Del Espiritu Liberador a un nacionalismo autodestructivo: El uso de la identidad latinoamericana como arma de doble filo
Enviado por Victor Manuel Fey Hernandez • 19 de Marzo de 2024 • Ensayo • 1.995 Palabras (8 Páginas) • 105 Visitas
ENSAYO FINAL
“DEL ESPIRITU LIBERADOR A UN NACIONALISMO AUTODESTRUCTIVO:
EL USO DE LA IDENTIDAD LATINOAMERICANA COMO ARMA DE DOBLE FILO”
Nombre:
Materia: Teoría Social VI
Profesor: Vargas Serafín Andi Alberto
Licenciatura en Sociología
INTRODUCCIÓN
Así como es claramente evidente la transición histórica que sufrió la nación Latinoamericana desde mediados del siglo XVI por medio de la conquista y la posterior colonización para aquellos conocedores y no tan conocedores de la historia nacional, también pueden existir individuos que caigan en el olvido de aquellos sucesos que mancharon de sangre y lágrimas el territorio que por origen nos pertenecía, restándole valor y fuerza a la lucha que lleva siglos formándose en América Latina, pero que no es hecho por un propósito desconocedor o incluso anti nacional, al contrario, se cae en un extremo sentimiento nacional en este individuo.
Con toda la existencia de un modelo histórico en el que se explican todas las barbaries que se cometieron en la nación por medio de los métodos históricos y metodológicos, los cuales ejemplifican en un modelo objetivo y lejos de juicios de valores el como pasó el pueblo indígena a ser parte de una esclavitud europea-occidental, comenzó a formarse un sentimiento de pertenencia nacional con respecto a las raíces étnicas y como estas fueron arrancadas a la fuerza, cayendo poco a poco en un odio progresivo durante el paso del tiempo que convirtió a los países europeos y vecinos del norte en principales enemigos debido a esto.
Entonces se realizará un análisis del modelo nacionalista de América Latina que llevó a formar una consciencia de clase del cual parte esta liberación, si bien no total, pero al menos comprensiva, del yugo europeo, así como las visiones extremistas de este desprecio y odio ante las aberraciones que se cometieron en épocas pasadas, las cuales llevaron a un extremo sentimiento del origen territorial y que pueden nublar la verdadera visión liberadora del individuo Latinoamérica, justo como lo podría llegar a exponer José Martí en su obra “Nuestra América”:
“Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse como quienes van a pelear juntos. Los que enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra (…) han de encajar, de modo que sean una, las dos manos” (José Martí, 1891).
DESARROLLO
Primeramente, es pertinente comenzar explicando que el nacionalismo puede ser dado desde un punto de vista un tanto variado, siendo esto no porque el modelo como tal sea basado en una identificación falsa de origen o en un paradigma que tergiverse todo un desarrollo identitario del individuo, sino que con el pasar del tiempo las influencias extranjeras que comenzaron al llegar al territorio de América Latina formaron una historia donde no existía cultura misma, es decir, no había porque estudiar o conocer aquello de donde venimos, sino que se debía aprender y reaprender todos estos modelos que el individuo colonizador trajo consigo mismo.
Es con ello que la sangre de los indios empezó formarse ya no como parte de una cultura totalmente “oculta” ante los navegantes europeos, sino que pareciera como individuos ajenos se van arrastrando por suelo extranjero pese a nacer, desarrollarse, trabajar y vivir un terreno en el que crecieron danzando y levantando sus ánimas de un espíritu certero de nunca fallar en identidad o pertenencia y que la misma naturaleza, en tanto esta como palabra de identificación natal y no tanto biológica, les reclamaba una noción de ser parte del propio país, o mejor dicho, no un país en tanto conquistado, antes una nación de un mismo hermano.
Naturalmente, aquellos acontecimientos históricos evocarían sentimientos futuros en los individuos que se sintieran pertenecientes a la nación latina y buscaran un gran cambio, sin embargo, entre mismos seres separados solamente por limites políticos, ya no de sangre, causan conflicto, pues ahora en estos mismos existen “traidores” que pese a tener sangre inequívoca de una estirpe indígena, reniegan de sus raíces y dejan de ser parte del sentimiento nacional justo como expresa Martí
“(…)¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan delantal del indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!(…)” (José Martí, 1891).
Del mismo modo que aquellos traidores nacieron de un sentimiento de enajenación ante sus raíces como cultura madre en territorio americano, también existen aquellos sumamente orgullosos de donde provienen, pero no de un orgullo representativo en el cual expresen y busquen una solución en donde la pluma y el papel pueden nacer fácilmente, sino de una solución vengativa y cruel que no separa del conquistador al conquistado, manchando de sangre aquellos sables que se forjaron con metal extranjero o durmiendo con un arma bajo la almohada que, por propósito espiritual, buscan desenfundar en la piel de un extranjero.
Queda preguntarse ante tal polaridad del sentimiento ¿dónde queda el hombre natural que tan efusivamente remarca José Marí No denegando la idea de la concepción de este hombre natural sea posible e incluso certero ante una nación tan manchada por sangre y tinta extranjera, sin embargo, en los tiempos actuales esta idea se ha ido desvaneciendo como un cumulo de ceniza de un volcán emocional ante una revolución de letrados y mestizos autóctonos, para terminar convirtiéndose en un paradigma ambivalente que vuelve la palabra “nacionalismo” en una batalla entre el enajenado y falso extranjero y el extremo amante de su nación.
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