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Derecho De La Ue


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2012  •  818 Palabras (4 Páginas)  •  293 Visitas

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CHINA: Seda, sal, hierro “RUTA DE LA SEDA” Existían varias aduanas

Desde mediados del siglo XVII, China había disfrutado del sólido gobierno de la dinastía manchú. Sin embargo, durante las primeras décadas del XIX, el sistema administrativo y su ejército fueron perdiendo eficacia. A pesar de ello, los chinos siguieron convencidos de que la suya era la civilización central del mundo. La falta de contacto con los europeos se consideraba como una merma para los "bárbaros" de occidente más que para China. En su vasto y complejo Imperio, los chinos no experimentaban ninguna sensación de aislamiento. No obstante, en el mismo período en que las instituciones chinas se hundían, los países occidentales se estaban modificando vigorosamente por la revolución industrial y el sistema liberal.

El período que abarca las décadas de 1830 a 1880 es el que corresponde al impacto sobre China de los países occidentales europeos y de los occidentalizados, como Japón y Estados Unidos. China vivía en un régimen de tratados desiguales impuestos por las potencias occidentales. Existían una serie de puertos francos en los que la soberanía china era puramente formal. Los ingresos aduaneros, en estos puertos, eran supervisados por los occidentales en nombre de China. Así surgió la figura del Inspector General de Aduanas, que en buena parte era quien dirigía el comercio del país. Durante un dilatado período de tiempo, entre 1863 y 1908, este cargo estuvo en manos del influyente británico sir Roben Hart. Los blancos, salvo los misioneros, sólo estaban autorizados a residir en los puertos francos, aunque tenían derecho de tránsito por el resto de China, sin pagar aduanas interiores. A cambio, los blancos no estaban sometidos a la jurisdicción china por la desigualdad del sistema legal. Su importancia en China fue decisiva. Poseían las principales empresas comerciales y financieras. Entre ellos destacaban los ingleses, con más de 400 casas comerciales, los bancos de Shanghai y Hong-Kong y la soberanía plena en este pequeño territorio, lo que permitía, entre otras ventajas, la permanencia de una flota inglesa.

Como acabamos de ver, en los años ochenta, los territorios limítrofes con China habían pasado a depender de Francia, Gran Bretaña y Rusia. Un nuevo país, Japón, entró en competencia en su aspiración para tomar posiciones privilegiadas en China.

Rusia, que se había extendido hasta el extremo oriental, aspiraba a Manchuria y Corea. Francia deseaba las zonas chinas adyacentes con Tonkin, Gran Bretaña se orientaba a obtener la cuenca del Yangtsé que sirviese para hacer más eficaces los intereses británicos de Hong-Kong y Shanghai. Japón, fortalecido y occidentalizado, no estaba dispuesto a aceptar que Rusia extendiese su influencia en el norte de China ni que este último país lo hiciera con Corea. Teóricamente, el emperador chino ejercía una soberanía sobre Corea

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