¿Debe Europa abrir la puerta a todos los refugiados del mundo?
Enviado por Jaime Juárez • 21 de Abril de 2016 • Ensayo • 1.727 Palabras (7 Páginas) • 274 Visitas
¿Debe Europa abrir la puerta a todos los refugiados del mundo?
Según la definición recogida en la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, la pregunta del tema planteado podría enunciarse de la siguiente manera: ¿Debe Europa abrir la puerta a todos las personas del mundo que "debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de su país"?
Si debe, claro que debe, la respuesta es rotunda. Pero no sólo porque todos y cada uno de los países de Europa, por supuesto incluidos los 28 Estados miembros de la Unión Europea, sean parte de la Convención de Ginebra, así como de su Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados de 1967, que modificaría las restricciones geográficas y de tiempo, expandiendo el alcance de la convención. Si no porque si Europa no lo hace, nadie podrá hacerlo.
Tras siglos y siglos de guerras, con la Segunda Guerra Mundial como colofón del desequilibrio de poder, Europa decidió emprender un nuevo rumbo. Al fin se había dado cuenta de que la paz era el único camino que realmente la reconstruiría, la uniría y la fortalecería en el comienzo de la época de las super-potencias.
La constitución de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, los dos principales elementos necesarios para la fabricación de armamento, constituyó uno de los grandes hitos de la Europa contemporánea, no sólo por iniciar el proceso de integración europea que llega hasta nuestros días, sino también por poner fin al histórico enfrentamiento franco-alemán, y convertirlo en el eje de la refundación de Europa, una Europa de principios.
Seguido de la constitución de la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de la Energía Atómica, el Viejo Continente empezó su metamorfosis, que partiendo en sus orígenes principalmente de intereses económicos y estratégicos, terminó convirtiéndose en la hoy Unión Europea. La cual, sin dejar a un lado el ámbito económico y comercial, se ha convertido en adalid de los principios y valores que dignifican este mundo.
A estos efectos, dentro del ámbito de la Unión, puede hacerse referencia a lo proclamado en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea, en el que se afirma que la misma se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Y que estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad, y la igualdad entre mujeres y hombres.
Además de por supuesto a la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que colmada de valores, dedica específicamente una parte de sí misma, artículos 18 y 19, al derecho de asilo y a la protección en caso de devolución, expulsión y extradición.
Pero no es este afán de respetar los derechos humanos y los compromisos internacionales en ámbitos conexos exclusivo de la Unión Europea, puesto que puede ser resaltado de la misma manera la ventaja que Europa lleva, dentro del marco del Consejo de Europa, al resto de países y organizaciones regionales en las mismas materias.
A modo de ejemplo paradigmático, puede ser destacado como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, es sin duda alguna, la institución de su clase más avanzada en la protección de los mismos, al ser una institución permanente y a la que pueden acceder no solamente los Estados, si no otras personas físicas y jurídicas como Organizaciones No Gubernamentales, o incluso algo que sucede exclusivamente en Europa, los propios afectados directamente, una vez que han agotado las vías de protección interna de sus respectivos países.
Siendo Europa, y particularmente la Unión Europea, un continente caracterizado por los valores y principios que la reconstruyeron, y que le dieron su actual forma, ¿debe o no debe abrir la puerta a todos los refugiados del mundo? Al igual que al comienzo, y recordando además anteriores épocas en las que los propios europeos se convirtieron en refugiados, la respuesta sigue siendo si.
¿Pero es abrir o cerrar la puerta, y a todo el mundo o a sólo unos pocos refugiados, la pregunta que ante la actual crisis migratoria debería Europa y los europeos hacerse?
Una vez aceptado que por los valores que la caracterizan Europa debería abrir la puerta a todos los refugiados, llaman más la atención otras cuestiones que giran entorno a aquella pregunta, que deben guiar la actitud europea ante la situación actual.
En primer lugar, debe plantearse la problemática causada por aquellas personas que, aprovechándose de los flujos de refugiados actuales, intentan llegar a Europa en busca de una vida mejor, pero sin ser perseguidos por su condición, pensamiento, religión etc. Los cuales se han venido denominando inmigrantes económicos, que suponen un problema tanto para la credibilidad de los refugiados, verdaderos necesitados de protección, como para la propia Europa, que agotada por los coletazos de la Gran Recesión, aun no se encuentra en general preparada para volver a altos niveles de inmigración,
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