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Desarrollo económico en Japón, Alemania y Perú


Enviado por   •  20 de Octubre de 2021  •  Informe  •  4.947 Palabras (20 Páginas)  •  69 Visitas

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  1. Experiencias de Desarrollo Económico.

El desarrollo se plantea como el mejoramiento de las condiciones económicas de la sociedad, la infraestructura agrícola e industrial a través de la capacidad de un país de producir y obtener riqueza. Con características como el aumento del PBI per cápita, desarrollo de su productividad, acceso a la educación, un crecimiento sostenido entre otros. Que fomentan que tan desarrollado es un país económicamente

En este caso se tomará en cuenta las experiencias de desarrollo de los países como Japón, Brasil y Perú.

  1.  Japón.

El desarrollo japonés se divide en dos partes, comenzado con el periodo Edo (1600 – 1868) y el periodo de restauración Meiji (1868-1914). Y se complementa con el espectacular crecimiento económico vivido después de 1945. Cada uno de estos tres elementos marcó un nuevo paso en el camino japonés hacia el desarrollo económico de Japón.

Periodo Edo (1600 – 1868).

En el periodo Edo se caracterizaba por un cierto grado de dinamismo en la agricultura, manufactura e integración del mercado interior. Todo esto alimento la economía japonesa hasta finales del siglo XIX.

En este período, el sistema económico del país se fundamentó en el arroz. Japón se dividió en feudos dependiendo de la cantidad de arroz que cada uno podía aportar al país. De este modo, el daimio, o señor feudal, de cada feudo aplicaba un impuesto de arroz a sus campesinos, impuesto con el que pagaba, más tarde, a sus samuráis y sirvientes y al shôgunato.

Este sistema se relaciona con la división de clases sociales. Dicho sistema estaba encabezado por la clase militar (buke), la cual se dividía en el gobierno central (bakufu), el gobierno provincial (daimio), la corte imperial (kuge) y los samuráis. Siguiendo a esta clase se encontraban las órdenes religiosas budistas y, tras ellas, la clase plebeya (heimin). Ésta última, la más numerosa, se dividía por orden de importancia en agricultores, artesanos, comerciantes y proscritos o marginados.

 Durante el periodo Edo se establecieron las condiciones necesarias para la consolidación de la primera etapa de la industrialización de la economía japonesa, en esta etapa el gobierno central era un gobierno de castas con características en educación y estatus, este gobierno central obligaba a los que poseían grandes cantidades de tierra a tener una residencia permanente en la capital(Edo)  a través de la institución del sankin kotai, así los señores feudales debían gastar grandes sumas de dinero para el desplazamiento y en mantener a familias y a sirvientes en la capital con el fin de mostrar su fidelidad al emperador residente en Edo, esto conllevo a una gran suma de migración de personas del campo hacia la capital Edo.

Osaka se convirtió en una ciudad comercial y un centro financiero que, además, fue la primera ciudad del Japón donde se originó un mercado de futuros de arroz; ya que Osaka era la ciudad intermediaria en el tránsito hacia la capital donde se almacenaba y vendía arroz para mantener los gastos de las familias en Edo. Según las leyes gubernamentales del periodo los campesinos no tenían derecho a circular libremente y estaban atados a la tierra como fuerza de trabajo y como una base para el cobro de impuestos, por ello el principal sector económico para esta época era la agricultura.

A partir del surgimiento de las primeras aldeas se permitió cierta autonomía teniendo como condición el pago de impuestos (en especie, arroz), bajo control del gobierno local, este impuesto se fijaba a las aldeas y no a los agricultores individualmente, así los líderes de las aldeas se encargaban de la administración tributaria en esta época del periodo japonés.

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La economía del Japón Tokugawa o Edo también tenía, por supuesto, sus puntos débiles, especialmente en el plano institucional. Ya que el Japón Tokugawa se cerró al exterior, los motivos de que se cerraran al exterior no eran económicos (proteger la industria naciente ni nada parecido) sino más bien por política interna (querían evitar que los daimios pudieran acceder a la tecnología armamentística más avanzada y alteraran el orden interno). Esto conllevo a efectos económicos negativos ya que perdió la oportunidad de tecnología con Europa, además, la historia japonesa de este periodo no pudo registrar el ascenso de una burguesía comercial comparable a la europea, con lo que no se generó una presión social tan fuerte como en Europa occidental para que los gobiernos expandieran el espacio social de la economía de mercado y, además, ofertaran bienes públicos que contribuyeran a un mejor funcionamiento de dicha economía de mercado.

En esta incipiente economía de mercado, los pequeños progresos realizados por la agricultura, la manufactura y el comercio se reforzaron los unos a los otros, y alimentaron el crecimiento de Japón durante el final del periodo preindustrial e, incluso, durante las primeras décadas del periodo Meiji (hasta aproximadamente 1890).

En el periodo Edo la actividad agrícola creció exponencialmente especialmente entre los siglos XV Y XVII, a parir de mitades del siglo XVIII seguía el crecimiento, pero no a gran medida, en esta última parte del siglo se utiliza más las herramientas, fertilizantes que ayudaron a una mayor productividad de la tierra. Una vez que en 1868 ganó la reposición Meiji y el antiguo sistema se vino abajo, la economía japonesa no era una economía estancada, sino que venía experimentando un modesto incremento. Tal aumento, además, había dejado como herencia ciertos recursos positivos: “saber hacer” empresarial, alfabetización de una parte importante de la población, infraestructuras técnicas y organizativas en el área agrario, la economía japonesa estaba de esta forma en una buena postura para afrontar el desafío de la industrialización y la unión con las economías occidentales.

Periodo de Restauración Meiji (1868-1914).

En el inicio de la segunda mitad del siglo XIX sucedieron una serie de presiones de diferentes feudos que desencadenaron en guerras civiles y, en la última guerra producida entre 1867, es derrotado el shogunato Tokugawa y es finalmente unificado el país.

Así, en el año 1868 comenzó el período conocido en la historiografía japonesa como Restauración Meiji que se caracterizó por establecer reformas políticas, económicas, sociales y culturales muy importantes para lo que sería el desarrollo económico japonés.

El objetivo central era la modernización y la apertura social y económica de Japón con los países occidentales pero la modernización del país chocaba de forma inevitable con las viejas estructuras sociales, dominadas por la nobleza feudal; en particular los samuráis, que habían sido la espina dorsal del aparato administrativo durante más de dos siglos. La paz prolongada durante el shogunato Tokugawa los había convertido en burócratas más que en guerreros y se buscó la manera de integrarlos en el nuevo sistema: aunque formalmente Japón era un imperio, se introdujo un sistema parlamentario basado en el modelo europeo y muchos antiguos samuráis entraron en él como políticos o burócratas. Los antiguos dominios feudales, cuyos señores gobernaban a su antojo, fueron abolidos y sustituidos por prefecturas que dependían de un gobierno central bajo el lema “Enriquecer el país, fortalecer el ejército”.

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