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Democracia, Representación Y Partidos Políticos


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2013  •  7.897 Palabras (32 Páginas)  •  497 Visitas

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ENSAYO

Democracia, representación y partidos políticos* *

Pedro De Vega García

En el meritorio ensayo sobre Esquema de las crisis, señala Ortega y Gasset que en

las grandes crisis históricas "no sabemos lo que nos pasa, y esto es precisamente lo

que nos pasa, no saber lo que nos pasa. El hombre se siente en ellas desorientado

respecto a sí mismo, dépaysé, está fuera de su país, arrojado a una circunstancia

nueva que es como una tierra incógnita". No me atrevía a juzgar si estas palabras

de Ortega y Gasset, escritas en 1933, representaban una exageración notable, o,

por el contrario, constituían un feliz diagnóstico para interpretar y comprender la

atmósfera espiritual que envolvía los acontecimientos de aquellos años convulsos

de la Europa de entreguerras. En cualquier caso, me permito la osadía de

recordarlas ahora, en el momento en que nos disponemos a enjuiciar nuestra

realidad social y política más inmediata.

Por fortuna o por desgracia, somos testigos de una serie de cambios en el rumbo

de la historia de notable envergadura. Asimismo, por un lado, como consecuencia,

de la revolución tecnológica y de la mundialización de la economía, a un proceso de

cosmopolitización inevitable de la vida política, cultural y social. Queremos o no, en

la época de las autopistas de la comunicación, nos vemos todos forzados a

convertirnos en ciudadanos del mundo. Por otro lado, sin embargo, contemplamos

igualmente, acaso como lógica y comprensible reacción, procesos de

descentralización a todos los niveles que permiten hablar ya a algunos teóricos, de

una vuelta a la Edad Media. El reciente libro de Alain Minc "Le nouveau Moyen Age"

constituye a este respecto todo un símbolo y un magnífico testimonio. Diríase que

nos hallamos condenados a desarrollar nuestra existencia en la esquizofrenia de

dos utopías antagónicas (la utopía de la cosmopolitización y la utopía del localismo)

que terminan generando dos realidades contradictorias y excluyentes: la realidad

del uniformismo y la homogeneidad, propia del universalismo, y la realidad de la

diferenciación y la diversidad propia del localismo y la refeudalización.

Paralelamente presenciamos, como espectadores de excepción, el singular

cataclismo de las grandes concepciones del mundo que hasta hace todavía pocos

*

Ponencia presentada al Congreso Internacional de Derecho Constitucional "Ciudadanos e

Instituciones en el constitucionalismo actual" -Alicante, España- 3,4 y 5 de Mayo de 1995.

DE VEGA GARCÍA, Pedro

"Democracia, representación y partidos políticos"

En: Pensamiento Constitucional, Año II, N° 2

Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial.

Lima, 1995

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años sirvieron para organizar política e ideológicamente la convivencia de millones

de hombres. La crisis irremediable y definitiva de los países del llamado socialismo

real, se ha visto acompañada de la crisis del Tercer Mundo, en el que el colosal

fracaso del proceso de descolonización permite seguir hablando de él, como lo

hiciera Fanon, hace ya cuarenta años, como el mundo de los "Condenados de la

Tierra". Lo que significa que si la utopía socialista ha fracasado, la vieja utopía

liberal, por mucho que se empeñen los Hayeck, Freedman, Kristal o Fukuyama,

tampoco nos ha redimido.

Es en estas circunstancias en las que, como acabo de indicar, me permito apelar a

las palabras de Ortega y Gasset y hablar de una situación generalizada de crisis.

Máxime cuando es él mismo quien, nos recuerda que en esos momentos difíciles en

los que no sabemos lo que nos pasa, el tomar conciencia de la situación real, es

justamente la primera providencia y el mejor síntoma de que comenzamos a estar

en disposición de poder orientarnos intelectualmente con solvencia.

No es mi intención, por supuesto, ahora, incurrir en el tradicional y castizo vicio

hispano de ofrecer diagnósticos definitivos y soluciones de urgencia a una

problemática de abigarrada complejidad. En el vasto campo de las ciencias sociales

se ha producido en demasiadas ocasiones el improcedente fenómeno de simplificar

lo complejo, y desde ese inadecuado proceso de simplificación, falsificación y

enmascaramiento de la realidad, ofrecer remedios y soluciones arbitrarias. Es lo

que caracterizó nuestra cultura política del barroco, donde aparecieron aquellas

singulares figuras de los arbitristas, que convirtieron la literatura política en una

literatura aúlica de consejos de príncipes y de recetarios de grandeza.

Sinceramente entiendo que nos debemos olvidar en estos momentos de los

Rivadeneira, los Mártir Rizo, los Guevara, los licenciados Navarrete, los Juan de

Marina, los Barbosa, los Garau y tantos más, a pesar de su inteligencia y su ingenio

indiscutibles, aunque sólo fuera porque sus planteamientos son los que

inconscientemente reproducen a diario periodistas y comentarios políticos actuales

con vocación de redentores.

Ahora bien, el hecho de evitar incurrir en el error de simplificar arbitrariamente lo

complejo no debe conducirnos al disparate contrario de complicar

improcedentemente lo simple. Lo cual, fue también un hecho característico del

barroco y que, con unos u otros matices, se perpetúa en nuestra conciencia

nacional. No en vano la comedia de enredo es la aportación más significativa de la

literatura del Siglo de Oro, y la doctrina de la mortal del caso, el criterio definidor

de la ética nacional que, para bien o para mal, sigue presidiendo la conducta de

muchos de nuestros políticos.

Precisamente porque no se trata y porque no quiero simplificar lo complejo y

porque tampoco es mi deseo complicar injustamente lo simple, voy a limitarme en

esta exposición a suscitar una serie de cuestiones sobre la incidencia que ese

conjunto de transformaciones de nuestro mundo histórico determinan en los

conceptos de representación y legitimidad democrática que vamos a dicutir a lo

largo del Congreso.

Ante todo, acaso se haga necesario comenzar mi intervención haciendo referencia a

una cuestión que bien pudiéramos calificar de metodológica.

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