coinciden en que tenemos una oportunidad histórica para proyectar a México, hasta convertirlo en una potencia, como lo merece ser.
Igual que en la vida de las personas, las familias o las comunidades, en la vida de las naciones se presentan, pocas veces, las oportunidades de cambiar de manera trascendental. Cuando aparecen estas oportunidades lo fundamental es reconocerlas, sobre todo, entenderlas y aprovecharlas.
Eso es, precisamente, lo que hoy propongo a la Nación. Aprovechar esta magnífica oportunidad para llevar a México al lugar que se merece.
Mi compromiso es conducir este esfuerzo colectivo ejerciendo cabalmente las atribuciones de mi cargo en el estricto marco de la ley.
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