Derechos Humanos Para jóvenes

Derechos humanos para jóvenes

En la actualidad, y especialmente en los países pobres, ser joven es ser excluido. La crisis del Estado de Bienestar, la progresiva ampliación de la economía de libre mercado y el paulatino desmantelamiento de las instituciones públicas de educación, salud y asistencia, han creado un panorama adverso para millones de jóvenes en el planeta (en México, una tercera parte de la población se encuentra en este rango de edad).

Los jóvenes y las jóvenes se enfrentan a una constante violación de sus derechos. La reducción de las matrículas en las instituciones de educación superior les niega la posibilidad de estudiar una carrera e incorporarse al mundo profesional. La fuerte competencia en el mercado laboral los coloca a menudo en el desempleo o en el subempleo: bajos salarios, nulas expectativas de desarrollo profesional, carencia de derechos laborales.

Ante este panorama, muchos jóvenes optan por la delincuencia o la drogadicción. Otros prefieren sumarse a las olas de migrantes que buscan un futuro mejor en los países desarrollados. Con frecuencia, son perseguidos por las autoridades: encarcelados, golpeados, torturados.

Son un sector numeroso y fundamental para el desarrollo de cualquier país, y sin embargo son excluidos de los debates políticos. Sus opiniones se ignoran y sus necesidades se pasan por alto.

La problemática de la juventud no radica sólo en su exclusión. El hecho de que generaciones enteras se vean arrojadas a la pobreza y la ignominia termina poniendo en entredicho el desarrollo mismo de la nación. Cuando las generaciones adultas cumplan su ciclo laboral y se haga necesario un recambio generacional, la carencia de personas capacitadas puede ser catastrófica. Es el futuro de los jóvenes el que se pone en jaque, pero también el de su país.

En tal forma, el principal reto que enfrentan los países pobres es darle a su juventud un futuro. Garantizar que todo joven tenga la posibilidad de desarrollarse profesionalmente en el campo que elija; que las opiniones de este sector sean escuchadas e incorporadas en la creación de leyes y políticas públicas; que sus manifestaciones culturales sean respetadas y no perseguidas; que se les trate como ciudadanos del futuro y no como futuros ciudadanos.

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